Deo gratias! era la respuesta correcta; e inmediatamente se
levantaba un alegre griterío en el comedor. Cien cucharas, por lo menos,
arremetían contra la sopa mientras aquellas bocas infantiles emitían, antes de
engullir el caldo frailuno, risas y frases alegres, contenidas en respetuoso
acatamiento hasta ese preciso instante. Ese día no había lectura durante la comida, y mientras el vocerío no rebasara unos límites razonables, todo estaba consentido, hasta dirigir la palabra a los de más allá.
Parecía un día normal, pero no lo era.
“Témporas”, decían, y aceptábamos sin más. En la primera hora de la mañana,
habíamos percibido que la liturgia eucarística se revestía de mayor ornato y
que aparecían ciriales, turiferario, capa pluvial… Es “feria mayor”. Doscientos
o más ojos como esponjas absorbían todo aquello y lo acumulaban en sus pequeñas
cabezas con/en silencio obsequioso. Si nada entendían, nada rechazaban.
Esto y otras cien mil pequeñas cosas
me recuerdan que, al fin y al cabo, hace tan sólo cincuenta años, o sea ayer
mismo, no me era para nada repugnante aceptar que Dios es Dios, y nosotros,
nosotros. Los tiempos ya no están cambiando, han cambiado ya. Pero yo sigo en las
mismas, por más que oigo mucho ruido, demasiado.
Hoy, en la Eucaristía, hemos celebrado
nuestra Acción de Gracias con el añadido de las “témporas”. Y al recordar
cuando el ser humano estaba tan en sintonía con la naturaleza, hemos ido
marcando los tres momentos de esta feria mayor: agradecer los bienes recibidos,
pedir perdón por el mal uso que les hemos dado y recabar la fuerza necesaria
para llevar adelante el compromiso de ser co-creadores. Es decir, todo un señor
programa para el nuevo curso que se inicia, dicho en términos escolares.
Al salir aún había luz solar, y me he
quedado tonto diciendo delante de la concurrencia ¡Cielos, qué luna! Y se han echado a reír ante mi infantil e ingenua
exclamación.
Palabra que lo he intentado, pero yo
con la máquina soy un desastre. Esto es lo que he sacado:
En cuanto el sol se ha metido he
vuelto a insistir, pero no lo he conseguido mejorar. Véase, pues:
Aún así, lo que he visto ha sido real,
y no me he podido reprimir; me ha salido sin pensarlo: Deo gratias!
Las fotos...¡ejem,ejem!...un puntito en el firmamento, pero bueno
ResponderEliminardeo gratias y vox populi....
Era preciosa. Poco más de media naranja, parecía una D embarazada por su parte izquierda, sí el palito vertical; y se veía cómo reflejaba la luz del sol marcando los mares y cráteres que tiene en su superficie. Y el cielo azul, sin nubes, completamente limpio. Pero claro, la foto, da pena, ya lo sé.
ResponderEliminarY también "panem et circensem";=)