IMILLA CUNUMI BIRLOCHA


Ese es el título que su autora, la artista boliviana Rilma Paco, le ha puesto a esta imagen:
He tratado de enterarme de su significado, y esto es lo que he encontrado:
Imilla: Muchacha oriental del campo. Despectivo
Cunumi: Niña en quechua. Despectivo, chica
Birlocha: 1. f. Bol. Chola que ha adoptado la vestidura de la mujer de clase social superior.
                          2. f. Bol. Mujer que se comporta en forma ordinaria.
O sea, aproximadamente, “Chica campesina con muchos humos” y/o “Joven, rural y chabacana”, según el criterio de la persona que mire.
Personalmente me gustaría que “Imilla cunumi birlocha” tuviera como equivalente en castellano “María de Nazaret, mujer”.
La artista boliviana Rilma Paco mantiene que la imagen de una venerada virgen en tanga, que causa una amplia discusión pública en Bolivia, tuvo la pura intención de desenmascarar a “los falsos devotos” y representar en ella a todas las mujeres vistas como objeto en el Carnaval de Oruro. Así se recoge en los medios informativos.
Yo prefiero hacer mi propia valoración de la imagen, y celebrar la forma en que María es representada en esta ocasión.
La madre de Jesús ha sido dibujada, grabada, tallada, pintada, bordada e impresa a lo largo de los siglos en los materiales más diversos y en actitudes varias según el momento que se quería resaltar: en la anunciación, camino de Belén, tras el nacimiento de Jesús, en la huida a Egipto, en el hogar de Nazaret, junto a la cruz en el Gólgota, en el entierro de su hijo, con los apóstoles esperando Pentecostés… Y luego están todas las advocaciones marianas que tiene cada una su imagen representativa reflejo de la piedad popular: Fátima, Lourdes, Montserrat, Guadalupe, etc.
Totalmente vestidas, las imágenes de María solo muestran cara y manos, y, excepcionalmente, un pecho dando de mamar al niño, en su advocación de Virgen de la leche. Cientos de imágenes que muestra internet lo corroboran.
De las manos, no digo nada. De su cara, sí, porque o bien muestran un rostro angelical o es directamente doloroso. Así ocurre en todas las imágenes de la Virgen que conozco.
Esta, sin embargo, es la primera que me muestra su cuerpo. En efecto, no tiene cara; mejor, me la imaginaré. Pero ya no estaré constreñido por un rostro irreal ni limitado a sólo los dolores de María. Si fue una mujer de una aldea perdida en la montaña de Judea del siglo I, con lo que me ofrece esta imagen y lo que leo en los evangelios me basta.
Ah, que casi se me olvida. No veo por ninguna parte falta de respeto, irreverencia ni profanación. De modo que provocadores e inquisidores abstenerse.

Forges nunca ha estado en mi frigo


Sí, ya sé que ese lugar, la puerta de la nevera de toda la vida, es el más apropiado donde colocar y mantener en vigor durante el tiempo conveniente y necesario los avisos que todo ama de casa que se precie debe no perder de vista y tener en cuenta. Y ¡qué lugar si no ese para quien está más tiempo trajinando entre cacharros que haciendo otra cosa!
No, yo a Forges nunca lo he tenido donde cocino, como y friego. Lo tengo donde corresponde: en el pasillo junto a la puerta de casa, para verlo tanto al salir como el entrar; y está también en la mesa camilla, bajo el cristal endurecido y sobre el tapete de punto que me tejió mi mamá. Ahí está con Nacho, también para eterna memoria.
Al Fraguas lo descubrí en los madriles, cuando el Bernardo me pasaba el Informaciones; él lo compraba para saber de Gárate y su Atlético, y yo lo aprovechaba para curiosear al Forges. Desde entonces le seguí la pista, y hasta ayer era lo primero que veía de la prensa.
Ya sé que don Antonio dejó dicho que nada de calles ni monolitos, homenajes ni zarandajas; que eso no va con él. Cumplo su voluntad, y no daré su nombre al paseo principal del jardín, ni a la vía pública que media entre locales y templo parroquial. Pero dentro de mi casa mando yo y no admito ingerencias. Permanecerá donde está, en el pasillo y sobre la camilla, mientras servidor siga haciéndome la comida, lavando mi ropa y liándome los cigarrillos.