Aquella pretensión mía dilató más de tres años mi
ordenación; en lugar de hacerla junto a los de mi promoción, me tocó en una
suerte de batiburrillo de restos desubicados. No se entendió que quisiera
estudiar economía, porque lo equilibrado era derecho canónico, liturgia,
catequesis o espiritualidad. ¿Económicas? ¿Para qué necesita eso un sacerdote?
Y tuve que resignarme a cursar estudios
empresariales que algo se le parecían. Fue suficiente para mis deseos. Pude
comprobar que aquellas materias que, mientras yo estudiaba teología, una gran
parte de la juventud universitaria se metía en la mollera observaban una
realidad que prescindía de la ética y hasta de la estética, sólo interesada en
el beneficio y en el lucro.
¿Es así el mundo, me pregunté, con el título recién
salido de la máquina? En realidad había sido mucho antes, creo que en el
segundo o tercer día de mi asistencia al viejo edificio de la escuela de
comercio, cuando perdí gran parte del interés por la materia. No obstante, me
apliqué y hasta saqué buenas notas. ¿No te apetecería cursar un doctorado en Massachusetts,
me sugirió “el pajarito”, apelativo con el que denominábamos al adjunto de teoría
económica? Va a ser que no, le respondí. Ya tengo marcado mi camino.
Hace hoy cuarenta y dos años que don José, —a quien estaré eternamente agradecido—, impuso
sus manos sobre mí, y compruebo que no sólo la economía, también la política,
la alta y la baja, pasan sobrevolando olímpicamente nuestras cabezas.
Aquí ya todo vale. ¡Sálvese quien pueda!
Felicidades por tus 42 años de ordenación, aún me acuerdo a pesar de la emoción y de la llantina que me cogió y sobrecogió. Sí señor, allí estuvimos los que estuvimos y ya está.
ResponderEliminarLo que nunca entendí yo tampoco era tu interés en Empresariales como alternativa a Económicas que, en cambio, sí cursaba en aquellos tiempos el andaluz, ya sabes, no quiero dar nombres ni más pistas. Y ahora desvelas algo parecido a que "no te dejaron" (?) hacer Económicas y sí Empresariales??. Sigo más confusa que antes ante el doble rasero de por qué a ti no y al otro sí (u otros, creo que algún otro andaluz también hacía Económicas ¿no?). En fin, está claro que alguien sabía que tú querías ser cura ante todo y no así los otros.
Repito mis felicitaciones y te mando abrazos y los besos, como siempre.
Los andaluces y yo teníamos diferentes "status", y por consiguiente no eran situaciones comparables. Llegó de pronto a Valladolid un obispo, procedente de Jaén, y me ordenó sin más volver a casa. Y volví a Capuchinos, sin ningún cometido ni encargo. Así que, aprovechando que acababan de inaugurar Empresariales como anticipo de lo que luego serían Económicas, me matriculé; no era lo mismo, pero no había otra cosa.
ResponderEliminarVisto ahora, tampoco me perdí gran cosa.
¿Lloraste de verdad? ¡Cachis la mar!
¡Anda, pues claro que lloré! Hay alguna foto que lo atestigua; cómo no voy a llorar si soy una llorona sin remedio y la ocasión (el "cantemisa de Míguel" que así llamamos al evento) era que ni pintiparada para ello. Hay otra foto, en la comida posterior, al lado de Antonio (¿te acuerdas?) no diré los apellidos y de mi amiga Ana (Anita la llamabas tú). "Tempus fugit" como dices ahí arriba en tu blog.
ResponderEliminarBesos