Quince días justos


Quince días es el tiempo que ha aguantado Conso sin Francisco. Él se fue, falleció de muerte natural, tal que el sábado 30 de junio. Ayer fue ella, a media mañana del 14 de julio, la que se despidió sin mediar palabra. Francisco con 95, Consolación los 99 el mes que viene.
Es otro domingo más que celebramos un funeral a mediodía, y empieza a resultar habitual. Convierte la misa mayor en secundaria, y deja al día festivo como devaluado.
Se ausentaron los abuelos del barrio; se cansaron de ocupar una plaza que ya no querían, y hace tiempo habían solicitado fuera puesta como vacante. Al fin lo consiguieron.
Dejaré de visitar su casa, ya vacía; ya nunca más me detendré para charlar con ella en la calle cuando la sacaban de paseo. Sólo retendré en mi retina su pequeño cuerpo desvalido y la última frase que me dijo el pasado domingo cuando casi como despedida me dijo “¡qué se va hacer!” tras recibir la Comunión.
Poco a poco llegaba hasta la iglesia, siempre en domingo o festivo, con sus piernas hinchadas y su rostro dulce. Sonriente mientras pudo valerse, dejó de hacerlo pero sin agriar el gesto conforme su naturaleza fue perdiendo fuerza y movilidad. Al final era quietud casi completa.
Conso redimía a Francisco, y al final hasta le cedió el paso. Le toca ahora a él hacerle los honores, ya que no puede estar en el funeral de su mujer, ni derramar lágrimas como hizo ella.
Conso y Francisco, no creo que dejéis allá de ser lo que habéis sido siempre acá. Si aquello es la Gloria, tú, Francisco, recibirás nuevos oídos para escuchar músicas celestiales; y tú, Conso, unas piernas ágiles que te permitan pasear por el Cielo tu permanente sonrisa bondadosa. Ya no volverás a repetir tu queja más sentida: "¡estas piernas!"
Pero aquí nos dejáis; resignados, claro; pero un poco tristes.

1 comentario:

  1. Un largo camino compartido.
    A veces la eternidad del amor,
    nos deja ver un atisbo.

    Saludos Miguel Angel.

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