Una auténtica fiesta

Ayer tuve la inmensa suerte, porque suerte fue, que me tocó la lotería, de asistir a una boda entre dos pedazos humanos, una mujer de tronío y un hombrazo fetén. Disfruté como hacía tiempo que no lo hacía, creo que disfrutamos todos y todas. Y después de escuchar su sí a la vida, y tras haber proclamado la Palabra de Dios bajo textos de San Pablo y de San Juan, tras brindar al Abba por Jesús y el amor, cogidos de la mano, yo con la suyas, que me la abarcaba como a un bebé aquel pedazo de hombrón y aquella mujerona de empaque, nosotros todos y todas rezamos al Abba, comulgamos a y con Jesús, y sabedores de que el Espíritu nos habita y contamina, salimos a la vida a vivir la Vida.

¡Que vivan los novios! Va por vosotros, pareja.

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