¡Bienvenida a Bienve!


     No hace falta suponer mucho para dar por hecho que a algunas personas que me visitan les disgusta que los animalitos vivan entre rejas. Sean mascotas, expresión hoy al uso, sean de compañía, sean de utilidad en términos generales o muy concretos y crematísticos, las cadenas son cadenas, y punto.

     Pero… ¡No hay pero que valga!

     Quiero decir que no voy a hablar de jaulas, ni de animales domesticados, ni de seres humanos encadenados. Quiero, y voy a hacer, otra cosa.

     Os presento a Bienve. Aquí está, en su jaula junto a la ventana.

     El domingo pasado estaba yo en plena faena de revestirme. A un cura que se está poniendo los aditamentos prescritos por la ley para celebrar oficios religiosos (vulgo "capisayos") se le dice que se "está revistiendo". Pues eso justamente es lo que estaba haciendo. Mi gente ya estaba en la iglesia, esperando que yo saliera. Y en esto entra Pilar y va y me dice, sal, corre, que hay un pájaro en el atrio, y dice Tere que está perdido y desorientado y que tú le puedes coger. Me quité la parte de revestimiento que hasta entonces tenía encima y salí a ver qué era lo que causaba revuelo justo al lado de la puerta.

     En efecto, un periquito estaba agarrado a la puerta, y aleteaba sin marcharse ni asustarse del personal que en ese momento estaba entrando. No decía nada, pero esperaba santuario.

[Quien desconozca esta expresión, puede acudir a Wikipedia, que seguro que lo dice todo. Aquí baste aludir a la necesidad de recibir cobijo, hospitalidad, protección y, a ser posible, también cariño. Buen sitio y mejor momento fue a escoger el muy perillán.]

     Con gran facilidad lo cogí; es decir, él se dejó coger, porque soy más torpe que un torpedo y tengo unas manos de excomunión, que así me decía mi abuela, y soy incapaz de agarrar salvo lo que se me entrega mansamente.

     De modo que durante la misa el animalito pasó el rato metido en una caja de zapatos que encontramos a mano. Y ya luego, cuando se terminó "el oficio", le aplicamos a una jaula que es la que ahora habita.

     He esperado un tiempo, pensando que su legítima propiedad daría señales y querría recuperarlo. A la vista de que no, lo hemos adoptado definitivamente.

     Hubo que darle nombre, y "periquito" parecía algo simple. El género no es patente, que según quien, puede ser él o puede ser ella, pues aún es joven y no está definido. Ya que se ha presentado en casa de esa guisa, y para animarle en la acogida hemos decidido nombrarle así: Bienve. De bienvenido o bienvenida. Pero como esto parece que lo sabremos más tarde, nos curamos en salud suprimiendo el final, para que no determine y quede en indefinido, que no confuso. Sea lo que sea de los tres géneros posibles, Bienve ya es de los nuestros. Y Gumi que al principio le temía, ahora salta hacia la jaula cada vez que el novato charrasquea juguetón.

     De momento sólo come mijo. Ya veremos conforme pase el tiempo.

     En fin, que éramos pocos y llegó Bienve. Este verano no sé cómo nos vamos a apañar para viajar. Sería deseable que los ministros de la DGT no estuvieran exigentes en demasía.

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