No. Nosotros no estuvimos en Colón.
No, aunque parezca pretencioso, nosotros no nos vimos representados, menos identificados, con los asistentes al acto que allí se realizó.
No, tampoco nos encontramos en sintonía con las palabras y con los gestos que allí se expresaron.
Y no, tampoco nos gustó cómo se hizo aquello y la imagen que se ofreció por los medios.
Tuvimos, por nuestra parte, la suerte de ser visitados por alguien que patea este desolador mundo más allá de nuestras fronteras y que nos ofreció una reflexión que en tiempos navideños rebaja nuestro nivel de autosatisfacción y a ver qué hacemos en nochevieja y qué quieres que te echen los reyes…
Juan representa a Puentes ONGD. Una pequeña agrupación de personas de buena voluntad que ponen su grano de arena en la construcción de un mundo mejor que el que tenemos.
Vino a hablarnos de esa realidad que no vemos, pero que existe. Y nos habló de guerra, de desarraigo, de abandono, de enfermedad, de hambre, de incultura, de capitalismo, de fe…
No vino a reivindicar protagonismos, ni modelos de vida y convivencia para estos tiempos de anomia. Habló de la familia como carencia, como rechazo, como des-estructura… ¡precisamente en el día de la Sagrada Familia!
Le escuchamos con atención. Nos explicó son sencillez. Los niños y niñas abrieron los ojos como platos cuando ante fotos de sonrisas infantiles en medio de la pobreza oyeron de la riqueza de la vida sin exigencias, y de la pobreza de quien rebosa de todo pero carece del sentido solidario.
Los mayores, ellos y ellas, tocados en el bolsillo, aflojamos la tela marinera, que también somos sensibles, oiga, y que total siempre tendremos para los gastos que tenemos programados.
Resumiendo: ayer cambiamos el beso al Niño Jesús y los villancicos, con que solemos acabar nuestras celebraciones navideñas, por una clase de auténtica realidad. Y nos vino muy bien.
Y oye, la Sagrada Familia está muy bien, pero de modelo familiar, rien de rien: una madre soltera, un hijo respondón y un padre que no se entera y que seguro que estuvo más de una vez en el paro, ¿modelo de qué?
¡Ah! Se me olvidaba: que tampoco sus familiares les acogieron cuando necesitaron ayuda…
¡Como no sea de realismo!
No, aunque parezca pretencioso, nosotros no nos vimos representados, menos identificados, con los asistentes al acto que allí se realizó.
No, tampoco nos encontramos en sintonía con las palabras y con los gestos que allí se expresaron.
Y no, tampoco nos gustó cómo se hizo aquello y la imagen que se ofreció por los medios.
Tuvimos, por nuestra parte, la suerte de ser visitados por alguien que patea este desolador mundo más allá de nuestras fronteras y que nos ofreció una reflexión que en tiempos navideños rebaja nuestro nivel de autosatisfacción y a ver qué hacemos en nochevieja y qué quieres que te echen los reyes…
Juan representa a Puentes ONGD. Una pequeña agrupación de personas de buena voluntad que ponen su grano de arena en la construcción de un mundo mejor que el que tenemos.
Vino a hablarnos de esa realidad que no vemos, pero que existe. Y nos habló de guerra, de desarraigo, de abandono, de enfermedad, de hambre, de incultura, de capitalismo, de fe…
No vino a reivindicar protagonismos, ni modelos de vida y convivencia para estos tiempos de anomia. Habló de la familia como carencia, como rechazo, como des-estructura… ¡precisamente en el día de la Sagrada Familia!
Le escuchamos con atención. Nos explicó son sencillez. Los niños y niñas abrieron los ojos como platos cuando ante fotos de sonrisas infantiles en medio de la pobreza oyeron de la riqueza de la vida sin exigencias, y de la pobreza de quien rebosa de todo pero carece del sentido solidario.
Los mayores, ellos y ellas, tocados en el bolsillo, aflojamos la tela marinera, que también somos sensibles, oiga, y que total siempre tendremos para los gastos que tenemos programados.
Resumiendo: ayer cambiamos el beso al Niño Jesús y los villancicos, con que solemos acabar nuestras celebraciones navideñas, por una clase de auténtica realidad. Y nos vino muy bien.
Y oye, la Sagrada Familia está muy bien, pero de modelo familiar, rien de rien: una madre soltera, un hijo respondón y un padre que no se entera y que seguro que estuvo más de una vez en el paro, ¿modelo de qué?
¡Ah! Se me olvidaba: que tampoco sus familiares les acogieron cuando necesitaron ayuda…
¡Como no sea de realismo!
Admiro tanto tu sensibilidad humana como tu generosidad cristiana, esa capacidad que muestras para ofrecernos lo mejor y más atractivo de la Iglesia, al servicio de una sociedad que desea tener referencias válidas que la ayudan en su comportamiento y en su forma de entender la vida sin supeditarse a la rigidez, a la exclusión o al castigo, siquiera sea virtual. Hacerlo así equivale a mirar hacia el futuro, entendiendo el presente como algo que se construye al compás de la propia evolución de una sociedad que no se detiene pero que al tiempo necesita anclajes que la reafirmen en valores relacionados con la solidaridad, con la defensa de los débiles y con el mensaje que los evangelios atribuyen a la figura del nazareno. Un cordialísimo saludo
ResponderEliminarOjalá todo el mundo pensara como tu. Todo seria distinto.
ResponderEliminarUn abrazo.