A la salida del ayuntamiento, en el recorrido guiado y explicado por
Paz Altés, estaba programada la visita al palacio de Fabio Nelli, donde está el
museo arqueológico, para visionar el estandarte de San Mauricio y una maqueta
del edificio que acabábamos de disfrutar. Se hizo con prisa por la premura de
tiempo, y esto fue lo que logramos ver:
El estandarte de san Mauricio
En 1604, Valladolid era la
capital de España. El rey, Felipe III y su esposa, Margarita de Austria,
residían en el Palacio Real y toda su Corte se había instalado en la ciudad. La
vida ciudadana era un constante sucederse de festejos y celebraciones y eran
muchísimos los forasteros que llegaban hasta aquí, por uno u otro motivo.
Uno de estos visitantes
fue Magdalena de San Jerónimo, una mujer piadosa y valiente, que venía desde
Flandes, enviada por la hermana del Rey, la archiduquesa Isabel Clara Eugenia
(gobernadora de aquella parte de las posesiones españolas). Magdalena traía
consigo dos reliquias (se lo había permitido el papa Clemente VIII): los
cuerpos de dos compañeros de San Mauricio en la llamada Legión Tebana.
La
historia de la “Legión Tebana”
La
leyenda cuenta que san Mauricio era jefe de una legión del ejército romano. El
emperador Maximiano envió a Mauricio y a sus soldados, venidos desde la zona de
la Tebaida egipcia, a sofocar revueltas en la Galia en unión al resto de sus
ejércitos; pero, tras pasar los Alpes, los soldados romanos, antes de entrar en
batalla, hicieron un alto para ofrecer sacrificios a los dioses y Mauricio y
sus hombres, que eran cristianos, se negaron y fueron aniquilados en la
localidad de Agaune (Suiza), hoy Saint Maurice (San Mauricio). Los restos de
aquellos mártires se veneran en esta localidad.
Cuando Magdalena llegó a
Valladolid su intención era depositar una de las reliquias en el convento de La
Aprobación, junto al Puente Mayor, que ella misma había fundado; y la otra
regalársela al Ayuntamiento.
El Ayuntamiento aceptó el
regalo y dispuso su traslado a la Catedral. Con este motivo, organizó una
solemne procesión religiosa el día de la fiesta de san Mauricio, 22 de
septiembre. Para abrir tan importante comitiva (que, por cierto, recorrió media
ciudad, durante horas… ¡un auténtico acontecimiento!) se encargó un estandarte
confeccionado en damasco de seda color carmesí, pintado por ambas caras y
rematado en todos sus lados por pasamanería de hilo metálico.
Cara principal:
En
el centro aparece san Mauricio de pie, con la palma de mártir. En su mano
derecha sostiene un bastón de mando militar. Viste armadura y celada con
penacho de plumas a estilo del siglo XVII. Bajo su brazo izquierdo se ve la
empuñadura de una espada, también de época. Sobre san Mauricio, un ángel con
los brazos abiertos lleva dos coronas y entre ellas una cinta con la
inscripción “Sacra Thebeorum”. A la izquierda según se mira, aparecen el
anagrama de la Virgen María y el escudo del papa Clemente VIII. La imagen
central está rodeada por emblemas y escudos: arriba y abajo, el escudo de la
Casa de Saboya (sobrinos de Felipe III), el escudo real flanqueado por los
anagramas de María Magdalena y de Jesucristo y el escudo de Piamonte (por el
primogénito de los Duques de Saboya, que era maestre de la Orden de San
Mauricio); en los laterales, se repiten los emblemas de María Magdalena, escudos
de Valladolid, anagramas de Jesucristo y escudos de la Orden de Santo Domingo;
en los cinco lóbulos inferiores figuran, de izquierda a derecha (según se
mira): el blasón del obispo de Valladolid, el del duque de Lerma, el escudo de
la catedral (búcaro con azucenas), el de María Magdalena y, nuevamente, el del
obispo Acevedo. De todos los lóbulos colgaban borlas de seda y oro, uno de los
cuales se ha perdido.
Cara posterior:
El
anverso del estandarte reproduce la imagen de los mártires san Víctor y san Urso,
portando sus cabezas en las
manos y también con la palma del martirio.
Aprovechando la oportunidad dejo
constancia de algunas otras cosillas que vi en esta corta y rápida visita:
Y esto fue lo que no logramos ver, pero algún
día serános más propicio y tendremos ocasión de contemplarlo:
La
maqueta de la antigua Casa Consistorial. Primera
mitad del siglo XIX. Madera. 109 x 126 x 75 cm
Esta maqueta reproduce el
edificio en el que estuvo el Ayuntamiento de Valladolid desde comienzos del
siglo XVII hasta 1879, en que fue derribado. El gran incendio de 1561 obligó a
la reorganización urbanística del centro de la ciudad y se planteó entonces
edificar un “consistorio”. En su diseño intervinieron Francisco de Salamanca y
Juan Sanz de Escalante, así como Diego de Praves y Juan de Herrera entre otros.
El edificio tenía dos plantas. La fachada estaba flanqueada por dos torres. En
la planta superior, un gran balcón corrido con 17 ventanas. La torre central
tuvo un reloj, pero no desde el primer momento, sino que debió ser colocado en
1837, lo cual da sentido a la inscripción que lleva: “A la inocente Isabel II y
en utilidad del pueblo vallisoletano, año 25 de la constitución española”.
Una buena amiga me llama la atención por usar una palabra -"serános"- que nadie utiliza, sea o no correcta.
ResponderEliminarMe disculpo por esta repolludez. Pero no prometo nada, que me conozco y sé que tengo difícil enmienda.
Besos para ella.