Los obispos son también seres humanos. Algunos, al menos



Parte primera

Llegó don Ricardo y dijo que quería conocer a todos los curas de la diócesis. La mejor manera, estar con nosotros y hablarnos y escucharnos.

En nuestro arciprestazgo se propuso pasar el día y comer juntos. En Simancas, que Pedro ponía las perdices y el del bar las alubias y el resto hasta completar faena.

Nos pareció bien, a nosotros y a don Ricardo.

Empezamos. Cogió la palabra y habló. Y habló de su infancia, de su pueblo y de su familia, de sus juegos y de sus estudios. Continuó con el seminario, Ávila. Con su trabajo como cura, también Ávila. De profesor, también Ávila y luego Salamanca. Más tarde Santiago de Compostela y después Bilbao, ya como obispo.

No dijo nada que no supiéramos. Fue la manera como lo hizo y su forma de escucharnos, luego, cuando nosotros nos pusimos a hablar, lo que desanudó a todo el grupo en una suerte de terapia amable, cariñosa, sincera.

Trece éramos, y con él catorce. Años viéndonos cada quince días; parroquias próximas y con caracteres, más que cercanos, comunes. Todos pasados los cuarenta, y la mayoría los sesenta, como si ya debiéramos ser libros leídos, descubrimos cuánto ignorábamos unos de otros, qué poco nos habíamos expresado, cómo es posible que diéramos hacia fuera una imagen tan homogénea siendo tan diferentes de extracción, historia y presente.

Pero hablamos, y hablamos, y hablamos. Y escuchamos y escuchamos y escuchamos.

Incluso, y como tímida pero cálidamente -yo diría más: dulcemente-, nos permitimos interrumpirnos para completar y/o aclarar lo que nos pareció quedaba algo escaso o poco explícito.

Y lo hizo él, él fue la ocasión pero también la causa. Don Ricardo, humano, apeló sin ordenarlo ni siquiera insinuarlo, sólo escuchando, a lo más desnudo de nosotros mismos.

La comida llegó, interrumpiéndonos. Pero seguimos durante otro largo rato hablando, y las alubias con perdices no nos impidieron para nada continuar hablándonos y escuchándonos.

Don Ricardo es el arzobispo recién llegado a Valladolid. Se le puede ver revestido de sus ropajes en los lugares en donde ello es pertinente. A pesar de ellos, con ellos y sin ellos, es una persona muy humana.

Parte segunda

Monseñor Agrelo, Santiago es su nombre, es obispo de Tánger. A título personal ha publicado un escrito mostrando sus diferencias de opinión respecto de tres teólogos españoles. Pudo haberse callado y dejar que hablaran los órganos colegiados, que existen. Ha dado la cara y se ha expuesto a que se la rompieran.

De momento ya le han dado una. Masía ha respondido. Otro no lo va a hacer, porque ya está más allá de lo correcto o incorrecto, Díez Alegría. Y está por ver lo que haga o no el tercero, González Faus. Tengo interés, en ver cómo se expresa tan fino estilista y tan profundo cristiano.

De momento aquí ofrezco la carta de monseñor Agrelo y la respuesta de Masía. Pero advierto que así es como a mí me gusta, que destaque lo humano que hay en todos nosotros.


Monseñor Agrelo disiente de los jesuitas González-Faus, Masiá y Díez-Alegría

˝Lo dijo mi admirado José Ignacio González Faus: "La Iglesia nombra hoy a sus obispos en contra del evangelio". Por su parte, Juan Masiá, también jesuita, declaró en una entrevista: "La Iglesia tiene miedo a la mujer, a la ciencia, a los periodistas, a la modernidad, a la sexualidad".

˝Y a José María Díez Alegría, ya jesuita, hombre que quiso ser de Dios y de los pobres, un amigo suyo le atribuye las inequívocas palabras de este juicio: "Pienso que la Iglesia católica en su conjunto ha traicionado a Jesús. Esta Iglesia no es lo que Jesús quiso sino lo que han querido a lo largo de la historia los poderosos del mundo".

