Un maldito absceso

Gumi antes del absceso

Tenía aquel dedo gordo como una remolacha. Y dolía. La uña parecía querer desprenderse por sí sola, y sólo rozarla me hacía ver las estrellas. Aguanté el dolor todo cuanto pude. Hasta que me dije, miguelangel, hasta aquí hemos llegado. Envolvíme el dedo en un pañuelo y apreté el envoltorio con la otra mano con todas mis fuerzas. Creo que me mordí el labio, pero el absceso reventó y a los pocos días ya podía de nuevo tocar el piano. Tenía 18 años y no me morí. Fue un uñero, y es historia.
Moli se mete entre los dedos espigas de perro cuando corre desbocada por los campos secos de Castilla. La maldita espiga termina saliendo por sí sola, pero en su lento recorrido por la mano arriba del animalejo va dejando un acumulo purulento que si no se saca, se enquista. Ella me consiente que se lo limpie, aunque no le hace ni pizca de gracia. Ya sabe bien que es sólo por curarla. Cada verano tenemos el mismo problema.
A mi amigo le han abierto el dedo. Tenía un absceso. Pero sospechaban algo más. Intervención quirúrgica en toda regla, limpieza concienzuda hasta el hueso, postoperatorio delicado y creo que esta mañana ya cavó su huerto, que falta le estaba haciendo.
Gumi no se quejaba, pero tenía un bulto a la altura de su riñón derecho desde que se fue de parranda y alguien o él mismo golpeó su cuerpo fortuita o premeditadamente. Al principio parecía una costilla dislocada, pero con el tiempo fue agrandándose y redondeándose. Cuando llegó a ser como mi puño, me mosqueé. Consulta. Sospecha de cuerpo extraño. Ecografía. Pinchazo. Extracción de líquido. No un barril, pero sí dos buenos tragos de cola. Y antibióticos. Gumi va recobrando su figura, poco a poco. No ha dejado de estar alegre y de tirar de mí como una fuerza bruta de la naturaleza.
Un absceso hay que reducirlo. Por las buenas, o por las malas. Su presencia no presagia nada bueno. Su extirpación no tiene por qué ser dolorosa ni traumática, pero si lo fuera aún así no habría que evitarla. Más vale morir con las botas puestas, que morir en cama comatosamente.
Esta vez no hay fotos. Hay que proteger la intimidad personal de todo ser vivo, sea mineral, vegetal o animal.
Gumi lucirá así después del absceso

2 comentarios:

  1. Si es que los seres humanos somos los únicos que añadimos sufrimiento al dolor.
    Me alegro de que Gumi se vaya recuperando. Un beso.

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  2. Me alegro por Gumi, Miguel Angel, los perros son muy fuertes y aguantan mucho. A mi Joki, siendo un cachorro, le ocurrió lo mismo: la esspiga se le incrustó en sus "partes nobles" y ni nos enteramos hasta pasados unos días porque el pobre ni se quejaba, pero le costó, y nos costó, tenerle hospitalizado una semana.¡Preparémonos para el verano!
    Feliz Año y un abrazo.

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