Miércoles de Ceniza


Sí, miércoles de ceniza.

La ceniza, el ramo de olivo y el cartel de Manos Unidas-Campaña contra el Hambre: “Contra el hambre, defiende la tierra”.

Tras el ruido del carnaval, que por aquí no ha pasado de moderado, un rato de sosiego, de introspección y reflexión.

Llegamos cansados del día, ateridos y mojados.

Estuvimos animados y animosos. Celebramos y brindamos.

Salimos, ni señalados ni marcados, convencidos y decididos.

No hubiera estado mal, pero no lo leímos. Por eso lo pongo ahora aquí, porque acabo de descubrirlo allí y me apetece tenerlo cerca para mí y para quien venga.



Ash Wednesday1 de T. S. Eliot2 (1930)


I

Porque no espero retornar jamás
Porque no espero
Porque no espero retornar
Deseoso del don de éste y de la visión de aquél
Ya no me esfuerzo más por esforzarme por cosas semejantes
(¿Por qué debiera desplegar las alas el águila ya vieja?)
¿Por qué debiera lamentarme yo
Por el poder perdido del reino acostumbrado?

Porque no espero conocer jamás
La endeble gloria de la hora positiva,
Porque pienso que no
Porque conozco que no he de conocer
El único real de los poderes transitorios
Porque no he de beber
Allí, donde los árboles florecen, y los manantiales fluyen, pues -de nuevo- no hay nada

Porque yo sé que el tiempo es siempre tiempo
Y que el espacio es siempre sólo espacio
Y que es actual lo actual sólo en un tiempo
Y sólo en un espacio
Me alegra que las cosas sean tal como son y
Renuncio al rostro bienaventurado
Y renuncio a la voz
Porque no he de esperar ya retornar jamás
Me alegro en consecuencia, al tener que construir algo
De qué alegrarme.

Y ruego a Dios se apiade de nosotros
Y le ruego que yo pueda olvidarme
De aquellas cosas que conmigo mismo discuto demasiado
Explico demasiado
Porque no espero retornar jamás
Deja que estas palabras respondan
Por lo que se ha hecho, para no volver a hacerse
Que el juicio no nos sea demasiado gravoso

Porque estas alas ya no son alas para volar
Sino sólo abanicos que baten en el aire
El aire que ahora es terriblemente angosto y seco
Más angosto y más seco que la voluntad
Enséñanos a preocuparnos y no preocuparnos
Enséñanos a quedarnos sentados quietos.

Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.


II

Señora, tres leopardos blancos estaban recostados bajo un árbol de enebro
A la fresca del día, tras haberse saciado hasta el hartazgo
De mis piernas mi corazón mi hígado y aquello que había sido el contenido
De la esfera ahuecada de mi cráneo. Y dijo Dios
¿Vivirán estos huesos? ¿Vivirán
Estos huesos? Y aquello que había sido el contenido
De los huesos (que ya se habían secado) dijo con un gorjeo:
Gracias a la bondad de esta Señora,
por su belleza, y porque
honra a la Virgen meditando
brillamos relucientes. Y yo, que estoy aquí disimulado,
ofrezco mis acciones al olvido, y mi amor
a la posteridad del desierto y al fruto de la calabaza.
Esto es lo que rescata
Mis entrañas, los nervios de mis ojos y las partes indigeribles
Que rechazan los leopardos. La señora se retira
Con un vestido blanco, a contemplar, con un vestido blanco.
Que la blancura de los huesos sirva de expiación para el olvido.
No hay vida en ellos. Como estoy olvidado
y he de estar olvidado, así me olvidaría
Al consagrarme, concentrado en un propósito. Y dijo Dios
Su profecía al viento, al viento solamente porque sólo
Sabe escuchar el viento. Y los huesos gorjeaban en un canto,
Acompañados por los saltamontes. Y decían:

Señora del silencio
Calmada y afligida
Desgarrada e intacta
Rosa de la memoria
Rosa de los olvidos
Agotada y nutricia
Preocupada y tranquila
La Rosa singular
Es ahora el Jardín
Donde el amor termina
Da fin a los tormentos
De amor insatisfecho
El tormento mayor
Del amor satisfecho
Final de lo infinito
Viaje a ninguna parte
La conclusión de aquello
Que es inconclusible
Discurso sin palabra y
Palabra sin discurso
Las gracias sean dadas a la Madre
Por el Jardín
Donde el amor termina.

