Decidimos editar nuestro propio
cancionero para acompañar las fiestas y celebraciones en que nos viéramos
implicados. Y nos juntamos una mañana Domicio, Cacho, Sabo y servidor. El
último, el menos enterado, por supuesto.
Entre las canciones
propuestas por cada cual, una me sonaba muchísimo, pero nadie sabía la melodía
completa. Aún así la incorporamos.
Desde entonces hasta
ahora, ha llovido y escampado, ha zurrado el sol y la helada nos ha hecho
temblar, pero la canción ha permanecido intacta en las sucesivas ediciones y
ampliaciones de nuestro cancionero, que ya no es compartido porque ¡anda que no
han cambiado las cosas y las personas!
El que ahora usamos, engordado sobremanera con respecto al primero que hicimos entre todos, ha
multiplicado sus páginas y canciones por diez, o por veinte, qué se yo; pero
todas están controladas, y ninguna nueva se coloca sin tener su partitura o
melodía a buen recaudo.
Así pues, durante
casi treinta años ha habido una canción que nunca hemos podido entonar, porque
desconocíamos qué forma tenía, su origen y hasta su pedigrí.
Esta noche, tonteando
en Internet, he dado con ella. Y para sorpresa mía, resulta que nació para
Eurovisión. Item más, sorpresa sobre sorpresa, el primero en interpretarla fue
Eugenio, el humorista aquel de “saben aquel que diu…”, con el cigarrillo
permanente y la cara seria como un palo.
Balada
del maderero
Sonreír, trabajar,
es un canto al
porvenir,
la esperanza de un
hogar,
la razón de mi
existir.
Sé que soy muy feliz,
no me engaña el
corazón,
la madera para mí
es igual que una
canción.
Todo lo que un hombre
sueña
se puede lograr:
desde una cuna
pequeña
hasta un grandísimo
altar.
Al nacer un nuevo día
nace también la
ilusión.
Por eso canto a la
vida,
por eso canto al
amor.
Sonreír, trabajar,
es un canto al
porvenir,
la esperanza de un
hogar,
la razón de mi
existir.
Nos dio la sombra el
árbol,
sus ramas frescor,
madera son los
respaldos
de un árbol que tuvo
flor.
Es la guitarra madera
que hace volar mi
canción
del monte a la
pradera
con su mensaje de
amor.
Sonreír, trabajar,
es un canto al
porvenir,
la esperanza de un
hogar,
la razón de mi
existir.
Gracias por traerla. Me he pasado el santo día con ella en la cabeza. ¡No la oía desde esos años! Ni sabía que era de Eugenio, la tarareábamos las adolescentes de la época.
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