De repente me he tenido que levantar de la cama, recién acostado. Me acaba de asaltar un pensamiento malvado que no quiero que se me quede ahí pegado, y necesito volver a escribir, y avisar de que mi anterior escrito, dada la fecha y dado el título, no tiene ninguna relación con la otra fecha de hace 75 años. Ni es parábola, ni nada que se le parezca. Aunque, ¡paradojas de la vida!, bien se le pudieran sacar similitudes, reminiscencias y zarandajas.
No seré yo quien las saque, ni ganas que tengo. No viví aquello; sólo y apenas algunas de sus consecuencias. Y si me preguntaran, respondería que ojalá no hubiera ocurrido. Pero ocurrió. Mi deseo es que sea historia.
¡Huy, ni cuenta!, pero es verdad, que caramba, ¡qué cosas!
ResponderEliminarDe todos modos la ciudad me ha recibido a petardazos y fuegos de artificio bien envuelta en pólvora, a causa de las fiestas. Habrá sido cosa de pituitaria. Bonna nit.
No había caído en la cuenta, pero quizá fuera bueno ser capaces de reconstruir una historia de aquello como si fuera una guerra de humanos y pajarillos por la integridad de las uvas. La naturaleza siempre encuentra soluciones para estos conflictos; sobre todo, cuando los humanos que andan por medio están más que dispuestos a ponerse del lado de los pajarillos.
ResponderEliminaremejota, “es lo que hay”, a esas gentes les encantan el ruido y el fogueo. ¡Si lo sabría el Gumi antecesor de este otro, que se pasaba debajo de la cama la mayor parte del tiempo!
ResponderEliminarJuan, en mi observación de la naturaleza, los conflictos suelen ser parecidos y terminan tan mal, o peor, que los que lamentamos entre seres humanos. ¿Este mundo es así o está, definitivamente, mal proyectado?