Como nos echaron del
pinar, hemos estado mucho tiempo haciéndolo por otro camino menos guay, pero a
mí no me ha importado. Con tal de salir al campo y oler, dónde sea y como sea.
Así que mientras yo tiraba del ramal para seguir rastros, mi amo miraba cómo
araban la parcela, como la sembraban, cómo tiraban herbicidas, cómo colocaban
los tubos de riego, cómo arrancaba la lluvia de sopetón según pasábamos y nos
mojaba, cómo las plantas iban creciendo y cómo iban languideciendo avisando que
ya el fruto iba rematándose en sazón. Luego llegó una cuadrilla y recogió todo
aquello que había desenterrado una máquina infernal que metía un ruido…
Moli rebuscaba y
masticaba. Y yo no me atreví, al principio, ni mi amo me animó; así que
esperé a ver.
Vinieron muchos, y se
llevaban en bolsas, cajas y sacos unas como bolas oscuras, algunas grandes, la
mayoría pequeñas.
Cuando ya nadie nos
molestó, mi amo empezó también a coger bolitas, pequeñas como gallaritas. Un día media
bolsa, otro día tres cuartos, y otro la bolsa entera. De este modo llenó muchas
cajas.
Un día algo hizo con
ellas, y a mí me llegó un olor… Claro, me dio a probar. Y me gustó. “Son
patatas asadas, Gumi, entérate de lo que vale un peine”. “¿Peine?”, dije. Y me quedé como estaba, pero
con la patata que comí me relamí. Luego ya sólo me daba las peladuras, el muy
tuno.
Ayer se acabaron las
patatas. Las pobres estaban arrugadas, y llenitas de brotes. Mi amo para eso es
muy paciente, y yo le acompaño pero sólo miro. Así nos hemos pasado un buen
rato, yo curioseando y él limpiando, pelando y callando.
Y él, rompió su
silencio, y también el mío, diciéndome: “Gumi, a patata regalada no la mires
el aspecto”. Y me
quedé como estaba. ¿Me estaré repitiendo?
Eso es todo lo que
hice ayer por la mañana. Bueno, casi todo. Esta vez me tocó patata guisada. Estaba de rica…
¡Eres genial, Miguel Angel!.¡Si más de uno fuera capaz de saber lo que se puede disfrutar con unas simples patatas!. Son capaces de hacerte pasar una buena mañana que no sabes que hacer.
ResponderEliminarCon mi cariño.
Rosi.
Ydigo yo, ¿es Gumi quizá quien te hace las fotos mientras limpias las patatas recolectadas? o, ¿acaso usas el automático?. Besos y buen provecho, Míguel.
ResponderEliminarRosi, no es para tanto. Son cosas sencillas con las que siempre me he llevado bien. Luego, cuando te las comes saben mejor, porque has incorporado tu propia persona. Lo de ir a la tienda, cuando ya no queda otra. Además, fíjate que compañía tuve.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Julia, pues hasta ahora y de momento no, pero todo se andará, porque Gumi aprende rápido. Ni sabíamos de estas fotos, tan absortos estuvimos con el desbroce y la peladura. Fue cosa de Pilar. Y el otro día, hurgando en su ordenador las descubrí y me dije, tate, aquí hay tomate suficiente para un post. Y aquí está. Gracias, pero ya nos las comimos.
Besos.
Este post es mío, y soy yo el que debería responder, pero nadie me pregunta nada. Pues que sepáis que dentro de poco sabré pelar patatas y tirar fotos. Estoy pensando en qué momento pillaré a mi amo de buen talante y hago que me lo enseñe. De momento sólo miro y como. Y no lo hago mal del todo, ¿verdad? Guau, guau, guau.
ResponderEliminarMiguel Angel, tienes hipnotizado al perrillo...han de estar requetebuenas esas patatas guisadas...
ResponderEliminarMe hace gracia veros.
Un abrazo.