Cojo cuatro cosas
y me voy corriendo; comemos rápido, que nos vamos para el pueblo, en Salamanca;
ya sabes, el cementerio…
Así empezó nuestra
conversación, que luego, y sin prisas, discurrió por otros derroteros hasta llegar
a… En fin, para otra vez. Estábamos en medio de una gran superficie, no cito
para no publicitar, y al parecer sin agobios, no importa qué excusa expresaran sus palabras.
Entre lo que él decía
que iba a hacer y lo que yo callaba que ya había hecho, resultaba que como que
ya estuviéramos en noviembre, estando aún a treinta y uno. Por eso es el
título de esta entrada.
Y un pretexto para
presentar al público la última reliquia que el Jefe ha puesto en uso.
Todo limpio,
rescatado del polvo y del olvido, está a la vista de quien pase por aquel
camino tanto tiempo relegado a las afueras y ahora tan bien adecentado que ni
barro, oye, aunque llueva o nieve. Fui con botas, pero pude ir en playeros. Así
da gusto pasear el pueblo.
Mirándolo por todas
partes, pude constatar la consistencia de los materiales con que lo hicieron.
Que ha durado y aún dura, aunque ya no tenga más utilidad que ser mirado y
admirado.
Por un momento pensé
en el animal de tiro que lo arrastró. Fuese mula, macho, yegua o caballo, cómo
le costaría llevarlo cargado si vacío mete miedo. Y eso que le falta el
tablero, que ¡dónde parará!
Mejor así, de puro
adorno, que los tiempos que este carro viene a recordar no fueron buenos ni
para las personas ni para los animales.
Pero no había otros.
Y con todo y con eso cómo recuerdo cuando me llevaban y me traían montado en el
carro de varas. No había mp3, ni aire acondicionado, ni airbag, ni
limpiaparabrisas. Tampoco había prisas más allá de lo que el sol dibujara en la
esfera del cielo, y casi siempre se iba cantando, aunque se llorara por dentro.
Pues eso, que aún
estamos en octubre, aunque empiece el personal el puente de los santos.
Miguel Ángel, amigo, aquí me tienes otra vez, recién jubilada y aún con la pájara de no saber qué hacer ni dónde tengo el reloj ni el calendario. Lo que sí voy a tener a partir de ahora es tiempo, además de una nieta nueva, que nacerá previsiblemente la semana próxima, una hermanita de Werkines. Y más pequeñas noticias de la vida que iré dándote. Me encantaría que fuera personalmente, y no creas que no lo hemos pensado: un viajecito para conocerte en persona y darte un abrazo. Ahora ya puede ser. ¿Y tú? ¿Qué tal va todo? ¿Se jubilan los curas o eso es para todos los siempres? Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarY ahora, lo del carro. Emotivo para mí, que de cría he jugado encima de uno de esos, debajo de una carrasca. Y no con ese carro, sino con una tartanica tirada por la mula Carbonera nos íbamos desde Los ceballos, el campo de mi abuela, a Balsicas a oír misa. Gratos y lejanos recuerdos.
ResponderEliminarMiguel Angel, aquí en Cataluña se celebra la castañada(se asan castañas y boniatos al fuego de leña) y se comen unos dulces muy típicos que se llaman "panellets"
ResponderEliminarpero yo he celebrado otra cosa mejor: el cumpleaños de mi madre.
En casa no tenemos costumbre el dia de todos los santos ir al cementerio.
Que pases este dia festivo de todos los santos bien.
Besos.
Tranqui Fuensanta, ya verás cómo todo se despeja y consigues ver el bosque. Precisamente Anna también está jubilada y se ha montado su gozo a la perfección. Porque es eso, gozo y júbilo poder organizar la propia vida sin un programa predeterminado y obligatorio. Con la cantidad de cosas que tú sabes, vas a disfrutar cantidad. Yo me pido que reanudes el blog, y sigas enseñando cosas…
ResponderEliminarY viajar a Castilla La Vieja puede caber perfectamente en tu programa.
¿Mi jubilación? Espera que cuento… uf, aún me faltan dedos en las manos. Los pies no cuentan.
Anna, aquí el día treinta y uno de octubre tampoco se hace nada, salvo que sea comienzo de puente como este año. Pero se preparan unos dulce muy ricos que se llaman precisamente "huesos de santo" que luego sirven para degustarlos con las visitas en el día 1. Ese día sí, por la tarde en mi pueblo se iba al cementerio. Ahora parece que también por la mañana empieza a ser costumbre visitar tumbas y recordar difuntos.
En mi casa hemos celebrado la fiesta de los santos, y creo recordar que mi padre traía pasteles para el postre. De cementerios, nada.
Feliz fiesta