Soy Gumi. Tengo 33 días. Hoy he dejado de comer papillas. No corro como una liebre, pero ya me voy defendiendo. Mis dientes son pequeños, pero ya apuntan maneras.
Si no me llevan pronto quienes van a ser mis amos definitivos, vais a enteraros bien de quien soy. ¡Palabra!
Qué bonico y qué tierno. Me han encantado las fotos. Hasta llamé a Fernando para que las viera, porque tienen una gracia tremenda. Los primeros planos son insuperables. Sí que está grandecito ya el chico. Me gustan mucho los animales y los perros en particular más. Siento que no puedo tenerlos en el campo, por el momento, porque hay envenenadores profesionales por allí, los cazadores. Tendríamos que vivir alli siempre para poder evitarlo. En fin, a ver si cuando nos jubilemos podemos volver a tener nuestros perros.
ResponderEliminarMiguel Ángel, con esa carita, no te da pena, que se vaya a otra casa...
ResponderEliminarMientras llega el momento dale todo tu cariño.
¡ Se lo merece, por guapo!
Buenas fotografías, graciosas, dulces.
Un abracico muy grande.
Clares: no veas cómo cree y espabila; estos animalitos nos dan sopas con honda a los humanos. Las fotos que ves me han costado un triunfo, porque es tan juguetón que en cuanto veía la máquina delante se lanzaba al asalto, para enredar con sus patitas. En casa o en el campo, siempre es posible tenerlos. Claro que tienes que aparcar lo de que tu casa esté limpia, tu horario ajustado, y tus viajes sin problemas. Ocupan más de lo que cabría imaginar…, pero merece la pena, vaya que sí.
ResponderEliminarMaría Luisa, si te digo la verdad no lo pensé en serio, lo de que se tenía que marchar, hasta el último momento, cuando ya se estaba yendo. Creo que acerté, al no darle vueltas a este asunto. Tan pequeño como era, ocupaba demasiado. Los que peor lo pasaron fueron Moly y Pancho, que estuvieron como amurriados y un pelín celosillos. Ya lo están superando, pero poco a poco; digo yo que piensan que puede volver a ocurrir que meta en casa a otro pequeñín, y se están cargando de santa paciencia…
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