Desde hace mucho tiempo mantengo en la columna de la derecha, entre los blogs que sigo, uno que hace más de un año que no se menea. Y es raro, porque el asunto que trata es de importancia. Me refiero a "Causas pendientes de la humanidad”.
Es un proyecto colectivo, con vistas a publicar un libro, si resulta. Consta de un prólogo y 85 capítulos, susceptibles de modificación, agrupando temas o relacionándolos como mejor se tercie.
Ya el sólo título entromete, promete y compromete. Y no añado también somete, porque harto humillados nos tiene el tener tantas causas pendientes.
Entromete. Leyendo el listado enseguida se aprecia que ocurren dos cosas: o sabes lo que tienes entremanos y es motivo de gozo el intento; o no lo sabes, y te estás metiendo donde no tienes ni idea y eres un insensato.
Promete. El listado es muy completo. Lo escrito en cada apartado, sin ser original, que está tomado de aquí y de allá, es de momento un buen comienzo. A poco que quien se sume al proyecto aporte con su investigación y estudio, puede resultar algo digno.
Compromete. El listado, sin ser exhaustivo, resulta suficientemente indicativo de los múltiples males que nos aquejan y de la ingente labor que queda por realizar. Quedarse de brazos cruzados pudiendo hacer algo sería una pena.
Contrasta, a mi parecer, la euforia publicista que me ha entrado en el pasado mes de agosto, frente al silencio ominoso de este blog, a pesar de ser mucho más transcendente lo que en él se plantea que lo que en este se trata.
Bien pudiera entenderse que es mucho más fácil, y también más evasivo, hablar del pasado, contar historias, rescatar viejas cosas, que encarar el presente y sus cuitas y proyectar un futuro en el que no repitamos lo que ya reconocimos como fallo.
«Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo», gritó Arquímedes en la antigüedad. Anda que no ha llovido y escampado desde entonces. Él buscaba un punto. Pero este otro buscaba un hombre, era Diógenes. Colón mucho más tarde se alió con Isabel de Castilla para buscar otra ruta que le llevara al tesoro. Y así, la humanidad ha seguido buscando de todo, un cambio, una idea, una ilusión, la felicidad, la paz, el fin del hambre, un atajo, entrar el primero en la sala, hacerse con el premio gordo, pillar la gran ganga en rebajas…
En fin, lo dicho; seguiremos, a pesar de todo, en busca del tiempo perdido… Es lo que más nos duele.
[Y ahora, Julia, no me vengas diciendo que esto tampoco lo pillas, eh, cuidadín.]
Es un proyecto colectivo, con vistas a publicar un libro, si resulta. Consta de un prólogo y 85 capítulos, susceptibles de modificación, agrupando temas o relacionándolos como mejor se tercie.
Ya el sólo título entromete, promete y compromete. Y no añado también somete, porque harto humillados nos tiene el tener tantas causas pendientes.
Entromete. Leyendo el listado enseguida se aprecia que ocurren dos cosas: o sabes lo que tienes entremanos y es motivo de gozo el intento; o no lo sabes, y te estás metiendo donde no tienes ni idea y eres un insensato.
Promete. El listado es muy completo. Lo escrito en cada apartado, sin ser original, que está tomado de aquí y de allá, es de momento un buen comienzo. A poco que quien se sume al proyecto aporte con su investigación y estudio, puede resultar algo digno.
Compromete. El listado, sin ser exhaustivo, resulta suficientemente indicativo de los múltiples males que nos aquejan y de la ingente labor que queda por realizar. Quedarse de brazos cruzados pudiendo hacer algo sería una pena.
Contrasta, a mi parecer, la euforia publicista que me ha entrado en el pasado mes de agosto, frente al silencio ominoso de este blog, a pesar de ser mucho más transcendente lo que en él se plantea que lo que en este se trata.
