El camión de alimentos


Sí, hoy ha tocado descarga. Aunque avisaron que esta vez iba a ser mucha menos cantidad, el acta que nos han entregado indica 34.696,415 kg/l; que digo yo que cómo afinarán incluso hasta los mililitros o los gramos, según, en tan enorme cantidad. El caso es que hoy hemos descargado el primer envío, o sea casi doce mil kilos. Mucho bulto, porque estaban las galletas. Mañana llegará la leche, ella sola diez mil litros, o sea, muchas vacas ordeñadas… Y si encima viene el arroz, habrá que trabajar más duro. El resto, el miércoles después de San José.
Visto cómo llegó el vehículo metía miedo. El bulto era descomunal. Sin embargo lo vaciamos en apenas una hora. ¿Cómo?
Muy sencillo. Si las treinta personas que estuvieron esperándole durante toda la mañana tuvieran trabajo que realizar, además de una pasta gansa, nos habría ocupado casi todo el día el trasiego de cajas y paquetes. Y al final, estaríamos hechos unos zorros. Pero ni siquiera sudamos. Fue hasta divertido.
Bajaba el palé, yo cortaba la película de plástico con el cúter, y, visto y no visto, quedaba sobre el suelo el maderamen pelao libre de carga. Lo retiraba, y ya estaba sobre el mismo trozo de suelo el siguiente palé. Cortaba yo con el cúter, y brazos fuertes y curtidos retiraban cajas hasta dejar de nuevo otro palé vacío. Así hasta los veinte que traía el camioncito de marras.
Además de cortar con el cúter y retirar palés vacíos, también tuve que escalar a una montaña de cajas de galletas para engancharla por los flejes a la pluma. Fue entonces cuando el maquinista me preguntó que qué edad tengo. Le respondí, y fue él el que me dijo también la suya. Siete menos. ¡Bien! No obstante, y al ver mi torpeza con los mosquetones, se atrevió a comentar que cada uno para lo que está capacitado. No dije ni mú.
Pero de lo que sí hablamos, allá arriba, en la caja del camión, fue de lo triste que es ver tanta fuerza y tantas ganas sin aprovechar. Y todos contentos porque hoy pueden decir en casa que han estado trabajando. Y se pondrán en el plato doble ración de macarrones con tomate, y se beberán uno o dos, incluso tres, vasos de zumo rico de frutas. Para cenar, seguro que sopa de la abuela con fideo cabellín y una taza de natillas, ricas, ricas…
Y tranquilos y confiados, porque aunque son muchas bocas y demasiados estómagos, con esta cantidad tendremos casi hasta el verano.
No es solución, ya lo sabemos. Esto sólo es pan para hoy y hambre para mañana. Pero confiamos, porque si los pájaros comen, y eso que no siembran ni recogen, algo se nos ocurrirá, digo yo, algo encontraremos.
No me voy nada tranquilo a la cama esta noche. No porque mañana tengamos que descargar otro camión, eso no tiene importancia. Además no me dejan trabajar, me quitan de las manos la carga si se me ocurre agarrar algo. Es que me abruma pensar que desde la parroquia sólo podemos ofrecer esto poco, que además nos lo regalan. Y esta gente necesita otra cosa, respeto por ejemplo, palabras sin vuelta de hoja, seguridad y confianza, saberse útiles y no carne de cañón que sirva de pelota y de argumento de los unos y los otros. Dignidad.
Plenamente dignos estuvieron mientras duró la faena. Al terminar, cada quien se fue a su casa, donde les esperaban la fregona, el cepillo o las camas por hacer. Y puede que también la cocina. Ellas volverían tarde de limpiar casas ajenas o de acompañar niños extraños, porque eso de momento se mantiene.
Me estoy repitiendo, lo sé. Esto de ahora ya lo he escrito antes, puede que más de una vez. Y me temo que volveré a hacerlo. Incluso con muy parecidas palabras. Son las que tengo. Y este mundo no parece ser fácil de cambiar.

5 comentarios:

  1. Miguel...una mañana de trabajo y algo que echarse a la boca.....y que dure la entrega de este cargamento.
    Interpreto que para tu edad estás muy bien...
    La quedada se hizo y fue estupenda, cuando tengas tiempo entra en algun blog (ya que digo de Jose Vte,por elemplo) y te llevará a ver alguna foto que ellos has subido en sus entradas...No pudo asistir Angel de "Confesiones de un medico", pero si estuve hablando con Laura, que vino de Xativa, largo y tendido, una bella persona, y supe que os conocíais desde hace muchos años...Te recordé ese dia.Te envio un abrazo.

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  2. Si sirve de consuelo, es la primera vez que lo leo, aunque estos últimos días haya estado picoteando: “Mi Pequeño Mundo”.

    Por tu blog, o tus comentarios en el de Bernardo Pérez, veo que el espíritu de una parte de la Iglesia Latinoamericana, también vive en nuestro terruño en una pequeña parroquia de Palencia (habrá otras claro está, pero las desconozco).

    No sé qué palabras añadirle o restarle a la dignidad de tus parroquianos. Veo crecer rápidamente la cizaña en todos los campos, y me pregunto si realmente fue una ilusión el creerlos labrados. O que la semilla fue desperdigada en la superficie y no arraigo. Aquí y allí pequeñas luces, todas fuera de las parcelas del poder.

    Algunos días siento el amor y la esperanza ubicada en las pequeñas luces. Otras muchas veces (desgraciadamente cada día más) siento odio, odio a la ceguera de mis semejantes, a ese monstruoso YO, que engorda un terrible dragón privado de casi todo sentimiento. Y me descubro lanzando duras palabras, gritándolas, y entonces me pregunto si no estoy también alimentado el dragón al que quiero combatir.

    Gracias por tus palabras engarzadas primorosamente entre cajas de galletas.

    Un saludo. Joan

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  3. Anna, acabamos de descargar el segundo camión y vuelvo para contestarte. Es un alivio este "colchón" alimenticio que nos permite paliar la necesidad que de otra manera lanzaría a la gente al pillaje. Nadie quiere violencia, pero si las cosas no se encarrilan adecuadamente, todo es posible.

    Me alegro de la experiencia que habéis tenido. Ya iré mirando fotos y explicaciones.


    Joan, claro que consuelan las palabras. No deberíamos racanearlas tanto como lo hacemos. Es un placer leerte.

    Por supuesto que unos días son claros y otros tormentosos, pero luces siempre hay, estén visibles o invisibles. El odio nunca ha sido buen consejero, no sirve para otra cosa que hacernos aún más daño. Más que reprimirlo, es preferible desterrarlo.

    Tomarse unas galletas, aunque sean a palo seco, no es una chiquillada, sino un canto a la vida. Cada vez que ofrezco una a mis amigos perros, con su rabo y sus zalemas manifiestan su alegría y su amistad. Y si no hay galletas, con un cantero de pan se conforman y lo agradecen de igual modo.

    Un saludo.

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  4. La gente necesita otra cosa...pero mientras hay que comer.
    Me ha gustado leerte hoy, justamente hoy que he tenido un día de perros. Gracias por este pedacito de esperanza.

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  5. ¡Claro! Carmen, el hambre es muy mala consejera.
    Ya siento este día tan terrible. Tal vez mañana sea diferente, y te sorprenda para bien.
    Lo de las sorpresas me suele ocurrir con frecuencia. Tú no pierdas la esperanza…

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