El día 13 tuvimos fiesta local, o sea vacación. ¿Qué hacemos? Sin dudarlo, a la montaña. Como teníamos una deuda ancestral con La Cabrera, todos a una dijimos: Al Lago de la Baña.
Esto es lo que queríamos visitar en el día de autos a que hace referencia esta narración
Dicho y hecho. Madrugón. Viaje largo, 240 km. y curvas; parte por autovía, hasta La Bañeza; el resto por una carretera sorprendentemente cuidada, pasando por Castrocontrigo. Qué raro, fíjate tú, no está nada mal este firme, ¿verdad? En efecto, para ser zona montañosa, la carretera ofrecía un magnífico aspecto.
La puerta de entrada del valle es la sierra de La Cabrera, y concretamente el puerto, desde el que se ofrece esta panorámica sin desperdicio.
La puerta de entrada del valle es la sierra de La Cabrera, y concretamente el puerto, desde el que se ofrece esta panorámica sin desperdicio.
Al fondo, entre las brumas de la mañana y de la lejanía reina Peña Trevinca. Hasta allá hay que llegar, que lo que buscamos se oculta en la ladera norte del macizo.
Pero lo que parecía una buena idea, una magnífica experiencia, un deleite para los sentidos, tenía que pasar, -y nosotros tan ingenuos y tan embobados con nuestro día de montaña-, por un oscuro túnel de realidad, realismo puro y duro.
Pero lo que parecía una buena idea, una magnífica experiencia, un deleite para los sentidos, tenía que pasar, -y nosotros tan ingenuos y tan embobados con nuestro día de montaña-, por un oscuro túnel de realidad, realismo puro y duro.
Todo fue bastante bien a lo largo del valle principal, y también en los valles laterales, preciosos parajes llenos de vegetación y reventones de colorido. Pueblos en medio de la hondonada y pueblecitos hundidos a la izquierda y colgados a la derecha.
Al final, La Baña. Casas típicas de la región, y bloques de viviendas como en cualquier capital. Pajares y cuadras al uso, y grandes factorías de plátsico y chapa, de colores impropios, casi insultantes. ¿Dónde estamos? Enseguida nos dimos cuenta, por el trajín de camiones de ruedas imposibles y cargas descomunales.
"El sendero sale del mismo casco urbano, siguiendo el curso del río", rezaba el manual que previsoramente traíamos para no perdernos.
Imposible, eso está cerrado. Hubo que preguntar, y así subimos carretera adelante, camino de la Fonte de la Cova, hacia el puerto que lleva a Galicia. No fue fácil dar con ello, pero en una revuelta, justo al comienzo de una enorme pista polvorienta, en un rincón casi inobservable, ahí, estaba el cartel. ¡Menos mal!, dijimos después de subir y bajar por aquella carretera: ¡Son sólo un par de horas de camino!
Al final, La Baña. Casas típicas de la región, y bloques de viviendas como en cualquier capital. Pajares y cuadras al uso, y grandes factorías de plátsico y chapa, de colores impropios, casi insultantes. ¿Dónde estamos? Enseguida nos dimos cuenta, por el trajín de camiones de ruedas imposibles y cargas descomunales.
"El sendero sale del mismo casco urbano, siguiendo el curso del río", rezaba el manual que previsoramente traíamos para no perdernos.
Imposible, eso está cerrado. Hubo que preguntar, y así subimos carretera adelante, camino de la Fonte de la Cova, hacia el puerto que lleva a Galicia. No fue fácil dar con ello, pero en una revuelta, justo al comienzo de una enorme pista polvorienta, en un rincón casi inobservable, ahí, estaba el cartel. ¡Menos mal!, dijimos después de subir y bajar por aquella carretera: ¡Son sólo un par de horas de camino!
Enseguida comprendimos que el camino no se hace al andar, que ya estaba hecho; más que hecho, machacado.
Una pista en tierra de casi 10 metros de ancho es demasiada pista; esto no puede llevarnos a ningún sitio bueno, pensamos.
