A mis mejores héroes les huelen los sobacos

Viene esto a cuento de Leonard Cohen. Poeta, místico, cantautor, valsero de vals, sentimental y así según se le mira de mueca o sonrisa de medio lado como diciendo si no te gusto cantando, no importa, que yo me voy a otra parte con mi música.

Mucho me gusta escucharle, si pudiera todo el día, a no ser porque hay otras músicas que también me gustan y no es cuestión de estarse trabajando permanentemente el cuerpo con la misma tabla de gimnasia. Buenas son las sopas, pero también hay lentejas, garbanzos, y hasta callos madrileños y palentinos…

Pues el caso es que Cohen vuelve a dar una gira mundial, que la última recorrió ochenta y pico ciudades ante más de setecientas mil personas. Vuelve, pero oh cielos, no es seguro que lo haga porque sí, que lo hace porque está en bancarrota; su ex secretaria y ex amante, qué bárbaro, cómo lo podría compaginar, menuda máquina, le ha desfondado el bolsillo del chaleco suprimiendo de su cuenta corriente la friolera de cinco millones de dólares; esto…, al cambio en euros, me salen…, bueno calculad vosotros, que yo ahora estoy en la sobremesa y no tengo ganas de pensar.

En cambio sí me apetece poner a Cohen, y si os place a vosotros también, juntos escucharle en esto tan bonito:

[Pero antes hay que quitar, pulsando en el botón correspondiente, la música del blog, que Cohen y Labordeta hablan el mismo idioma, muchas veces, pero ni juntos ni revueltos].






3 comentarios:

  1. Has elegido una de mis canciones preferidas de Cohen. De pronto, se me ha venido toda mi juventud encima. Qué gran poder evocador tiene la música. No sabía que este hombre se había arruinado y por esas turbulencias. Pues sí que es un héroe poco presentable, pero como a ti me encanta.

    ResponderEliminar
  2. Hace tiempo que vi un video suyo y no parpadeaba el pobre,claro con lo que se ha liado no me extraña....

    ResponderEliminar
  3. Nada más hacía falta que me dijeras: no vuelvas, no tengo interés en saber nada de ti.
    Me habría ahorrado este viaje para decirte que no hace falta que pongas censura en tu blog.
    No pensaba volver.
    Te equivocas conmigo.
    Me acordaré de ti en mis oraciones con afecto, porque creo que te va a hacer falta. Estás en una trampa peligrosa en la que si no acabas como yo será porque acabas como ellos.
    Un abrazo fraternal, aunque te creas todas las falsas insinuaciones que otros han hecho y las corrobores.
    Seguiré luchando por la libertad de expresión y por la verdad.

    Puedes quitar la censura, que yo no pienso poner nada más. Si lo hubiera sabido antes, tampoco lo habría hecho. Adiós.

    ResponderEliminar