Viernes de cuaresma, ayuno y abstinencia

 

“¡Le ley es para cumplirla!”, voceaba más que decía un, no sé si energúmeno o no, componente de aquella jauría en el juicio de hoy de la tele, al tiempo que me dormía suavemente arrullado por el ronroneo de Berto, adosado a mi espinazo.
Y soñé. Y me acuerdo del sueño, que ya es fastidio. Soñé lo que me pasó esta mañana. “Ahí te dejo la olla puesta. Cinco minutos y la apagas”. Tras la orden acatada, me dispuse a realizar las faenas que más me divierten, las chapuzas. Juraría que apagué el fuego y que no retiré la olla para que las alubias se fueran terminando de hacer al amor del calor. Pero por los consecuentes he de deducir que no lo hice. Así que llegado el momento de ponerse a la mesa, las alubias eran una plasta pegada al hondón, y entre medias unos vestigios óseos de lo que al parecer eran costillas de cerdo.
Soñé que recibía una reprimenda por saltarme la abstinencia de este viernes de cuaresma.
Soñé que asimismo me era perdonada la falta en la penitencia de ingerir aquello como única colación. Una pera conferencia de postre dio por concluido el desaguisado.
Ya despierto percibo que el día está amenazando tormenta. No es que me de por aludido, pero por si las moscas paso a comprobar si en lo de las chapuzas también lo he pifiado. Compruebo que no, y que por lo tanto ahí no hay nada que purgar.
Y despierto sigo cuando entro en la nave almacén y la veo abarrotada de gente con bolsas y con carritos. ¿Debería dar aquí una charla cuaresmal acerca de las penitencias propias de estos días? ¿Sería buen complemento, al tiempo que se les dan alimentos, recordarles, decir a estas personas, a modo de plática, que el cuerpo es para ser refrenado y que el templo para ser visitado?
Caigo en la cuenta de los pensamientos que me asaltan y pego un respingo. ¡Vade reto, Satana!
Cada viernes por la tarde, para quienes llegan hasta aquí, sea cuaresma, sea adviento, es pascua. Vuelven para casa con la compra hecha y seguro el condumio por lo menos hasta la semana siguiente. Y alguno/a, con más suerte, encima encuentra trabajo.
Ya completamente despierto, concluyo lo malo que resultaría yo de predicador. Ahorita mismo empiezo un quinario para pedir esa gracia, que nadie me llame.

3 comentarios:

  1. ¡Hola Miguel Angel!...por lo que veo hoy te has hecho un banquete de "alubias al achicharrado del fondo de olla", con restos de costilla de cerdo desmigadas por el calor....jejejeje¡ cuando se tiene hambre ese es igualmente un manjar de dioses, amigo. Lo que va a costar limpiar la olla después del enganche.
    "Las Chapuzas" entretienen y distraen, es verdad, aunque el despiste lo has llevado al extremo.
    Seguro que la pera te ha sabido a poco y bien dulce.
    Predicar no se que tal lo harás pero escribir, escribes mucho y hoy me he reído imaginandote delante del desaguisado.
    Un abrazo.

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  2. ¡El chiste que bueno!.

    Pero mira que eres despistao...quemar las alubias.

    Ya te he leído días pasados, he visto que tenéis el lomo lleno agujetas y la despensa llena de comida.

    Bueno, será cuaresma para los que comen carne todos los días que para los que no la catan bueno sería un buen cordero, o lo que sea.

    Mañana y pasado tenemos el II Foro de Espiritualidad en Alcoy, muy interesante; hay gentes de diversas confesiones religiosas incluidos ateos y los ponentes también abordan la espiritualidad desde sus diferentes creencias, siempre empezamos con meditación, silencio y terminamos con meditación y oración.

    Hoy he estado en la psiquiatra y me ha dado el alta, ya no tomo medicación y el viernes próximo comienzo a trabajar. Ya ves parece que la nube se va haciendo cada vez mas pequeña.

    Yo también te quiero.Besos

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  3. Olímpica, (con permiso), salvo el primer pronto de la regañina sobrevenida y de mi propio disgusto, el resto del día ha sido realmente florido y hermoso. Bueno, algo me he mojado a última hora por culpa de un nublado torpón que no sabía si reír o llorar. La cazuela ya está limpia y reluciente; las alubias, digeridas; la pera ha sido completada con frutas a mogollón en la cena y de prédicas no me hables, que cuando las empiezo luego no sé acabarlas. Esto de escribir lo hago a salto de mata, mientras voy y vengo y paso por delante del ordenador. Y si te hago sonreír, ¡qué más quieres! Yo me siento satisfecho.
    Un abrazo.


    Laura, ves cómo somos fuertes, como el amor; y no podrán nada en nuestra contra ni las aguas caudalosas ni la muerte inevitable.
    Por aquí estuvo Martínez Lozano y causó sensación. Si vuelve y tengo oportunidad, me acercaré a ver. Aunque a mí me va otro tipo de espiritualidad… más a campo abierto.
    Las agujetas se pasaron enseguida y el almacén tardará un poco más en vaciarse. De momento el próximo martes volvemos a rellenarlo.
    Y así pasamos la vida, trajinando. Y comiendo bien, que no todos los días se me quema la cocina.
    Besos.

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