Una pista en tierra de casi 10 metros de ancho es demasiada pista; esto no puede llevarnos a ningún sitio bueno, pensamos.
Al cruzarnos con este mastodonte cargado de losas descomunales nos convencimos de que ni éramos los primeros, y de que a lo peor seríamos los últimos en andar por estos andurriales en busca de un cierto sitio conocido como "monumento natural".
Los laterales del valle, abiertos de par en par por increíbles máquinas, estaban ocupados por naves y depósitos de inapropiada apariencia…
Lagos artificiales de aguas azules que ya no corren…
Así más de tres kilómetros, según el cartel anunciador. En realidad fueron casi cinco a juzgar por el tiempo empleado. Claro que no tuvimos en cuenta el tiempo perdido es esquivar máquinas, camiones y todo terrenos a tumba abierta, levantando nubes de polvo y rompiendo el silencio de un espacio casi muerto…
Llega un momento en que parece que la pista se inhumaniza. Quiero decir que se naturaliza, dejando la humanizada atrás, entre el polvo. La vereda se presenta franqueada de matorrales y el fondo nevado de los señores de esta sierra empiezan a mostrar el puesto que ellos tienen, y aún conservan. ¿Por mucho tiempo?
Un vistazo hacia atrás nos convence el horror que se está perpetrando en aras del progreso y de la economía…
Afortunadamente sólo hasta aquí. ¿Sólo hasta aquí? Bueno, es sólo un deseo.
Último cartel anunciador de que lo que se avecina es un auténtico "monumento natural". Ahora parece que va de verdad, en serio, que ahí están las pruebas.
En efecto, las pruebas son claras, la pista se convierte en camino, los prados son de verdad, y el ganado está vivo.
Para dar verosimilitud, alguien ha puesto mojones, ¡ojo!, dicen, entras en la naturaleza, compórtate, ten buenos modales, no dañes el medio ambiente, no asustes al ganado, no espantes a los pájaros, deja que croen las ranas, no pises la hierba y tampoco cortes flores.
Vale, así lo haremos, que nosotros somos amantes del campo y respetuosos con la naturaleza.
La laguna de la Baña, pequeño remanso de agua, llena de flores blancas.
Cascada del deshielo que alimenta lago y laguna.
¿Es roca, es árbol? ¡Qué más da! Hace bonito y basta.
El camino se hace ahora sendero. No hay otra manera de alcanzar el Lago. Falta ya poco, pero todo ello tiene ya otra apariencia… más natural.
Camino de la laguna el pequeño lago aún se empequeñece más…
La laguna rodeada de pastos de alta montaña no es lugar tranquilo: los ruidos de los enormes volquetes resuenan en el valle y llegan hasta aquí arriba.
Algo de bosque sí queda…
Y flores también quedan. En este valle no son grandes. Esta, concretamente, está sacada con la cámara a diez centrímetros de distancia. No me explico cómo ha salido tan clara. La pobre no podía ser más pequeña, pura humildad. Pero bien tiesa y erguida se manifiesta.
No hace falta decirlo: esto es ya de vuelta, y en lugar de flores nos encontramos con esto, y claro, nos tuvimos que apartar bien a la orilla, esas máquinas son las que aquí mandan.
En este valle no hay paso de ganado, no, que lo que pasa por aquí es lo que veis, sí tal cual, con enormes ruedas anilladas de puras cadenas.
¿Que valle puede aguantar el trasiego de estos fieros zapatos? ¿Logrará sobrevivir algo natural en este medio?
Pues aunque parezca imposible, ahí está, en medio de la nada, pura pizarra reseca. Y ella tan fuerte, tan graciosa, tan preciosa, se niega a dejarse morir, se resiste a que la maten; está gritando con todas sus fuerzas que la vida es posible que vuelva alguna vez a este valle.
Por supuesto, el Valle de La Cabrera. León.
