Ayer he tenido catequesis por ausencia del titular, que tenía curso en la capital del reino.
Fue después de la Eucaristía Parroquial, tras fumar un cigarro en la calle con la gente, oye ¿pero fumas todavía? Sólo de vez en cuando, cada vez menos.
Total, que a las 13:15, con el sol bien en lo alto, emplazo a los jovenzuelos y jovenzuelas a subir a la biblioteca, empieza la catequesis.
Subimos, entramos, nos sentamos, ellos y ellas bien juntos justo enfrente de mí, que estoy solo conmigo y con sillas vacías a los lados.
Y empezamos a hablar de las fiestas, que cuándo organizan fiestas y cómo las celebran. Empiezan por decir que en los cumpleaños, que los fines de semana, en Navidad, por Pascua, cuando tienen aprobados, y también en verano. Y también de vez en cuando porque sí.
Al cómo, les cuesta empezar. Entonces tercio yo hablando de los guateques (que ya soy carrozón), de buscar la casa, de juntar a los amig@s, de preparar limonada, de mercar alguna otra botella para por si acaso, de la luz y la iluminación, de lugares reservados…
Y se ríen y empiezan a decir cosas que se tienen en las fiestas, que hay que ir a comprarlas a la tienda.
Y al decir los invitados dicen que a amigos y amigas, a gente de la misma cuerda. Y si falta alguien se le echa en falta.
Y empieza la fiesta y se saludan, y ponen música, y hablan de lo que hablan.
Yo les pregunto si tienen algún signo común en sus fiestas, vamos algo que se repita o case bien de una a otra. Se encogen de hombros, como no entendiendo. Como insisto, van saliendo cosas en unos y en otras. Pero no coinciden.
Entonces yo les digo que si va alguien extraño, qué pasa. Y se quedan como callados. Un@ dice: pues si no molesta, se le deja estar. Entonces a mí se me ocurre contar lo de Emaús: dos amigos y un extraño, y su diálogo y su parada y fonda. Y el gesto que descubren como amistoso y profundo que les convierte en cómplices y animosos.
Y les digo si en sus fiestas salen contentos y airosos. Y van diciendo que en general salen como con cuerpo dolido. Pero que aún así están deseosos de volver a organizar otra fiesta.
Entonces les digo que la catequesis de hoy trata sobre la Eucaristía, que si coincidía más o menos esta fiesta con lo que ellos piensan de la fiesta.
Y van respondiendo que más a menos, que la Eucaristía es más seria, que sí hay momentos de relación con los de al lado, pero no muchos. Que cada uno en su sitio y de participación la justa. Que venimos con lo que somos y tenemos de la vida. Que la comida está buena y el canto es compartido, pero que somos muchos y no hay lugar para más cosas.
Y que en la Eucaristía también nos despedimos hasta la próxima, con deseo de volver a encontrarnos una vez más en la misma fiesta.
Y salimos de la catequesis, justo para ir a comer.
Ya, cuando me quedo solo, me pregunto si habrá sido una buena catequesis, teniendo en cuenta que no hemos nombrado a Jesús una sola vez y que estos jovenzuelos y jovenzuelas van a recibir la Confirmación dentro de unos pocos meses.
Y me encojo de hombros, y que quedo muy tranquilo porque antes de la catequesis ya habíamos tenido la Celebración de la Eucaristía mi gente y yo.
Fue después de la Eucaristía Parroquial, tras fumar un cigarro en la calle con la gente, oye ¿pero fumas todavía? Sólo de vez en cuando, cada vez menos.
Total, que a las 13:15, con el sol bien en lo alto, emplazo a los jovenzuelos y jovenzuelas a subir a la biblioteca, empieza la catequesis.
Subimos, entramos, nos sentamos, ellos y ellas bien juntos justo enfrente de mí, que estoy solo conmigo y con sillas vacías a los lados.
Y empezamos a hablar de las fiestas, que cuándo organizan fiestas y cómo las celebran. Empiezan por decir que en los cumpleaños, que los fines de semana, en Navidad, por Pascua, cuando tienen aprobados, y también en verano. Y también de vez en cuando porque sí.
Al cómo, les cuesta empezar. Entonces tercio yo hablando de los guateques (que ya soy carrozón), de buscar la casa, de juntar a los amig@s, de preparar limonada, de mercar alguna otra botella para por si acaso, de la luz y la iluminación, de lugares reservados…
Y se ríen y empiezan a decir cosas que se tienen en las fiestas, que hay que ir a comprarlas a la tienda.
Y al decir los invitados dicen que a amigos y amigas, a gente de la misma cuerda. Y si falta alguien se le echa en falta.
Y empieza la fiesta y se saludan, y ponen música, y hablan de lo que hablan.
Yo les pregunto si tienen algún signo común en sus fiestas, vamos algo que se repita o case bien de una a otra. Se encogen de hombros, como no entendiendo. Como insisto, van saliendo cosas en unos y en otras. Pero no coinciden.
Entonces yo les digo que si va alguien extraño, qué pasa. Y se quedan como callados. Un@ dice: pues si no molesta, se le deja estar. Entonces a mí se me ocurre contar lo de Emaús: dos amigos y un extraño, y su diálogo y su parada y fonda. Y el gesto que descubren como amistoso y profundo que les convierte en cómplices y animosos.
Y les digo si en sus fiestas salen contentos y airosos. Y van diciendo que en general salen como con cuerpo dolido. Pero que aún así están deseosos de volver a organizar otra fiesta.
Entonces les digo que la catequesis de hoy trata sobre la Eucaristía, que si coincidía más o menos esta fiesta con lo que ellos piensan de la fiesta.
Y van respondiendo que más a menos, que la Eucaristía es más seria, que sí hay momentos de relación con los de al lado, pero no muchos. Que cada uno en su sitio y de participación la justa. Que venimos con lo que somos y tenemos de la vida. Que la comida está buena y el canto es compartido, pero que somos muchos y no hay lugar para más cosas.
Y que en la Eucaristía también nos despedimos hasta la próxima, con deseo de volver a encontrarnos una vez más en la misma fiesta.
Y salimos de la catequesis, justo para ir a comer.
Ya, cuando me quedo solo, me pregunto si habrá sido una buena catequesis, teniendo en cuenta que no hemos nombrado a Jesús una sola vez y que estos jovenzuelos y jovenzuelas van a recibir la Confirmación dentro de unos pocos meses.
Y me encojo de hombros, y que quedo muy tranquilo porque antes de la catequesis ya habíamos tenido la Celebración de la Eucaristía mi gente y yo.
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