˝No seré yo quien contradiga ni a quienes admiro ni a quienes apenas conozco. Sus razones tendrán para pensar lo que piensan y decir lo que dicen, y a ellos toca asumir la responsabilidad de los juicios que pronuncian.

˝He de decirles, sin embargo, como quien confiesa una debilidad, que sus juicios sobre la Iglesia me hieren y me duelen, pues cada vez que ellos dicen Iglesia y la envuelven en los paños del miedo al mundo y de la traición a Jesús y al evangelio, yo veo la comunidad humilde que me acogió para bautizarme, la que me acompañó el día de la unción con el Espíritu, la que me preparó para la comunión eucarística, la que hizo una fiesta de cantos, luces y flores el día de mi ordenación sacerdotal, la comunidad con la que tantas veces he orado por hermanos que nos habían dejado, la comunidad con la que celebro cada domingo a Cristo resucitado.

˝Cada vez que alguien dice Iglesia, yo veo un sacramento que significa y realiza la unión íntima con Dios y la unidad de todo el género humano. Cada vez que alguien dice Iglesia, yo veo el pueblo que ha sido unido «por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

˝En la Iglesia que conozco, asamblea de hombres y mujeres que Dios ha llamado, no veo "a muchos intelectuales, ni a muchos poderosos, ni a muchos de buena fama; todo lo contrario: lo necio del mundo se lo escogió Dios para humillar a los sabios; y lo débil del mundo se lo escogió Dios para humillar a lo fuerte; y lo plebeyo del mundo, lo despreciado, se lo escogió Dios: lo que no existe, para anular a lo que existe, de modo que ningún mortal pueda engallarse ante Dios".

˝No sé si esta Iglesia a la que pertenezco es una comunidad de cobardes y traidores; sólo sé que existe porque Dios la ama, y que Cristo, no otros redentores, es para ella sabiduría, honradez, consagración y liberación.

˝Decididamente, vuestros juicios sobre la Iglesia me hieren y me duelen, pues, aunque su rostro se vea desfigurado por pecados míos y vuestros, sobre ese rostro resplandece siempre la luz de Cristo que lo ilumina con su justicia y su santidad.


"Concordes en desacuerdo, sin discordia", carta abierta de Juan Masiá a monseñor Agrelo

˝Estimado señor Obispo y querido hermano don Santiago: He leído su comentario en Religión Digital con apuro, con gusto y con ganas de conversar con usted sobre lo que le hiere y duele. Primero, con apuro, porque menciona mi ligera opinión ensayística junto a las de dos personas de la altura y peso de Alegría y Glez. Faus. Non sum dignus, por favor!

˝Segundo, con gusto, porque me consta de prelados que piensan lo mismo que usted, pero no tienen agallas para decirlo directamente y se limitan a tirar la piedra y esconder la mano, recomendando a los superiores religiosos del presunto enfant terrible su silenciamiento.

˝Y tercero, con ganas de conversar con usted sobre lo que dice que le hiere y duele, con el deseo de aliviar su pesadumbre.

˝Concuerdo con usted, don Santiago, en ver la iglesia, como usted bien dice, como "la comunidad con la que celebro cada domingo a Cristo resucitado". Concuerdo con usted en que al decir "la iglesia..." (como sujeto de la frase), para atribuirle el miedo al mundo, se hace una generalización indebida (tanto lingüística como teológicamente). Concuerdo con usted y admito que sería preferible reformular así: En vez de decir "la iglesia tiene miedo...", digamos: "En la iglesia hay mucho miedo, en algunos sectores de la iglesia española hay mucho miedo, en algunas instancias jerárquicas de la iglesia hay mucho miedo, en la cúpula de la CEE tienen diarrea de miedo etc..."