Bajo un árbol de enebro, cantaban esparcidos los huesos relucientes
Estamos satisfechos de estar desperdigados, no hicimos nada bueno los unos por los otros
A la fresca del día, bajo un árbol, con la anuencia de la arena,
En olvido de sí mismos y de los otros, juntos
en el silencio del desierto. Esta es la tierra que
dividiréis por lotes. Y ni la división ni la unidad
importan. Es la tierra. Tenemos nuestra herencia.


III

Al doblar la segunda escalinata por primera vez
Me di vuelta y miré lo que había abajo,
La misma forma serpenteante sobre el pasamanos
Tras los vapores en el aire fétido,
En pugna contra el diablo de las escaleras,
Con su engañoso rostro de esperanza y desesperación.

Al doblar la segunda escalinata por segunda vez
Las dejé serpenteando y enrollándose ahí abajo;
Ya no había más rostros, la escalera estaba oscura,
Húmeda y escarpada, como la boca de algún viejo que babea sin remedio,
O las fauces dentadas de un tiburón ya viejo.

Al doblar la tercera escalinata por primera vez
Había una ventana panzona como el fruto de la higuera
Y detrás del espino florecido y de la escena pastoril
Una figura de anchas espaldas ataviada en verde y en azul
Hechizaba con una flauta antigua el mes de mayo.
Son dulces los cabellos que se agitan, los cabellos castaños que ondean sobre la boca,
Los cabellos violetas y castaños;
La distracción, la música de la flauta, las pausas y los pasos de la mente en la tercera escalinata,
Cada vez más se apagan; una fuerza mayor a la esperanza y a la desesperación
Sube por la tercera escalinata.

Señor, yo no soy digno
Señor, yo no soy digno

pero una palabra Tuya bastará.


IV

Quien caminaba entre el violeta y el violeta
Quien caminaba entre
Las varias gamas de variados verdes,
De azul y blanco, con el color de María,
Mientras hablaba de cosas triviales
Sin saber y sabiendo sobre el dolor eterno
Quien caminaba entre los otros mientras caminaban,
Quien hizo que las fuentes brotaran vigorosas e hizo frescas las aguas de los manantiales

Enfrió la piedra seca e hizo firme la arena
Con el azul de los delfinios, el azul del color de María,
Sovegna vos

He aquí los años que andan entre medio, haciendo a un lado
Los violines y las flautas, reinstaurando
a una que se mueve en el tiempo entre el sueño y el despertar, vestida

Con un manto de luz blanca, envuelto en la cabeza.
Los años nuevos van, reinstaurando
A través de una nube de lágrimas brillante, los años, reinstaurando
Con versos nuevos una rima antigua. Redime
El tiempo. Redime
La visión no leída en el sueño más alto
Mientras los unicornios enjoyados arrastran la carroza fúnebre dorada.

La hermana silenciosa con su velo azul y blanco
Entre los tejos, tras el dios del jardín,
La de la flauta sin aliento, agachó la cabeza e hizo un gesto, pero no dijo nada

Pero brotó la fuente y cantó el pájaro
Redime el tiempo, redime el sueño,
Muestra de la palabra nunca oída, nunca dicha,
Hasta que el viento arranque mil murmullos del tejo

Y después de este destierro.


V

Si se perdiera acaso la palabra perdida, si se gastara acaso la palabra gastada
Si se escuchara acaso y se dijera
La palabra no dicha ni escuchada;
Aún seguiría siendo la palabra no dicha, la Palabra no escuchada,
La Palabra sin palabra, la Palabra dentro
Del mundo y para el mundo;
Brilló la luz en las tinieblas y
Contra la palabra el mundo inquieto seguía dando vueltas
Alrededor de la Palabra silenciosa

Oh pueblo mío, ¿qué te he hecho?

