Aquí estoy porque me
han traído, pero ya que me sacan me presentaré.
Soy Chispa, tengo
casi tres meses y todo por estrenar. Mi llegada no ha sido casual, sino
calculada. Así que tendré que ver la manera de no defraudar.
Es posible que me
usen para tapar un agujero que alguien dejó y aún está vacío.
Tal vez me quieran
para ir de suplente de quien ya ha dado todo lo que podía dar, y aún colea.
En fin, y puede que
simplemente me quieran para hacer una familia más grande.
De momento no sé
nada, quiero decir que a parte de mis cabriolas y zalemas no tengo ninguna otra
habilidad: ni cazo, ni pesco, ni guardo la casa.
Si me tratan con
paciencia iré aprendiendo; prometo ser diligente y aprovechar todas las
ocasiones de satisfacer a mi amo. De momento me han asignado a Carlos. Pero
intuyo que es el Jefe el que me va a prestar más atención.
Estaré sobre aviso,
porque hay uno con barbas que me ha mirado aviesamente. ¿Tendré yo la culpa de
ser una perrita pointer? Nada más verme ha empezado a sacarme defectos: que si
soy pequeña, que si tengo una mirada aguada, que qué color más ordinario, que
menudo manojo de nervios, que vaya orejas más raquíticas… Y no me ha hecho
demasiado caso. Claro que él tenía otras cosas en qué pensar: salió con tres y
volvió sólo con una; y porque ya está muy anciana, que si no, regresa más solo
que la una.
Para demostrar lo
poco que me aprecia, aquí dejo una muestra de cómo me dejó sola ante el
peligro:
Una cosa digo, no
pienso mirar nunca hacia atrás. Así que nadie se lleve a engaño conmigo. Aquí
sólo me he girado para que se pueda apreciar el collar nuevecito que me han
puesto. Prometo llenarlo pronto y pedir uno más grande, pero de otro color;
pongamos, por ejemplo, ¿rojo?
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