Estamos en Cuaresma. Sí, en el desierto, y encima sufrimiento el acoso de las tentaciones.
Pues no, hij@, no. No hay que caer en la tentación. Y con mayor motivo si, mirando hacia un lado, o hacia atrás, descubres la realidad de las cosas…
Pues no, hij@, no. No hay que caer en la tentación. Y con mayor motivo si, mirando hacia un lado, o hacia atrás, descubres la realidad de las cosas…
No es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita. Gran verdad que todos deberíamos tener presente. Muy emocionante la fusión de la música con la presentación de las imágenes de las realidades enfrentadas. Seguro que el autor perdona tu título porque creo que potencia aún más el mensaje. Saludos.
ResponderEliminarQuerido amigo, conocía este mail porque una niña lo trajo el año pasado al instituto y lo subió al blog de la clase. Me parece impresionante, y, como tú dices, menos quejas y más solidaridad. Hace falta mucha solidaridad y muchas acciones de todas clases para que la vida sea más justa para todos y todas. Pero, a veces, me siento impotente, bueno, a veces no, siempre. Porque mucho arreglo depende de fuerzas que no son de la gente común, y yo sé que con voluntad en poco tiempo estaría arreglado el problema del desarrollo y la vida normalizada para tantas y tantas personas que sufren en el mundo. Nosotros podemos ayudar, claro. Yo lo digo y tendría que no decirlo. Si tomo conciencia real, real de verdad, me tendría que dejar todo y largarme a donde fuera a colaborar sin descanso. Mientras, no podemos hacer sino esas ayudas puntuales y mover algo desde aquí respecto a la política, lo poco que podemos. Perdona que me haya puesto tan triste, me ha pasado cada vez que he visto esas fotos. Un abrazo, Miguel Ángel.
ResponderEliminarImpresionante documento, que no conocía. Un aldabonazo en el espíritu y en las conciencias. En esas conciencias aletargadas por el confort que deriva en idiferencia e insensibilidades. Es necesario recordar que el mundo existe y que es más cruel e injusto de lo que imaginamos. Poco podemos hacer para aliviar tanta injusticia y tanto dolor. Pero algo hay que hacer. Apoyar con lo que se pueda y de manera regular, asistir a los encuentros donde nuestra presencia alivia la soledad, no interrumpir la mirada cuando ésta se enfrenta al hecho incómodo. Poco más, pero muchos pocos, siempre serán muchísimos. Un abrazo
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