Treinta años son demasiados años

 
La antigua almenara "La Torre del Loro", los relucientes contenedores de basura y el Océano Atlántico. Es Doñana
La letra del viejo tango está también aviejada. El tiempo no pasa en balde; y si se mide en años, treinta da para mucho; hasta para cambiar la faz de la tierra.
Eso me ha pasado a mí, que he repetido una excursión por el sur con más canas de las que quiero reconocer, intentando recordar lo que visité peinando una abundante mata de pelo color caoba.
Nada me resultó familiar, reconocible. El pequeño corsa, con climatizador, no es el antiguo dianseis con las ventanas abiertas de par en par; ni estas autovías aquella carretera estrecha. Pero tampoco aquellos campos abiertos y los pueblos blancos apretados junto a su iglesia son estas urbes desparramadas, que se extienden a través de arenales, pinares, marismas y barrancos. Tampoco el sabor es el mismo; aquel tenía acento andaluz, éste malamente puede llegar a discriminarse.
Todo ha ido perdiendo personalidad, se ha planificado, uniformizado, hasta el punto de hacerse irreconocible.
Sólo el sol, el cielo, el aire, el agua permanece. Y la luna, que me ha tocado en creciente.



Pero los atardeceres, ¡ah! ¡¡¡Im Presionantes!!!

2 comentarios:

  1. Todo cambia miguel Angel, y como tú bien dices treinta años son muchos años.Pero siempre te queda ese olor, ese sabor...que no cambia.
    Sigo recorriendo tu blog aunque no deje comentarios.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Esa almenara, que servía de puesto de vigilancia ante el acoso de los piratas berberiscos, dicen que tuvieron que trasladarla de lugar, porque amenazaba ruina. Al final tuvieron que derribarla porque se caía.
    Todo pasa, pero todo tiene su tiempo. Ahora, yo he sido testigo, utilizan esas ruinas como marco para hacerse fotos los recién casados que celebran el banquete de bodas en el cercano Parador Nacional de Doñana. Cosas de la vida.
    También yo te visito con frecuencia. Un saludo.

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