¡Internet es de derechas!

La noticia decía, más o menos, que Internet es de derechas. No voy a citar la fuente, que no sirve de mucho dado que aquí parece que todo el mundo llega con prisa y no comprueba esas menudencias. Y el que la firmaba lo argumentaba, y hasta daba la impresión de que con cierta maestría.

Venía a decir, también aproximadamente, lo siguiente. Un currante está la mayor parte de su tiempo en el tajo. El resto, durmiendo o tomándose unas cervezas con la tropa. Sólo pilla el ordenador en la empresa, y trajina con la red a salto de mata. No le compensa desde su casa tener conexión, porque por allí para poco y los findes está el fútbol y los paseos con la familia por el campo, comiendo cacahuetes o jugando al que te pillo. En resumen, un proleta no navega casi nada.

Por el contrario, para el burgués de toda la vida o sobrevenido recientemente, el coste de la línea es una menudencia. Tiempo tiene todo lo que quiere. Contactos, un mogollón. Conclusión: con tales mimbres, cesto seguro. Qué digo cesto, ¡ciento!

Claro, luego quedan los jubilatas y los parados. Pero ahí no hay color. Los primeros, pensionistas. O sea, de derechas no les vayan a quitar o mermar la pensión. Y los segundos, ni saben ni contestan. Ya intentarán a través del pecé de la vecina encontrar alguna ocupación, por supuesto a tiempo parcial, para tener siquiera para tabaco y pipas.

Me lo tomé, así como lo veis, un poco a chufla.

La verdad es que uno, o sea yo, tenía la mosca tras la oreja. Empezó la cosa muy al principio, cuando todo te lo regalaban, y muy fácil, y con unas explicaciones que te entraban por los ojos. En un periquete abrías página web y blog, y colgabas vídeos o recibías un montón de megas para almacenar fotos, documentos, la pera en dulce.

Al poco tiempo, te enterabas de que podías comprar esto, alquilar aquello, aumentar lo demás allá por un módico coste… En fin, que empezó a asomar el parné.

Y cuando ya estás en pleno matute, mismamente embalado que ni puedes echar mano del freno, te avisan: imposible operar, falta de capacidad. Saca la billetera, que vienen a cobrar.

Claro que también tiene su qué. En cuanto alguna cosa tuya empieza a recibir visitas también quieren que contribuyas para recibir. Sin hacer nada ganarás dinero, sólo tienes que decir: sí. Se trata de permitir que en tu blog, en tu vídeo, en lo que sea, coloquen anuncios. Claro que no te van a molestar, serán muy modosos y discretos. Nada de verdulerías. Tanto pones tú, tanto ponen ellos. Y ellos a cobrar, y tú también recibirás alguna propi. Se llama a esto “monetizar”. Es legal, que nadie se escandalice ni se asuste.

Si al entrar en un lugar salen por derecha e izquierda, por delante o por detrás, avisos de que te ha tocado la lotería, o de que tienes un mensaje personal sólo para ti, se trata de eso. Claro que también puede ser un anuncio de neumáticos para bici, de chupetes para nenes, o de ligas para medias. Todo conforme a tu estilo, perfil y circunstancias.

O sea que hay dinero por medio. Y si hay dinero, digo yo que la noticia que comento algo tiene de razón. Internet puede ser de derechas. No va contra la razón, tampoco hay que aceptarlo por fe.

Pero hete aquí que acabo de leer un artículo serio en una revista mucho más seria que afirma con rotundidad que siete de cada ocho internautas votan pepé (1). Me he quedado de piedra, oye tú. O sea que si vienen por aquí dieciséis visitantes, resulta que catorce son peperos; como yo no lo soy, es concluyente -y la estadística es un ciencia de reputada y compulsada solvencia- que me vienen a investigar, a sonsacar, a espiar… o a comprarme el voto.

¡Traidores! ¡Eso no se hace!

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(1) Víctor Sampedro, doctor en Ciencias de la Información y catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Rey Juan Carlos, ha escrito más de diez libros sobre campañas, elecciones y movilización social. Colabora en proyectos sociales de intervención y empoderamiento comunicativos.