Miedo a la libertad


En los últimos días he tenido acceso a reflexiones, opiniones, comentarios y otro tipo de expresiones acerca del papanatismo y borreguismo de una parte de seres humanos y de todo lo contrario de otra parte de la humanidad. Incluso he llegado a leer que es el miedo a la libertad lo que distingue a un grupo del otro, que como es natural gozaría de lo que se conoce como “libre albedrío” con toda plenitud y en sana compañía.
Desde que Erich Fromm escribió su libro “El miedo a la libertad”, como igualmente desde que Daniel Goleman escribió “Emotional Intelligence”, suelo encontrarme por doquiera que transito afirmaciones rotundas que, más que citas eruditas, o argumentaciones de autoridad, o incluso complementos cultos en una amistosa conversación, parecen escupitajos en la cara. Aún recuerdo que alguien me abrumó citando una obra de Fernando Savater de cuyo título no quiero hacer publicidad, para hacerme ver que le había tratado malamente en el despacho parroquial, negándome a sus requerimientos.
Miedo, ese es el asunto. ¿Existe el miedo? ¡Claro! ¡Yo tengo miedo! Es una cosa que no he conseguido superar, a pesar de mi avanzada edad. Desde que recuerdo, lo he sentido. Pero no me importa, porque puedo decir que he vivido a pesar del miedo. Y lo mismo que yo, creo que la inmensa mayoría de la gente.
¿La libertad da miedo? Pues… no sabría qué responder. En mi caso tanto miedo podría tener a ser libre como a vivir en dependencia.
Pero lo que sí puede asegurar es que cada vez que he tenido que tomar un decisión importante, durante el tiempo que lo he estado dando vueltas, el miedo ha sido compañero inseparable; pero llegado el momento, el salto lo he dado “totalmente” libre y sin mirar atrás. Ejem, digamos que más bien “medianamente libre” y con el rabillo del ojo echando una mirada a ciertas cosas.
Un consejo, desde mi propia experiencia: cuanto más se dilate en el tiempo, cuántas más opiniones se consulten, a mayor cantidad de razones en pro y en contra que se ajunten para hacer un juicio ponderado, a demasiadas opciones contempladas, mayor será el sufrimiento y hasta es posible que más débil sea la propia voluntad. ¡Ay, el discernimiento! ¡Qué difícil! Aquí sí que vale lo de “in medio virtus”: ni pasarse, ni quedarse corto…
Y por cierto, la fe no suele estar ajena en mi toma de decisiones; fe en mí mismo, fe en las personas en quienes confío; y, por supuesto, fe en Abbá. Facilitar, facilitar, no lo facilita. Pero ayuda, vaya que sí.

4 comentarios:

  1. Dices: "¿Existe el miedo? ¡Claro! ¡Yo tengo miedo!". Y yo. El miedo nos sirve a los seres vivos para vivir, porque es un mecanismo que nos permite articular una respuesta ante un peligro cierto para nuestra existencia. Y dices: "...he vivido a pesar del miedo". Y yo. Porque hay un miedo que inventamos o nos inventan a partir de amenazas o infundios (ojo que vienen los malos, los terroristas, los rojos, los locos, los libros, las ideas,...) para que el mundo funcione del modo que les interesa a unos pocos. Es decir, el miedo se instrumentaliza y se pone sobre nosotros como una losa para paralizarnos. Y entonces se inventa la seguridad, se queman los libros, se persiguen brujas, se construyen cárceles y manicomios,... Hay miedo a la libertad y hay miedo a la felicidad, porque hay miedo a viajar, a asumir riesgos. La libertad nos hace responsables de nuestras obras y tememos no ser capaces de asumir sus consecuencias. Y eso sucede con la felicidad. No viajar, quedarnos en la casa que conocemos (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer) porque no sabemos o tememos qué nos depare el viaje. Y todo ello porque no entendemos que la vida es precisamente el viaje, quien se queda en casa está muerto. Vivir, desde este punto de vista, es lo que da miedo.

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  2. Buenos días.
    Escribo para poner la referencia de la foto que ha utilizado para este post. Soy la autora de la misma, y la imagen está colgada con licencia creative commons, es decir, que se puede utilizar libremente siempre que sea sin fines comerciales y siempre que se cite la fuente.
    Aquí el enlace:
    http://www.flickr.com/photos/lo_/1796523028/in/set-72157602946006135
    Gracias.

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  3. Buenos días,
    Escribo para publicar la referencia a la foto que ha utilizado para este post. Soy la autora de la misma, y la foto la tengo publicada con licencia creative commons, es decir, que se puede utilizar libremente siempre que sea sin fines comerciales y siempre que se cite la fuente.
    Aquí la referencia: http://www.flickr.com/photos/lo_/1796523028/in/set-72157602946006135
    Gracias.

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  4. ¡Gracias! lo. Por la foto y por la referencia. No sé de dónde la tomé; pero, si es de usted, está bien que conste públicamente.

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