Miguel Ángel, me has dado muchos sentimientos encontrados. Supongo que será semblanza de la vida, donde se mecla a menudo la tristeza con la esperanza, la fe en una vida siempre pujante con la sospecha de que el ser humano es una calamidad que no lo dejará ser. Las fotos son una maravilla. Ya veo que en cuanto tienes un rato te pones en marcha. Por cierto, la música que tienes ahora mismo es preciosa. Es religiosa, ¿no? Pero ¿de quién? Es un kirye, y me suena mucho, pero no lo localizo. ¿Algo ruso?
ResponderEliminar¿Boris GOdunov? ¿Otra cosa que yo no he oído nunca y que me pone de los nervios no saber?
ResponderEliminar"En el jardín de un monasterio", de Ketèlbey. Autor también de "En un mercado persa", "En un misterioso lago de Egipto", "En el jardín de un templo chino"…
ResponderEliminarTengo que decirte que ese bello paraje de La Cabrera fue lugar inhóspito hasta no hace mucho, y que algún docente que le tocó empezar por allá cuenta cómo para entrar tenían que salir a buscarlo con un mulo, y una vez llegada la nieve no había manera de salir de allí hasta el deshielo. Una vida muy dura para los lugareños, que se ha ido dulcificando precisamente con estas minas a cielo abierto de pizarras, que ha elevado su nivel de vida y mejorado las comunicaciones. Parecida situación vivieron Los Ancares, Las Hurdes y hasta incluso la zona de Sanabria.
Espléndido reportaje y desolador testimonio. Amigo mio, eres viajero perspicaz y aguerrido, como a mí me gusta. A la búsqueda de la imagen que refleje lo que pasa, tal cual es, sin tapujos ni edulcoraciones, la verdad como principio y como mensaje. Hace tiempo que no voy por esas tierras de León, pero, tras leerte, me ha entrado el ardor guerrero que me lleva de vez en cuando a coger la mochila, el altímetro, la cámara y la rabia contenida para descubrir este pais nosotros donde es posible encontrar de todo, aunque a medida que pasa el tiempo más de lo uno que de lo otro. Un abrazo
ResponderEliminarMiguel Ángel que bien describes el viaje,
ResponderEliminarUn viaje que se prometía acogedor, bonito, la nataraleza en estado puro.
Hay parajes virgenes que los convertimos quizá decimos: " Es necesario, sobrevivir", "Hay que sacar la riqueza para seguir".
Pero a veces que precio más alto se paga por eso.
Valles donde reinaba el silencio, donde el tiempo se había quedado suspendido...
(Pienso en nuestro Pirineo)
Miguel Ángel a pesar de todo las pequeñas flores, quieren seguir llenándolo de vida, ese es su sitio.
Un saludo lleno de ánimo.
A usted le quería yo ver en Bollullos de la Mitación o en Las Pajanosas haciendo fotos y poniéndose tibio de rayos uva. Hay que joderse, no se le ocurre otra cosa que ir a León, demostrar lo bello que es, lo cabrones que son los que están jodiendo ese paisaje y encima quiere que le aplaudamos, por buen fotógrafo y amante de la naturaleza. No espere eso de mí, aunque me de veinte duros. Que yo para esas cosas soy muy sensible. A mi lárgueme usted un reportaje de la calidad con que usted lo hace sobre Aznalcóllar o los chuchurríos de la bahia de Huelva, que ahi sí que hay lo que tiene que haber. Que parece que todavia no se ha enterado usted que el Ebro nace en Fontibre, joder. Que está en la provincia de Santander, a tiro piedra de Castro Urdiales, de donde era mi madrina. ¿Aclarado?. Pues vale.
ResponderEliminarFernando, ármate de ardor guerrero, el mismo que con tanta maestría ejerces y nos muestras, y con tu cámara denunciadora, acaba con estos XXXX (insulto muy grosero, tanto que es irreproducible en este lugar y ante público tan selecto); no consientas que tus campos abiertos se conviertan en campos desiertos, esquilmados, asolados.
