Faltan siete días

¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero
que anuncia la paz,
que trae buenas nuevas,
que anuncia salvación,
que dice a Sión:
“Ya reina tu Dios”!


«Estoy en Sierra Leona por la fe, no por mera solidaridad humana»


El agustino José Luis Garayoa estuvo a punto de morir fusilado en el país africano


Fue durante su etapa de profesor en el colegio agustino de Valladolid cuando llegó al centro una carta pidiendo voluntarios para ser misioneros en Sierra Leona, territorio ensangrentado por la guerra y la miseria. «Yo tenía entonces 45 años. La prudencia me decía ¿ya no tienes edad¿, pero ¡la pasión de la misión es tan fuerte! Escribí mi petición de puño y letra a las dos de la mañana, con miedo de que aceptasen por mi experiencia, y deseándolo también. Me aceptaron.
Hice un curso intensivo de 3 meses de inglés y me fui a África sin esperar el periodo de aclimatación ni nada», rememora. Cuando llegó a Sierra Leona en enero de 1998, «enseguida caí con fiebres tifoideas».
Secuestrado, «estaba recuperándome en el hospital de los Hermanos de San Juan de Dios en Mabesseneh cuando los rebeldes atacaron el centro y nos llevaron como rehenes a tres religiosos, a un cooperante español y a mí», prosigue. Las televisiones y los diarios españoles se volcaron durante dos semanas en los misioneros secuestrados. «Cada día yo celebraba la misa con mis compañeros, sentados en el suelo, con una cruz de madera; partíamos un poquito de pan y chupábamos las migas. Di la absolución general dos veces. El 25 de febrero nos querían fusilar a las 2 de la mañana. Nos abrazamos, nos despedimos, ¡y a morir por Dios! Yo no tenía miedo. Te fías de la misericordia de Dios», asegura. Tres días después fueron liberados por fuerzas de la ONU.
Garayoa fue enviado entonces a Nuevo México y a Texas, a mejorar su inglés. Durante 8 años trabajó con inmigrantes hispanos, «gente sencilla que se estrellaba con una realidad dura». Después, con 53 años, le ofrecieron volver a Sierra Leona. «¡Estás gordo y viejo!», le decía la familia.
Pero África llama con la voz de Dios. «Estoy allí desde la fe, no por mera solidaridad humana. Después de tres malarias, la solidaridad se acaba. Pero yo en tres años llevo 10 malarias y tres tifoideas, y aguanto por fe. Soy sacerdote, anuncio la Buena Nueva. En Sierra Leona atiendo partos e infecciones vaginales. ¡Soy ginecólogo autodidacta por fuerza!», añade.
El misionero español va a comenzar la construcción de una pequeña clínica de maternidad en la misión de Kamabai. Todo el proyecto está explicado en la web www.gcpweb.com y pueden ingresarse colaboraciones en la cuenta de La Caixa 2100 - 2928 - 34 - 200091312. Hay mucho sida, y las ONGs y el Gobierno sólo lo han combatido con condones, con poco éxito.
«Nosotros, por primera vez, queremos dar formación, explicar qué es el amor cristiano, la fidelidad, la relación de pareja, formar a las mujeres...» «Es que cuesta menos dar un condón que educar», dice Garayoa.

3 comentarios:

  1. Las vidas de estas personas son verdaderamente heroicas. Hay que tener mucha pasión, mucha fe y mucha energía para entregarse de ese modo, con riesgo de lo más preciado, la vida. Poca gravedad y mucha gracia. Supongo que me entiendes.

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  2. Dichoso aquel que descubre una vocación, sea la que sea; el que descubre algo por lo que luchar, teniendo fe en ello, y...LO HACE.

    Un abrazo y feliz navidad.

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  3. Merecido recuerdo y justisimo homenaje a otro héroe que lucha por un mundo mejor y lo paga con su vida. Larga es la nómina de lo que has sacrificado lo mejor de sí mismos en pro de los demás, pero nunca sabremos valorar suficientemente lo que cada una de estas historias representa. Dignifican a quien las protagonizan y nos mantienen la confianza en el ser humano y en sus ideales.

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