Sin llegar al extremo
de esta joven madre, acabo de ser testigo de una situación parecida, en vivo y
en directo.
Estar permanentemente
comunicando con alguien a través de las ondas puede llevar, y de hecho lleva, a
olvidar la incomunicación en que andamos inmersos.
A veces mirar a lo
lejos nos impide ver lo que tenemos ante los ojos; soñar, lo que estamos
haciendo; desear, vivir; exigir, comprometernos.
Casi estoy por
recordar aquello de la paja en ojo ajeno y la viga en el propio. Pero no caeré
en esa tentación.
El bebé no echará en cara a la mamá semejante descuido. ¿Logrará la mamá olvidarse de tamaña torpeza? Les deseo a los dos una convivencia y comunicación plena para siempre jamás.
Lo mejor el minipantalón de la mamaíta.
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