Han tenido que pasar doce meses menos unos días para que mi perrita Luna
deje de temblar cada vez que me pongo de limpieza en casa. Se conoce que la
animalita, que aunque cariñosa a más no poder también es terca como una mula,
ha probado alguna vez cómo sabe un palo en los riñones. Así que era que yo me
pusiera de faenas domésticas, y ella corría a esconderse en cualquier parte, a
ser posible debajo de mi cama.
Hoy, sin embargo, ha permanecido quieta sobre la butaca mientras yo
barría mi habitáculo. Algo hemos ganado, he pensado mientras recogía la tierra
que he metido del jardín junto con sus pelos y los de Gumi y Tano.
Mientras intento escribir esto, Tano insiste en ¡aupa!, rascándome las
piernas. También este individuo llegó brioso, y aún conservo cicatrices en las
manos de sus mordiscos. Tardamos en dar con el asunto, una alergia le volvía
loco de remate. Curado el mal, se ha vuelto un animalillo juguetón y lamigoso.
Ahora mismamente está retozando con Gumi, que en su postrera edad, –ha cumplido
siete años–, se porta con el pequeñajo como cualquier abuelete que se precie.
Visto lo cual, Luna también apela a mis caricias y esto se empieza a
poner imposible. Yo lo soluciono levantándome y cogiendo los ramales; inmediatamente
los tengo firmes y en posición de salida, es la hora del paseo.
Retomo la escritura y constato que mis vivencias con mis amiguitos no
distan de la experiencia que tengo con los humanos.
Tras otra larga interrupción vuelvo al escrito, pero ya no recuerdo cómo
iba la cosa ni encuentro un hilo al que agarrarme. Así pues, este cosido va a
resultar un mal hilvane. Dos partidos de categoría suspendidos y otro celebrado
no sé muy bien si con la cabeza o los bajos. Ver a Inglaterra y a Francia
cantando la marsellesa es demasiado para mí, aunque esté en la cabecera de todos
los periódicos. Y el resto es abundar sobre lo mismo, de modo que tendremos guerra. Menudo negocio para los industriales del ramo.
Menos mal que Luna ha perdido el miedo y no se ha puesto a hacer cosas
raras.
Pues sí, menos mal. Felicidades por tu éxito con Luna y Tano. No hay nada mejor que procurar seguridad y cuidados a los animalitos para que se sientan agradecidos y felices. Ojalá en el mundo se entendiera también ésto para los seres humanos, todos, los que sufren tanto por causas ajenas a ellos.
ResponderEliminarBesos