Quiero hablaros de un nuevo inquilino en esta jaula de grillos que es mi vida. Mejor no, que lo haga él, que sabe hacerlo.
Me presento: soy Berto.
Tengo tres años largos. Soy de raza, al menos eso es lo que dicen. Beagle, que se pronuncia más o menos “bíguel”. Y tiene gracia la cosa, porque suena también más o menos como “míguel”, una de las formas con que se nombra por estos lugares al que es ahora mi amo.
El caso es que vengo a sustituir a Pancho, que está de faena, que ya le toca. Lo suyo, de Pancho, es la caza, y ahora está disfrutando tras las codornices; o son los conejos…; bueno, tras lo que sea, que yo de eso no tengo ni idea. Pancho se ha marchado porque han tocado a rebato y él es muy cumplidor.
Y hoy toca hablar de mí. Soy tranquilo, afectuoso, como un oso de peluche pero sin algodones que me cubran, ya que mi pelo, como podéis observar es corto. Muy suave al tacto, y brillante. Siempre estoy limpio, no importa por dónde me meta.
En casa me pego a los pies del jefe, y si se descuida se tropieza con mi cuerpo robusto y macizo. Que va a la cocina, allá me llego yo. Que está sentado leyendo o al ordenador, me arrebujo bien pegado a sus pies. Que sale al patio, yo me aposto tras la puerta y al volver él, si no tengo cuidado, me pilla y me hace chillar. Sólo cuando se va a la cama sé que ya no es momento de historias y me tumbo en el sillón de orejas.
Si me dejan solo, lloro amargamente. Así que procuran que esté siempre acompañado de Moli, que es veterana, y sabe de soledades y también de ausencia total de horarios, salvo para la salida al campo.
Soy de Carlos. Pero Carlos vive de alquiler, y el casero se lo tiene prohibido: nada de animales de compañía en esta casa. Y mientras consigue ganarse al buen señor, para que le permita mi grata convivencia, voy a estar aquí. Por tanto mi estancia en esta casa puede durar, o no durar, depende.
Y ya está. Ah, me olvidaba lo más importante. En el campo soy autista. Quiero decir que una vez pesco un rastro, de lo que sea, ya no hay manera de hacerme entrar el razón: empino el culo, levanto el rabo, agacho el hocico hacia la “huella”, y soy más bruto que un arado y más terco que una mula. Si me dejan, me pierdo y no vuelven a verme hasta pasados unos días. Por eso, de momento, salgo atado y bien atado.
Por lo demás, soy pacífico, conquistador –ni se sabe ya cuántos lances amorosos he tenido-, de mirada tierna con ese cerco oscuro que rodea mis ojazos, y una auténtica pesadez cuando me sacan de paseo: todo el mundo se queda mirándome. Y hay quien me abraza y ¡hasta me besa! ¡Puaf, qué asco de humanos babosones!
¿A que no lo ha hecho mal, el tipo este? ¡No, si labia tiene un rato!
Os voy a contar un secreto: tiene manía a la máquina de fotos. Para conseguir esta pose, le he tenido que engañar. ¡El muy bandido!
Si hay ocasión de ello, volveré a hablar de Berto y de sus aventuras. O dejaré que sea él quien nos las cuente.
Siempre me sorprende el amor tan grande que le tienes a estos animalicos. Me sorprende porque me creo que es algo sólo mío, pero ya veo que no. Mi consuegro tiene ahora un presa canario, un perro de guarda que dicen que es muy fiero, pero cuando me ve a mí se tira al suelo como un cachorro y espera que le rasque la barriga, y si no le hago caso, viene a poner la cara delante de la mía para que le diga lo guapo que está. Tengo atracción fatal para los perros y a mí me encantan también. Exte es una monería. Tierno y bonico de verdad. Parecen personicas, ¿a que sí?
ResponderEliminarLos seres humanos que son capaces de expresar de esa forma su AMOR y su RESPETO por nuestros hermanos, los animales, merecen el mismo AMOR Y RESPETO, además de una inmensa ternura.Me gusta leerte, me gustan tus "animaladas", tus flores, las paellas que disfrutas con tu gente, ser cura,querrá decir eso¿no?
ResponderEliminarLas fotos lo dicen todo. Basta hacerlas con sensibilidad, buen gusto, afecto y con el ángulo preciso para captar el significado de la escena y lo que representa.
ResponderEliminarMe alegra que os guste Berto. Es un solete, y se ha hecho al nuevo hogar muy pronto. ¡Si hasta comparte sofá con Moly!
ResponderEliminarClares ahí donde tú apuntas veo yo el peligro. A veces con los animales te cabreas con las personas y acabas por preferirlos a ellos antes que a éstas. Su docilidad al amo puede llevarnos a engaño; su amo es el que los alimenta. Berto, p.e., ya no quiere nada con el anterior, cree que ha salido ganando con el cambio. En eso y en otras muchas cosas, los animalicos no son excepción. Simplemente no nos llevan la contraria, y ¡eso nos gusta…! Moly, sin embargo, es una libertaria, y hace lo que le da la real gana, siempre, siempre, siempre.
Laura, mi niña, no te pases. Lo de cura no es tan con-natural como te piensas. Y la ternura va por barrios, que conozco curas que más parecen cactus espinosos del desierto de arizona.
Me alegra verte por aquí. Por cierto, tú antes gorjeabas. ¿Sigues haciéndolo? ¡Qué delicia!
Fernando gracias por ser tan amable. Simplemente las fotos fueron las que Berto permitió hacer. No se paraba un momento, y en cuanto enfilaba la cámara se lanzaba a ella con sus patas gordas de redomado sabueso.
Gracias, también, porque esto de la fotografía lo he copiado, aprendiéndolo de ti. [O lo que aprendido, copiándolo de ti, no lo sé muy bien cómo ha sido, pero ha sido.] Y no bien, que lo de ángulo, sensibilidad, buen gusto es demasiado; sólo y apenas, afecto.
Miguel Angel... ¡¡eres genial!! Cierta debilidad si te veo con los animales... jejeje.
ResponderEliminarYa sabes, las personas, smos duras de mollera y a veces de corazón...
Pero de eso sabes ya muchiiiiisimo, tienes la mente muy clara.
Un abrazo entrañable. mª pilar
Como ves... sigues en mi corazoncico...