¿Murió demasiado tarde?



Tal vez debió haberlo hecho mucho antes, sin llevar sobre su cuerpo tanto dolor y abuso, sin cargar en el alma la pesadumbre del misterio de para qué nació, a quién le importó su corta existencia, quién se va a doler con su ausencia.
Lo ignoro todo de ella, salvo la descripción que aparece en los periódicos a partir de la exploración médica en urgencias, su muerte y el secreto del sumario decretado por el juez que se ha hecho cargo del asunto.
Pero el asunto no es exclusivo de ese juez, como tampoco del facultativo que primero dio la alarma, ni de los que luego se manifestaron no sé si por sentimiento o para exculparse de sus posibles responsabilidades.
A partir de ahora aténganse a las consecuencias padres cuyos hijos lloren con frecuencia, vecinos que hagan oídos sordos a lo que les llega del otro lado de las paredes, profesores demasiado estrictos o de manga ancha, porque hagan lo que hagan, serán incómodos y granjearánse enemistades. Cuidadito los funcionarios y funcionarias que se pasen o no lleguen, políticos demasiado complacientes o a la pesca del voto interesado, y cualquiera que no desee verse involucrado en engorrosos procesos de denuncia y testificación.
Un perrillo solitario, esté perdido o de regreso a casa, causa más alarma en muchas sensibilidades que un ser humano llamativamente descuidado por desidia o perversión. Ojalá te traten tus padres como yo cuido de mis perros, le solté a una niña cuyos padres me increpaban por dejar a Gumi, Tano y Luna cómodamente instalados en el corsa mientras yo me daba un baño. Abandonarlos así, me gritaban. Y casi huí por si me denunciaban…
Debiste morir mucho antes, pequeña, sin llevarte tanto sufrimiento y con un recuerdo tan amargo de la vida.

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