Corrían los medios años setenta, no puedo precisar más. Nos movíamos torpemente probando posibles caminos. Estaban los catecumenales, y los dejamos por imposible. Tanteamos los carismáticos, y no nos convencieron. Luego de una búsqueda tenaz, terminamos por hacer caso a Millán Santos y optamos por las Comunidades Cristianas Populares (CCP).
Tocó asistir en Madrid a una reunión organizativa. Millán no conducía, y ya empezaba a estar delicado de salud. Necesitaba un “secretario”. Aquel finde estaba yo libre y disponible, y levanté la mano.
En el simca 1000 llegamos a Vallecas. Una casa molinera, camas las justas y una mesa y sillas alrededor. Yo hice de conductor, asistente, apuntacosas y recadero, ya conocía la capital y sabía moverme con soltura, y aguantar los exabruptos que allí dirigen (o dirigían entonces) a los inexpertos de provincias.
En la casa, entre otros, Casiano Floristán, que fue profesor mío de algo unos años antes. Aquellas noches Millán compartió su cuarto con Casiano, y yo dormí en el mismo lugar de las reuniones, en mi saco y eterno compañero.
Había además un señor muy serio, a quien Millán trataba con afecto, y viceversa; resultó ser Julio Lois, un profesor del Instituto de Pastoral, adscrito a la Ponti de Salamanca.
Luego supe más de él, porque por Comillas, donde empecé a destetarme, no pasó, al menos el tiempo que yo lo habité. Vino por aquí y nos enseñó. Leí cosas suyas y aquí tengo alguna otra que está todavía por terminar.
Buena persona, presidió la Asociación de Teólogos Juan XXIII, y poco más puedo decir. Otros, sin embargo, si lo hacen.
Es lo que quise expresar en mi anterior entrada, pero me precipité y lo hice deficientemente. El artículo es una copia del blog de Xavier Pikaza, donde sí le tratan con más conocimiento y extensión.
El tiempo que todo lo coloca en su sitio, eso dicen al menos los que saben lo que dicen, se está llevando a los pensadores de otros momentos, con gran alegría de quienes nunca les tuvieron aprecio y los miraron más como enemigos desviados que como profetas de este ahora.
Esta realidad, a la que yo he llamado más de una vez terca, se obstina en mostrarnos la cara roma de la vida. Invierno, lo llamó Karl Rahner, y él era un maestro. Por más que tiren cohetes de colores, y se junten chavalillos entusiastas, incluso por mucho que salgan miles de voluntarios presurosos a encarnar no sé qué tipo de “servicios”, tengo como un cierto frío que me entra hasta los huesos y que no consigo quitarme de encima por más que el personal sonría, aplauda y grite que todo va viento en popa a toda vela…
Para más información sobre Julio Lois:
Ahora entiendo todo. Bien. (Menos la muerte de Lois).
ResponderEliminarJulio pertenecía (pertenece) a la parroquia "adosada" a mi casa, a la que mis hijos van a catequesis, a cuya comunidad de base me asomaré en Septiembre conducida por uno de sus miembros. No le conocía mucho, le he visto por los salones parroquiales en un par de ocasiones, pero sí he oido hablar de él por quienes compartieron vida y camino a su lado. Siento profundamente su muerte y mando un abrazo muy fuerte a quienes le echarán de menos de forma especial.
ResponderEliminarTu sabes Míguel, que nosotros ( mi familia) vivimos en Vallecas esa época en la que las comunidades cristianas de base empezaban a funcionar, y éste germen no se pierde nunca.
ResponderEliminarMe acuerdo de las reuniones en casa de mi madre, que nunca fueron clandestinas, puesto que el bullicio y la alegría reinaba por todos lados.
Y la parroquia a reventar de gentes, de buenas gentes; el trabajo en El Pozo, os recuerdo a todos vosotros entonces seminaristas y a personas mayores, religiosos que nunca tenían miedo de hablar del Amor del Padre y del compromiso con los desheredados de la tierra, uno de ellos Julio Lois, al que doy las gracias por haber sembrado en mi el germen del compromiso.
Entiendo que para algunas personas sean importantes, los papeles, o los títulos , hay quien no los necesita porque no se entra en el cielo con el pasaporte debajo del brazo.
El Padre , que ve en lo oculto, le habrá dado el recibimiento que él merecía, lo de aquí no creo que sea importante.
Para su familia y sus amigos un abrazo fraternal.
Para ti como siempre muchos besos.