¿Dónde habrá de encontrarse la palabra, dónde
resonará? Aquí no, porque aquí no hay silencio suficiente,
ni en el mar ni en las islas, ni
en el continente, tampoco en el desierto o en las praderas húmedas,
para quienes caminan en lo oscuro
durante el día y durante la noche
el lugar apropiado y el momento justo no son éste
no hay un lugar de gracia para aquellos que rehuyen el rostro
ni tiempo de alegrarse por aquellos que caminan entre el ruido pero niegan la voz

¿Ha de rezar la hermana del velo
por los que andan en lo oscuro, los que Te han elegido y enfrentado,
los que están desgarrados sobre el cuerno entre estación y estación, entre un tiempo y otro, entre
una hora y otra, una palabra y otra, entre un poder y el otro, los que esperan
en medio de lo oscuro? ¿Ha de rezar la hermana
por los niños que esperan en la puerta
que no se irán de allí, y que son incapaces de rezar?
Reza por los que eligen y por los que se oponen

Oh pueblo mío, qué te he hecho.

¿Ha de rezar la hermana entre los árboles de tejo esbeltos
por quienes la ofendieron y ahora tienen miedo
y no pueden rendirse y afirmar ante el mundo y negar entre las rocas
en el último desierto entre las últimas rocas
azules el desierto en el jardín el jardín en el desierto
de la sequía, y escupir de la manzana la semilla seca?

Oh pueblo mío.


VI

Porque no espero retornar jamás
Porque no espero
Porque no espero retornar
A debatirme entre la ganancia y la pérdida
En este breve tránsito donde se cruzan sueños
El crepúsculo por el que cruzan sueños entre el momento de nacer y el de morir
(Padre, bendíceme) aunque no quiero desear estas cosas,
Desde el gran ventanal hasta la costa de granito
Las velas blancas siguen volando rumbo al mar, volando al mar
Velas intactas

Y el corazón perdido se endurece y se alegra
Por la lila perdida y por las voces que el mar perdió
Y el espíritu débil se apura en rebelarse
Por el cetro de oro torcido y el aroma que el mar perdió
Se apura en recobrar el grito de la codorniz y el del chorlito que vuela en círculos
Y el ojo ciego crea las formas en las puertas de marfil
Y renueva el olor el gusto de salitre de la tierra arenosa.

Es el momento de tensión entre morir y el nacimiento
El lugar solitario donde tres sueños cruzan
Entre rocas azules
Pero cuando las voces arrancadas al tejo comiencen a perderse
Que se agite en respuesta el otro tejo

Bendita hermana, santa madre, espíritu del jardín y la fuente,
No permitas que el uno al otro nos burlemos mediante falsedades
Enséñanos a preocuparnos y a no preocuparnos
Enséñanos a quedarnos sentados quietos
Incluso entre estas rocas,
Con nuestra paz entre Su voluntad,
Hermana, madre
Y espíritu del río, espíritu del mar,
No permitas que me aparte

Y llegue a Ti mi clamor.

–––––––––––––––––––––––––

(1)
     El texto traducido al castellano (español) de Ash Wednesday aparece en varias lugares de internet. Pero en su versión íntegra, sólo la he encontrado en ZAIDENWERG, a quien agradezco me permita tomárselo prestado para mostrarlo aquí.
     Sepa, pues, el mundo mundial entero, que Ezequiel Zaidenwerg es su único propietario, y un servidor de ustedes un simple copista, o copión, si les parece.

     Y me callo, que he entrado en Cuaresma.

(2)
     Sobre T. S. Eliot
http://www.edukativos.com/biografias/biografia3172.html
http://es.wikipedia.org/wiki/T._S._Eliot 
http://www.poemas-del-alma.com/blog/biografias/biografia-de-t-s-eliot
http://amediavoz.com/eliot.htm

8 comentarios:

  1. "Polvo somos y en polvo nos convertiremos"

    amén

    besos

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  2. Precioso Míguel, ya lo conocía.


    ¿Ha de rezar la hermana del velo
    por los que andan en lo oscuro, los que Te han elegido y enfrentado,
    los que están desgarrados sobre el cuerno entre estación y estación, entre un tiempo y otro, entre
    una hora y otra, una palabra y otra, entre un poder y el otro, los que esperan
    en medio de lo oscuro? ¿Ha de rezar la hermana
    por los niños que esperan en la puerta
    que no se irán de allí, y que son incapaces de rezar?
    Reza por los que eligen y por los que se oponen

    Oh pueblo mío, qué te he hecho.