Bien pudiera entenderse que es mucho más fácil, y también más evasivo, hablar del pasado, contar historias, rescatar viejas cosas, que encarar el presente y sus cuitas y proyectar un futuro en el que no repitamos lo que ya reconocimos como fallo.
«Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo», gritó Arquímedes en la antigüedad. Anda que no ha llovido y escampado desde entonces. Él buscaba un punto. Pero este otro buscaba un hombre, era Diógenes. Colón mucho más tarde se alió con Isabel de Castilla para buscar otra ruta que le llevara al tesoro. Y así, la humanidad ha seguido buscando de todo, un cambio, una idea, una ilusión, la felicidad, la paz, el fin del hambre, un atajo, entrar el primero en la sala, hacerse con el premio gordo, pillar la gran ganga en rebajas…
En fin, lo dicho; seguiremos, a pesar de todo, en busca del tiempo perdido… Es lo que más nos duele.
[Y ahora, Julia, no me vengas diciendo que esto tampoco lo pillas, eh, cuidadín.]
Te entiendo. También entiendo que ciertas tareas comunes se enfrién por los mas diversos motivos. Comprendo que hayas sido tu el que precisamente ha escrito estas palabras.
ResponderEliminarAcabo de borrar un párrafo que venía a cuento pero prefiero expresarlo más directamente en su momento. Un abrazo.
Me olvidaba, siempre tengo la intención de decirlo y nunca lo hago. Mi casa del Norte está mirando a las cumbres de los Picos de Europa, me recuerda en cierto modo tu imagen de la izquierda. La del Este mira al Montgó, mas humilde pero muy potente. En otra casa, donde tuve el primer y único jardín lo primero que planté fue un árbol como el de la derecha. Se vendió pero ahí sigue, sobrepasando el tejado muy sobradamente.
ResponderEliminarEs que siempre que entro en tu blog es lo primero que me encuentro y me lo recuerda. Ea ya esta, ya no me volveré a olvidar. Busquese el abrazo en el comentario anterior.
Hola, te he dedicado un poema en el post de Arregui en "el alegre cansancio". Espero que te guste.
ResponderEliminarBeatriz
emejota, está muy bien que me entiendas, al fin y a la postre no dejo de ser transparente. ¡Dejamos tantas cosas para otro momento! He perdido la cuenta, por ejemplo, de los libros a medio empezar o a medio terminar que esperan que continúe con ellos.
ResponderEliminarLa foto de la izquierda de mi blog está tomada desde el monte Teleno, muy próximo a Astorga, en la Maragatería leonesa, desde donde arranca una sierra que llega hasta bien cerca de Galicia. A sus laderas se encuentra la Tebaida berciana, con el Valle del Silencio. Lugar que impresiona.
Lo busqué y lo encontré. Me refiero al abrazo.
Beatriz, gracias, ya lo he visto. Me gusta mucho.
Pues si tengo que pillarlo he perdido el libro de claves para descifrarlo.
ResponderEliminarHe echado una mirada al blog en cuestión y, no es por nada, querido Míguel, pero la mitad de los conflictos y grandes temas ahí referidos tienen un común denominador que no se expresa. No me he adentrado en ninguno de los apartados porque no quiero sentir las punzadas en el estómago y la rabia en mi yo todo entero. Necesitaré un día de mucho sosiego para entrar y ver de qué va... ya que lo sugieres o algo así ¿no? (ya te digo que no logro descifrarte hoy), lo siento...
Como siempre besos
NO, Julia, no le dediques ni un segundo, ni siquiera vuelvas a entrar en ese blog. No te merece la pena. Yo lo tengo ahí colocado para que sirva de recordatorio que como persona y como colectivo tengo cosas pendientes, algo así como el curso a medio terminar, y no me duerma en los laureles ni me conforme con lo que hay.
ResponderEliminarLa razón de este artículo es darme a mí mismo un toque de atención para que ponga la mirada hacia adelante, no a mi espalda. Y te cito a ti, porque eres la única persona que ni se calla ni dice amén.