La piscina está triste



No ha podido ir esta mañana como solía. Esta mañana no. Se murió de madrugada, con la aorta reventada.
Pero ayer sí que fue, por la mañana. Era su hora. La tarde la dedicaba a hacer recados para Dolores o para sus hijos. Y a pasear, como ayer. Se le truncó el paseo justo en Los castaños cuando atardecía.
Juan era de Jatar y ella de Alhama, pero se vinieron para el norte, a pasar frío y a buscarse la vida. Juntos levantaron la casa y formaron la familia, seis hijos. Trabajos en el campo y la ciudad, de jardinero, hortelano, cachicán y lo que fuera. Lo último, cuidar piscinas ajenas. Mirar mientras otros se bañaban.
Pues soy socio de ésta desde que la inauguraron, me dijo hace ocho años, cuando yo también me asocié, por estricta prescripción médica. O sea, que Juan llevaba nadando… trece años.
Porque Juan sabía nadar. Mal, pero sabía. Ocupaba toda la anchura de la calle, tan lento que desesperaba a quien se metiera con él. No se te ocurra ponerte conmigo, que nado muy mal, me decía tantas veces cuando coincidíamos. Dicho, claro, con ese acento del sur que nunca perdió, y entre risas y medias palabras.
Claro que Juan era lento siempre. Cuando en bici, mismamente parecía que iba a caerse. Pero no. Era capaz de llevar en el transportín cargas imposibles. Era lo único que sabía conducir.
Si entrábamos juntos en las instalaciones, cuando yo ya salía, él aún podía estar en las duchas… antes de zambullirse.
Si te lo encontrabas por la calle, más te valía no tener prisa, él tampoco.
Sin embargo no perdía el tiempo. Iba sobre seguro.
La de cosas que hizo en su vida, no caben aquí; ni lo intento.
Ochenta y cinco años bien llenos, eso es lo que Juan tiene ahora como hacienda, nada más y nada menos.
Mañana le despediremos. Y ojalá no nos sintamos vacíos; sólo, tristes.
Esta tarde, mientras braceaba, veía a Juan compartiendo calle conmigo, y palabra que no me estorbaba; siempre me lo encontraba de cara.

3 comentarios:

  1. Miguel Ángel, cielico.

    Siento lo que cuentas como si fuera mío, como si Juan fuese el amigo de toda la vida que todos queremos tener. Grande, trabajador, pequeño porque esas personas apenas se notan, pero lo "llenan todo", correcto, agradecido a todo, a la vida, a su mujer a sus hijos... a los amigos.
    Como se dice: UN HOMBRE DE BIEN.
    Miguel Ángel:
    "No vamos a sentirnos vacíos, sólo, tristes".Preciosas palabras.
    Un abrazo para toda la familia y para ti mi cariño entero.

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  2. Lo siento mucho. 85 años llenos. Preciosa forma de terminar la vida.

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  3. María Luisa, lo has “clavado”. Así era Juan.

    Que no nos falten nunca personas como él.

    Y tú recibe un enorme abrazo, como el sol que ha lucido en este día teñido una pizca de tristeza.


    Carmen, dicen por aquí que bien está lo que bien acaba. Sin embargo, la vida de Juan no fue nada fácil.
    Esta vida esté preñada de misterio.
    Un abrazo

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