    ¿Ha de rezar la hermana entre los árboles de tejo esbeltos
    por quienes la ofendieron y ahora tienen miedo
    y no pueden rendirse y afirmar ante el mundo y negar entre las rocas
    en el último desierto entre las últimas rocas
    azules el desierto en el jardín el jardín en el desierto
    de la sequía, y escupir de la manzana la semilla seca?

    Oh pueblo mío.

    Porque yo como Eliot espero no retornar .

    Un abrazo infinito

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  3. Miguel:

    ¿Me darías el crédito que pertenece por la traducción? Veo que la has tomado de mi blog.

    Saludos cordiales,
    EZ.

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  4. Miércoles de ceniza, es decir, de los residuos del fuego, supongo que depurativo o depurador. Sin embargo, el cura decía: "Pulvis eris et in pulvis reverteris" (¿o era esto otro más completo: "Memento homo, quia pulvis est, et in pulverem reverteris"?). La ceniza trasmuta en polvo, pero no todo el polvo es ceniza, ni me parece que toda carne mortal acabe en polvo sino e carne de gusanos. Aunque el muerto no creo que encuentre diferencia.

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  5. Ezequiel, lamento la confusión que haya podido crear. La traducción está tomada de tu blog, que se enlaza desde el allí de mi introducción. Por cierto sólo en tu blog está el texto íntegro, en ninguna otra parte de internet lo he encontrado. Hay que felicitarte por ello. Ya ves que en esto eres único.
    En cuanto a la nota inicial a pie de texto sólo pretendía ofrecer alguna información sobre T.S. Eliot; pero para evitar posibles omisiones u obscuridades sobre mis intenciones, vuelvo a editar el post y lo explico mejor.
    Un saludo cordial desde la otra orilla.

    Julia, lo has dicho con demasiada seriedad. Tampoco había que ponerse tan solemne, digo yo. Polvo es todo lo que nos rodea, sea polvo estelar, sea polvo del camino, o sea incluso la pátina que el tiempo va dejando en nuestras vidas.
    Besos limpios de polvo y paja.

    Laura, mi niña, no sabía de tus saberes. ¿Quién quiere volver? Siempre hacia adelante, sea lo que sea; y si hay que girar, siempre hacia la izquierda. Es norma segura para no equivocarse nunca.
    Respecto a los abrazos, los míos son bien finitos y concretos, pero aprietan mucho. Para allá van unos cuantos.

    Juan, yo sólo conozco la segunda expresión. En todo caso ya no se usa, que ahora se dice: “¡Conviértete y cree en el Evangelio!”. Y en lo que yo entiendo no consigo encontrar la relación entre ceniza y Jesús, la Buena Noticia, ni tampoco con el Reino, que es más bien de vida y de luz, que no de ceniza, polvo y ruina. Pero también es posible que a mucha gente le guste lo primero, por el sabor a antiguo que le pueda encontrar. Siempre lo retro ha tenido su público ferviente.

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  6. El poema es una preciosidad. Qué profundo es siempre Eliot. Me has inspirado para buscar el libro por mi montón este de la izquierda, y sacarlo de entre todos los demás para hacerle una visita este fin de semana.
    Yo me acuerdo del miércoles de ceniza de mi infancia, cuando nos llevaban a la iglesia en grupo a ponernos la ceniza y volvíamos todas con las frentes tiznadas, que no podíamos lavarnos en todo el día ni tocarla para que no se cayera. Me decían que era para que me acordara de que me tenía que morir, como si a mí se me fuera a olvidar, madre mía. Si no he hecho otra cosa que acostumbrarme a la idea desde que tuve uso de razón.

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  7. Pues pretendía ser chusco y socarrón, vaya fallo, en fin, qué se le va a hacer, espero acertar la próxima.

    Besos

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  8. Tú aciertas siempre, Julita, no hay ningún fallo. Sólo que como eras la primera, sonó -al menos para mí- de ese modo.

    A la próxima ¡qué se te ocurrirá! Ya lo veremos…

    Besos sorprendentes, que no sorprendidos.

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