¡Cómo canta este tío!

 
Vaya si Francisco se aprendió el catecismo. Y puede que hasta lo cantara en gregoriano. Pero nadie piense que fue iluso y como simple cigarra rapsoda del aire y sus fruslerías. Trabajó muy duro, hormiguita laboriosa, y tuvo que vérselas con unos y con otros. La vida no le resultó cómoda, por propia voluntad sí, pero también porque así entendió que su Dios se lo pedía.
Quien quiera saber todo lo que pasó, que entre por Internet y vea; o no entre, pero lea; que hay mucho y bueno. A mí ahora sólo me interesa apuntar este dato, porque es lo que tengo entremanos, a partir del Lázaro amigo de Jesús, hermano de Marta y de María, morador de la Betania bíblica, y de su muerte tan prematura, tan rápida, tan sentida: Francisco llamó hermana a la muerte, porque amaba tanto a la vida que esperaba que Dios se la diera toda entera y para siempre, en posesión perpetua. Igual que Jesús corrió la piedra del sepulcro y desató a Lázaro para que se fuera hacia la vida, Francisco creía que la muerte no era sino un paso, necesario sí, pero gozoso, que le liberaba  de toda atadura para pasar a los brazos de su Señor.

“Desde el tiempo de su conversión hasta el tiempo de su muerte San Francisco siempre estaba preocupado, así estuviese bien de salud o enfermo, por conocer y por seguir la voluntad de Dios. Un día un fraile le dijo:
‘Padre, tu vida y tu comportamiento han sido y son tan claros como un espejo, no sólo para tus frailes si no para la Iglesia universal de Dios, y tu muerte será la misma. Aunque tu muerte será grande en dolor y en tristeza para tus frailes y para muchos otros, sin embargo para ti será la mayor de las comodidades y la más infinita alegría; pasarás de un gran trabajo al más grande descanso, de muchas tristezas y tentaciones pasarás al disfrute infinito, de tu gran pobreza, que has amado y soportado voluntariamente desde el comienzo de tu conversión a Cristo hasta el día de tu muerte, a muy grandes, verdaderas e infinitas riquezas, de la muerte temporal a la vida eterna, donde siempre verás al Señor tu Dios, a quien siempre has contemplado en este mundo con tan gran fervor, devoción, amor, cara a cara’.
Cuando había dicho esto, le dijo con franqueza:
‘Padre, puedes saber que en realidad, a menos que Dios te envíe su medicina del cielo hasta tu cuerpo, tu enfermedad es incurable y dispones de poco tiempo para vivir, como lo han dicho ahora los doctores. Te digo esto para traer alivio a tu espíritu, para que siempre te regocijes en el Señor interior y exteriormente, en especial para que tus frailes y otros que vengan a visitarte te encuentren regocijándote en el Señor, pues saben y creen que morirás pronto, de modo que en la memoria de aquellos que vean esto y de otros que oirán hablar de esto después de tu muerte, tu muerte sea inscrita, así como tu vida y tu comportamiento lo han sido para todos’.
Aunque la enfermedad de San Francisco le aquejaba mucho, loó al Señor con gran fervor de espíritu y con alegría interior y exterior le dijo:
‘Si he de morir pronto llama al hermano Ángelo y al hermano León a mi lado para que me canten acerca de la hermana muerte’.
Aquellos frailes llegaron a su lado y con muchas lágrimas cantaron el Cántico del hermano Sol y de las otras criaturas de Dios, que el santo había compuesto en su enfermedad para loar a Dios y para alivio de su alma y las almas de otros. En esta canción, antes de la última estrofa, puso el verso relativo a la hermana muerte, que es:
«Sé loado, mi Señor
por la hermana nuestra muerte corporal
de la cual ningún hombre viviente puede escaparse.
Guay de aquellos que mueran en el pecado mortal:
Bien para aquellos que hagan tu santísima voluntad:
Pues la muerte segunda no les hará mal.»
(Leo, Rufino y Angelo, 1990: 263-265, Scripta Leonis, Rufini, et Angeli; Sociorum S. Francisi [The writings of Leo, Rufino and Angelo, companions of St. Francis], traducido y editado por Rosalind B. Brooke, Great Britain, Oxford University Press.).

Hasta nosotros ha llegado, como expresión de su ser enamorado de la vida y del Dios en quien se dejó fundir, este bello canto, bien que cada quien lo recuerda a su manera, aunque Francisco tuvo la suya, la primera.












 
El Cántico de las creaturas (Canticus o Laudes Creaturarum), también conocido como Cántico del Hermano Sol, está entre los textos más antiguos de la literatura italiana. Su autor es Francisco de Asís: según la leyenda, su composición había sido dos años de la muerte del santo, en 1226. Sin embargo los estudiosos piensan que es más probable la alternativa planteada por los biógrafos de su época, según los cuales habría sido escrito en tres etapas.
El Cántico es una alabanza a Dios que se desata con intensidad y vigor en sus obras, transformándose, así, en un himno a la vida; es una oración impregnada de una visión positiva de la naturaleza, ya que considera que lo creado refleja la imagen del creador. De aquí deriva el sentimiento de hermandad entre el hombre y toda la creación, que se distancia mucho del “contemptus mundi”, el alejamiento y desprecio del mundo terrenal lleno de pecado y sufrimiento, típico de otras tendencias religiosas medievales.


