Huelga decir aquí que la pasarela Cibeles me importó un pimiento mientras duró, y duró lo suyo.
Tampoco aquel desfile, a ver si recuerdo dónde fue… ¡ya caigo! en Roma de Federico Fellini, con cardenales exhibiendo su tallaje y su imponencia, me
resultó interesante. Y en cuanto a los modelitos sobre sores y fráteres en faldas midi o bermudas maxi de los lejanos setenta, qué voy a decir sino que
pasaron para mí sin más pena ni más gloria. Un poco me fastidió nuestro querido Buñuel que en La vía láctea tocó un algo las narices de alguna parte del personal clerical y subalternos. Pero esto fue mucho antes, dónde va a parar.
Pero basta que ya estemos en los medios por causa mayor como es que la gente vea, oiga y se de por aludida en lo que al curato se refiere, que es que parece que no se enteran de que existir existe, y puesto que mañana es el día D, por ser el día del Seminario (semi ¿qué?*), un alma cándida y sencilla me hace llegar esta nota de ecos de sociedad que yo corro a publicar, para que conste en acta que las más altas instancias están sumamente preocupadas y ocupadas por estar al tanto de las últimas corrientes y tendencias, no sea que la moda más in les pille en paños menores y con nada que poner sobre sus tristes y amojamas personas.
Con motivo del día del seminario los modistos españoles Victor y Luisillo organizaron un
original desfile de moda en las estancias privadas del Vaticano. Con el título “Curas para el futuro”, los diseñadores presentaron a la curia vaticana un variado muestrario de ropas sacerdotales.
Lo primero que llamó la atención de los asistentes fue el carácter unisex de todas las propuestas. Preguntados sobre este particular, Victor y Luisillo afirmaron que en unas décadas habrá que vestir tanto a sacerdotes como a sacerdotisas.
Al ritmo de djembés y bucarabus la pasarela se llenó de colores y texturas africanas. Los diseñadores desechan los tonos grises de antaño que -según ellos- transmiten tristeza y segregación, decantándose por telas y dibujos del continente africano lugar donde se está gestando un nuevo rostro de Iglesia cercana al dolor de los más pobres y danzarina en sus celebraciones. Para resaltar estos aspectos, todas las camisas presentaban un corte asimétrico a la altura del corazón (órgano que crece desmesuradamente en los curas que hacen de la misericordia y la ternura el fundamento de sus vidas), y todos los pantalones mostraban perneras anchas y tiro bajo para facilitar saltos y bailes. Para Victor y Luisillo no se debería ordenar a ningún sacerdote que no sepa bailar, ¿cómo celebrar al Dios de la Vida sin mover los pies?
La apuesta por los cortes asimétricos también se dejó ver en unas mangas desmesuradamente largas para permitir acogedores y cálidos abrazos, gesto que los sacerdotes y sacerdotisas deberían repetir constantemente a lo
largo de su vida con todos aquellos y aquellas que la sociedad y las religiones excluyen. En un guiño a los años setenta se recuperan las hombreras que
permiten al cura cargar sobre sus espaldas con el dolor del mundo.
Esta línea de ropas coloridas, cómodas y asimétricas ha sido bautizada con el sugerente nombre de “Colección GS” en alusión a la constitución Gaudium et spes
del Concilio Vaticano II. Una moda que viste al cura con los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de todas las personas, especialmente
de las marginadas y empobrecidas.
La sección de complementos fue muy celebrada por el Sumo Pontífice. Aficionado a los sombreros, el papa disfrutó con los gorros de bufón que lucían todos/as los/as modelos. Los curas, como los bufones -explicaron los diseñadores- deben denunciar con humor y contundencia que “los reyes -todos- caminan desnudos”. También fue muy valorada por el pontífice la variedad de gorros de cocinero/a especialmente diseñados para unas personas llamadas a ser expertas en banquetes y mesas compartidas. El papa agradeció con un españolísimo “olé” el simpático regalo de los modistos españoles consistente en un delantal de cocina con el escudo papal bordado a mano.
Más criticada fue la elección del calzado. Rompiendo nuevamente la tradición, en lugar de sandalias de pescadores y mocasines blancos, Victor y Luisillo proponían botas katiuskas para que los/as sacerdotes puedan andar cómodamente por el barro y las barriadas de nuestro mundo.**
* Seminario: Con artículo determinado o indeterminado, y el añadido complementario de la preposición de correspondiente, grupo de alumnas y/o alumnos, no importa que vayan revueltos, mezclados o emparejados, que se juntan con un profesor o una profesora, o también ambos juntos y aderezados a su buen saber y entender, para tratar de letras, ciencias o cualquier otra
materia del saber humano. En cualquier centro de estudios o de trabajo se conocen
y se usan por lo tanto.
Si va sólo acompañado por el artículo determinado masculino singular, no cabe la menor duda: es el seminario de la diócesis, también llamado conciliar. Y dícese de aquel lugar donde, cual semillero, se preparan unos jóvenes, nótese el masculino del género, para dedicarse al estado clerical o eclesiástico. En otro tiempo estuvieron a reventar; ahora están flácidos o cerrados.
** Nota remitida por nuestro enviado especial Pepe Laguna, testigo ocular del evento. Quien quiera saber más que pregunte.
No me entero, Míguel, se ve que estoy corta de reflejos.
ResponderEliminarTu entrada me recuerda a aquella nota tuya " se ofrece pastor, casa, luz y leña, razón sacristía".
El Foro un Gozo.
Besos