Tal día como hoy, y
hace veintiocho años, él, acompañado por el entonces párroco de La Rubia, leyó
el decreto de constitución de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y de
mi nombramiento como párroco de la misma.
He tenido que
limpiarme las legañas de los oídos y el cerumen de los ojos para asegurarme de
que fue así, porque la memoria ya empieza a flaquearme.
Una vez comprobado el
asunto tras mirar en mis papeles, me ha dado por pinchar en Internet, por ver
si la memoria colectiva es más firme que la mía. Y sí lo es. No sólo he visto
su cara, tal cual la recuerdo de los años ochenta finales; también he
recuperado su voz.
Esto es lo que más me
ha gustado, volver a verlo y escucharle.
¿Alguien ha dicho que
estaba dormido? Pues no; tampoco lo abdujeron.
Si quieres te lo
grito: ¡Vive!
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