ResponderEliminar¡Dale fuerte! ¡No te tiemble el pulso…, ni la púa!
¡Nuestra fuerza está contigo!
María Luisa, también a mí me duelen tus, nuestros, Pirineos. Desaparecieron los hielos sempiternos de la Cueva de Casteret, ya no crecen lirios en las campas de Ordesa, el Castillo de Acher casi ha desaparecido, Benasque es un miami sin mar, la Selva de Oza se ha quedado sin Boca del Infierno, Aguas Tuertas ¿dónde están? y nunca más llovió sobre las praderas de Zuriza.
ResponderEliminar¡Lloraremos como vulgares llorones, a fuer de tener bolsillos repletos y estómagos satisfechos!
¡Ay, si levantaran la cabeza nuestros mayores!
No me tiente, mi ilustre señor Don Segismundo, no me tiente, que tengo para mí que estas bellaquerías que narro son cosa nimia frente a los desalmados gigantes de otras latitudes. Y, ¡voto a bríos!, que he de ir, adarga en ristre, cámara en bandolera y galgo corredor o aullador, qué más da, a desfacer entuertos en donde los malandrines y follones hayan enturbiado lo que no les pertenece.
ResponderEliminarSi el viento sopla propicio, levaré anclas y soltaré amarras, desplegaré velas y enfilaré rumbo a los lugares donde, muy a mi pesar, ya no surcan los mares delfines ni juguetean focas monje, donde no nace hierba ni cantan oropéndolas, donde el silencio es más tétrico y el frío en plena canícula atenaza los huesos.
Sea en las costas norteñas, sea en el sur, siempre el sur, desde las villas y cortes de turno se perpetran un sindiós de fechorías; y haría falta no uno, ni dos, sino un ejército entero, si lo hubiere, de guerreros encubiertos o de bandoleros justicieros que dieran buena cuenta de tanto mamón, degenerado, depredador y carnicero despiadado.
Ilustre señor capador de pollos, titulado por Valonsadero y Medinaceli, habré de solicitarle audiencia para que, en pocas entrevistas, me adoctrine sobre el modo y manera de capar, sean pollos o pollinos, que tengo menester de ejercer de ese oficio con algunos que yo me sé y usted también se sospecha.
¡Qué triste!
ResponderEliminarMe parece muy sensible y muy profundo todo tu reportaje, pero siento no estar de acuerdo con todo...q es que ahora la gente que vive de ello debe de dejar sus negocios para darte gusto a ti que vas un día por difrute visual?NO.
ResponderEliminarLa gente que sigue allí de algo tendrá que vivír (digo yo...), y si no te gusta, búscate otro paraje (+ natural), ya lo siento, xo es lo que hay...
Desde hace aproximadamente catorce años viajo a Jiménez de Jamuz un pueblo a cuatro Km. de La Bañeza desde Barcelona capital a casa de mis suegros y como amante de la fotografía y la naturaleza cuando puedo recorro los pueblos de La Cabrera y esta inquietud me hizo llegar hasta el lago de la Baña por primera vez hace seis años, es desolador el recorrido desde la Baña hasta el lago, montañas abiertas en canal enseñando sus negras entrañas por doquier sin el mas mínimo respecto ambiental sin el mas mínimo reacondicionamiento una vez terminada la explotación de pizarra, este mes de agosto volveré a visitar y fotografiar el lago y su entorno y podré verificar el grado de deterioro de estos últimos años, seguramente esto no se permitiría hacer en Cataluña? pero tal como anda todo no lo puedo asegurar, un lastima.
ResponderEliminareste año (agosto) también subiré al lago de Truchillas, si alguien se apunta podríamos subir y fotografiar este magnifico lago, según pude leer en un excelente trabajo de Iván Martínez Lobo que de la forma mas singular fue a parar a mis manos, os lo recomiendo.
Francesc (Barcelona 2011)