Morir para seguir viviendo



Hoy mi amo estaba de especial buen humor y en cuanto bajé del altillo se puso a jugar conmigo. Enseguida me di la vuelta y le ofrecí mi barriga; ¡cómo me gusta que me acaricie en esa parte blanca de mi cuerpo!
El caso es que hoy ha amanecido un poco antes que ayer, ¿será normal? Juraría que cada día el sol apuesta con alguien que él se levanta de la cama antes que nosotros. Hace apenas nada de tiempo cuando asomaba por el horizonte ya hacía tiempo que nosotros estábamos trotando.
Bueno, pues hoy, no; se ha dado tanta prisa en despertarse que el pinar estaba todo iluminado. Y claro, enseguida que lo vi me lo supuse: por aquí ha estado alguien haciendo de las suyas. Porque ayer no estaban así los pinos, “señalados”.
Durante el paseo, entre meter el morro por aquí y por allá, seguir un rastro y otro, ladrar a las torcaces y de-fe-car (¡qué gran placer!) en pleno campo, le he oído a mi amo comentar lo de las señales. Y creo que algo he entendido.
Parece ser que ayer, porque durante esta noche no creo, alguien vino con un hacha y fue haciendo tajos en la corteza de algunos árboles. Unos grandes, otros torcidos, otros muy juntos, otros casi desmochados. En fin, como si dijéramos, los sobrantes. Y “a luego” vendrán con la motosierra, o “pué” que con alguna maquinorra, y los sierren o los arranquen de cuajo, y se los lleven para hacer tableros o para las instalaciones de la “biomasa” esa que tienen los de la Junta en el Vivero Forestal.
Según mi amo parece ser que es que se estorban unos a otros, que se comen la sustancia, y no se dejan crecer. Varios ya han caído este invierno, totalmente muertos; ni siguieran valen para quemar, porque están como fofos.
Así que para que muchos vivan, algunos tienen que morir, o ser matados.
Dice mi amo que es ley de vida, que siempre ha sido así y que no hay manera de cambiarla.
Yo, por si acaso, a partir de ahora voy a ser bueno, y a no comerme las galletas de la Moli ni del Berto; no sea que se piensen que estoy impidiéndoles crecer, y me den el pasaporte.
Pero como me dejen suelto, seguiré jugando al “esconderite”, porque me divierte mucho verle correr tras de mí, aunque me pille siempre, siempre, siempre.
¡Jolín cómo corre el tío!
Pues eso, que dentro de poco vendrán y se llevarán unos cuantos pinos, y el pinar seguirá estando vivo. Y yo seguiré husmeando, y ladrando, y tirando del ramal con todas mis ganas.
¡Ah, sí, y también defecando!
(¿Verdad que soy muy fino hablando? También sé decir "miccionar" y "peer". Pedorreta no me sale, que a mí me ocurren silenciosos; pero huelen…)

Firmado: Gumi
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Se me olvidó decir que todas las imágenes se pueden ver a tamaño natural pinchando en cualquiera de ellas; sale la ristra entera y son guaupísimas…

Durante la siesta, Moli me ha explicado a su estilo cómo está este país. Y ha dicho que como cuento, está muy bien mi relato; pero que si he tratado de hacer una parábola de actualidad, ella que ya es sabia por vieja y porque sí, cree que no estoy muy desencaminado. Algunos ya han sucumbido; a otros hay que darles pasaporte; y como entre árboles no hay libertad ni autonomía de movimientos, los que sobren seguirán muriendo… aunque de pie, como les corresponde. Esa es su condición.

Yo soy aún un joven inexperto, y sólo sé que no sé nada. Así que miro, escucho y callo. Pero deseo que el pinar siga existiendo, porque corriendo por él me lo paso chupi.

5 comentarios:

  1. Te tengo dicho que seas más discreto. Ni ladres a los perros, ni molestes con tus ruidos a los peatones que pasan por la calle. Has tenido que hacer un post del pinar y de los pinos señalados, y, como se enteren los que me temo, igual nos salen al paso y nos prohíben volver por allá. Callados estamos muy guapos y no levantamos ninguna liebre. Claro que a ti las liebres te gustan corriéndolas. Eres muy bruto y nada obediente.
    Más le habría valido a Moli darte una explicación de todo esto, ella que te entiende y sabe decirte las cosas; porque a mí no me haces demasiado caso, ya se ve.
    Mañana veremos si el paseo le damos por aquí o por allá, para que aprendas.
    En cuanto a las fotos, ¿se puede saber quién te ha dado permiso para sacarlas de la máquina y ponerlas aquí?
    Te vas a enterar quién es el que manda.

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  2. Bueno, digo yo, Míguel, digo AMO, que no es para ponerse así… A mí me ha gustado todo mucho, el paseo por supuesto. Pero no sé cómo habrá podido Gumi ver esas cosas que dice en los pinos; yo sólo miraba para el suelo y olía buscando rastros. ¿Es que se puede hacer otra cosa en el pinar?
    Este hijo mío está saliendo muy listo. Seguro que termina en Alemania, seguro. Allí sabrán valorarlo.

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  3. ¡Haya paz en la tropa! No es para tanto, que al fin y al cabo lo de Gumi sólo es una pequeña travesura. Además, tú, miguelangel, fuiste el que primero dio la nota, hace un mes, diciendo que volvíamos al pinar. Con la excusa de ver el sendero, te marcaste un par de entradas, y te enrollaste como sueles hacer. Que ya te lo han dicho muchas veces, que incluso en las homilías duermes a los cocodrilos. Si ahora se entera la autoridad y nos sale al paso, recuerda quien fue el primero en dar el cante.

    Dicho esto, Gumi y Berto tienen otro sitio donde poner lo que les de la gama, que se vayan allí a decir lo que sea. No tenías que habernos apuntado a este blog, que es tuyo y donde te crees el dueño y señor. Pero claro, así te das el pego de que compartes y dejas hablar, y eres demócrata, y esto y lo demás allá… Y bla, bla, bla…

    A lo hecho, pecho. Y si Gumi te ha birlado el protagonismo, fotos incluidas, y además se ha marcado una historia real y bien chula, te aguantas y le dejas.

    Por lo demás, ya sabes que te quiero. Guau.

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  4. Bueno, vale, ya está, todo perdonado. Mañana madrugamos como siempre para irnos al pinar. No déis ya más guerra y dormiros pronto. El sol está al caer, digo a punto de salir.

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  5. Y ya sabes, Moli, que tú eres la preferida; pero os quiero a los tres… democráticamente, por supuesto, es decir, a mi manera. Yo también tengo mi república particular.

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