˝Estoy en desacuerdo con su desacuerdo con los juicios de Alegría y Faus, porque no me parecen juicios históricamente muy acertados. ¡Cuánto hizo sufrir la jerarquía eclesiástica de su tiempo a san Francisco de Asís y cuánto tardó en reconocerlo! Basta leer la historia de la Iglesia para reconocer que, como decía Pablo VI, necesita estar siendo siempre reformándose, semper reformanda!.

˝Concordes, pues, en desacuerdo, hermano Santiago, pero sin discordia. Concordes, porque tenemos un mismo corazón: la fe en Jesús (eso es lo que nos une, y no las diversas teologías). No disentimos de la iglesia como quienes están fuera de ella, sino sientiéndonos iglesia y sintiendo con la iglesia, por amor y fidelidad a ella, disentimos de sus contradicciones internas, que nos hieren y duelen.

˝Por ejemplo, hiere y duele que un cardenal amenace a una editorial católica con quitarle el título por publicar un libro tan meritorio como el Jesús de Pagola. Hiere y duele que un obispo amenace a un superior religioso para que destierre a un teólogo experto y religioso tan fiel como Arregui. Hiere y duele que cierto obispo pronuncie solemnemente afirmaciones discriminatorias contra personas por su orientación sexual.

˝Hiere y duele que se margine a la mujer en nuestra iglesia, tanto a las religiosas como a las seglares. Hiere y duele la situación anómala de algunos sectores, e incluso de instancias jerárquicas de la iglesia en el estado español, que sistemáticamente promueven la involución y marcha atrás de la renovación del Concilio Vaticano II y se alían con los grupos de extrema derecha política, económica y religiosa, añorando los días del nacionalcatolicismo.

˝Dicho sea todo esto sin la más mínima discordia, con-cordando como concordamos, a pesar de los des-acuerdos (que se deben a que todos y todas desafinamos un poco y los acordes no armonizan).

˝Agradeciéndole por decir lo que piensa sin tapujos, deseándole que lo siga diciendo de esa manera (en vez por la espalda como hacen algunos "mayordomos de Curia") y reafirmándome en comunión con usted in sinu matris Ecclesiae, y orando juntos por la unidad y la renovación de la Iglesia, un fraternal abrazo.

Juan Masiá SJ

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He aquí la razón del título de esta entrada, no todos lo son, al menos no se comportan como tales. No es porque lo diga El País: "La vara del Cardenal". Es que ya iba siendo hora de que se oyeran voces de protesta. El colmo sería que hubiera que esperar la solución de los tribunales ordinarios, que la justicia civil viniera a poner a la justicia eclesiástica en su sitio.

Podría ser esa la solución…

De momento esto me ha llegado por correo: Carta al Nuncio

2 comentarios:

  1. Realmente, los de fuera solamente vemos a la Iglesia de mi paisano. Ese que, junto con otros gallegos ilustres, forma el trío que no puedo soportar (Rouco-Rajoy-Blanco). Y no vemos a esa otra que busca renovación y cambio.
    Ese "hiere y duele", nos hiere y duele a todos.
    Menos mal que , sí, parece que hay seres humanos.

    Gracias por leerme, por estar siempre ahí, por animarme y por esa "humildad franciscana" que tanto me gusta, en la cercanía de Francisco de Asís, capaz de hacer de un lobo un corderito, hasta que los humanos no franciscanos lo aburrimos. Al menos, así lo narra Rubén Darío:"el mínimo y dulce, Francisco de Asís". Siempre me lo recuerdas, hasta en Bienve y su derecho de asilo.

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  2. La categoría de seres humanos es absoluta. Y es así, porque Dios se hizo hombre, se ha hecho un hombre que nos ha reunido en un absoluto hombre.
    Que estemos en ciernes, es otra cosa. Pero un hombre ha bastado para salvarnos a todos, y sin él, no hubiéramos conocido a lo que hemos sido llamados.
    Un abrazo, ¡hombre!

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