Manuscrito de Asís 888, folio 33a, en el que se encuentra el Cántico



Transcripción del texto en el incipiente italiano del siglo XIII


Incipit Laudes Creaturum
quas fecit beatus Franciscus ad laudem et honorem Dei
cum esset infirmus ad Sanctum Damianum

Altissimu, onnipotente, bon signore,
tue so le laude, la gloria, el honore et onne benedictione.
Ad te solo, Altissimo, se confano,
et nullu homo è ne dignu te mentovare.
Laudato sî, misignore, cum tucte le tue creature,
spetialmente messer lo frate sole,
lo quale iorna e allumini noi per loi.
E ellu è bellu e radiante con grande splendore;
de te, Altissimo, porta significatione.
Laudato sî, misignore, per sora luna e le stelle;
in celu l’ai formate clarite, pretiose e belle.
Laudato sî, misignore, per frate vento,
et per aere et nubilo et sereno et onne tempo,
per lo quale alle tue creature dai sostentamento.
Laudato sî, misignore, per so aqua,
la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.
Laudato sî, misignore, per frate focu,
per lo quale ennallumini la nocte,
ed ello è bello et iocundo et robustoso et forte.
Laudato sî, misignore, per sora nostra matre terra,
la quale ne sustenta et governa
et produce diversi fructi con coloriti flori et herba.
Laudato sî, misignore, per quelli ke perdonano per lo tuo amore,
et sostengono infirmitate et tribulatione.
Beati quelli kel sosterrano in pace,
ka de te, Altissimo, siranno incoronati.
Laudato sî, misignore, per la sora nostra morte corporale,
da la quele nullu homo vivente po skapare;
guai a quelli ke morrano ne le pecati mortali.
Beati quelli ke troverane le tue santisime voluntati,
ke la morte secunda ne ferrà male.
Laudate et benedicete, misignore, et ringraziate et serviateli con grande humilitate.
(San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época, de la Biblioteca de Autores Cristianos -BAC-, 1993: 70).

Versión en castellano


El Laude las criaturas que realizó el beato Francisco
en laude y honor de Dios cuando estaba enfermo en San Damián

Altísimo, omnipotente, buen Señor
tuyos son los laudes, la gloria, el honor y todas las bendiciones.
A tí solo Altísimo te convienen,
y ningún hombre es digno de mencionarte.
Loado seas, mi señor, con todas las tu criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual trae el día y nos ilumina por tí.
Y él es bello y radiante con gran esplendor;
de tí, altísimo, porta el significado.
Loado seas, mi señor, por hermana luna y las estrellas;
en el cielo las has formado claritas, preciosas y bellas.
Loado seas, mi señor, por hermano viento
y por aire y nuboso y sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sostenimiento.
Loado seas, mi señor, por hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi señor, por hermano fuego,
con el cual iluminas la noche,
y él es bello y jocundo y robusto y fuerte.
Loado seas, mi señor, por hermana nuestra Madre Tierra,
la cual nos sustenta y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Loado seas, mi señor, por aquel que perdona por el tu amor,
y se sostiene en enfermedades y tribulaciones.
Benditos aquellos que soportan en paz,
pues de tí altísimo, serán coronados.
Loado seas, mi señor, por la hermana nuestra muerte corporal,
de la que ningún hombre viviente puede escaparse;
¡Dolor para aquellos que mueran en el pecado mortal!;
Bendito aquel que se encuentra en la tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no le hará mal.
Load y bendecid a mi señor, y dadle gracias
y servidle con gran humildad.

Añadido



1. Esperando y sufriendo, san Francisco compuso el "Cántico de las Criaturas" en San Damián.
2. San Francisco agregó un verso de perdón y restauró la concordia entre el obispo y la podestá de Assis.
3. San Francisco fue exhortado a regocijarse ante la perspectiva de la muerte. Agregó otra estrofa al "Cántico del hermano Sol".
4. Hay investigadores que opinan que san Francisco se inspiró únicamente en la poética religiosa, y hay quienes defienden que también tuvo influencias profanas.
5. Personalmente veo mucha relación de su "Cántico de las Criaturas" con el "Canto de Daniel" (Libro de Daniel 3, 57-90):

57"Obras todas del Señor, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
58Ángeles del Señor, bendecid al Señor
alabadle, exaltadle eternamente.
59Cielos, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
60Aguas todas que estáis sobre los cielos bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
61Potencias todas del Señor, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
62Sol y luna, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
63Astros del cielo, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
64Lluvia toda y rocío, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
65Vientos todos bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
66Fuego y calor, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
67Frío y ardor, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente,
68Rocíos y escarchas, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
69Hielos y frío, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
70Heladas y nieves, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
71Noches y días, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
72Luz y tinieblas, bendecid al Señor
alabadle, exaltadle eternamente.
73Rayos y nubes, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
74Bendiga la tierra al Señor,
le alabe, le exalte eternamente.
75Montes y colinas, bendecid al Señor
alabadle, exaltadle eternamente.
76Todo lo que germina en la tierra, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
77Fuentes, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
78Mares y ríos, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
79Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
80Pájaros todos del cielo, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente
81Fieras todas y bestias, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
82Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
83Oh Israel, bendice al Señor
alabadle, exaltadle eternamente.
84sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
85Siervos del Señor, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
86Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
87Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
88Ananías, Azarías, Misael, bendecid al Señor,
alabadle, exaltadle eternamente.
Porque él nos ha arrancado del infierno,
nos ha salvado de la mano de la muerte,
nos ha librado del horno de llama abrasadora,
nos ha librado de en medio de la llama.
89Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
90Todos los que veneran al Señor, bendecid al Dios de los dioses,
alabadle, confesadle,
porque es eterna su misericordia.”


Esto último, y más, lo firma el Cortés. Y yo también, me deje o no el susodicho. He dicho.

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