Trece añazos


Digo yo que no sabrá que hoy es su cumple. Como no mira nunca al calendario ni lleva reloj, supongo que el paso del tiempo le importa poco, simplemente deja que transcurra.
Es una suerte, porque de esa manera está libre de las prisas que nos agobian a los humanos.
No obstante estoy seguro que sabe perfectamente qué día es hoy, aunque no lo nombre como nosotros; ella sabe que los domingos el paseo matutino es un poco más breve, porque tengo que ir a La Arbolada. Como sabe que los domingos mi siesta dura un cuarto de hora más, porque me lo concedo. Y ella acorta dócilmente en la mañana, y alarga también con docilidad por la tarde. En compensación tiene doble ración de coche, porque se va conmigo a la piscina, cosa que a diario no ocurre.
Friolera siempre ha sido. De modo que no está al sol porque tenga los huesos fríos, sino porque le gusta a placer. Cuando tiene la piel a cien, se mete al fresco de la casa hasta que se le pasa el calentón. Luego vuelve a la andadas.
En cambio en invierno no rechaza un mantón por encima que le pongo todas las noches.
Claro, esto ocurre en casa, donde deja a un lado su ardor guerrero. En el campo, salvo el agua, que ni por abajo ni por arriba le gusta, no hay nada que se le resista. Sale atropellada del coche, y le cuesta dios y ayuda volver a él. Sólo en algún momento del paseo campestre se me acerca para tranquilizarme. El resto es correr y curiosear. Y digo yo que, aunque me lo oculta, habrá cazado más de uno y más de dos gazapos. Sabe perfectamente que no quiero que toque nada. Pero yo también sé perfectamente que no me hace ningún caso.
En fin, hoy es su cumple y no va recibir ningún regalo. Ni falta que le hace.

2 comentarios:

  1. Ya ha recibido un regalo estupendo con esta entrada. ¡¡Felicidades!! Casi compartimos día, que ayer fue el mío... :)

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  2. Carmen, pues felicidades, aunque sea tarde. Y que cumplas muchos más… pero de uno en uno, o de dos en dos.

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