Amenazando cisma


Intentaba poner en letras los negros pensamientos que me sobrevienen en este momento, pero no me dejan. Ni siquiera no mirándoles consigo dejar de ver su gesto reprobatorio. Así que no tengo más remedio que callarlos. Mis pensamientos no salen esta noche.
Porque una muchedumbre ingente me observa. A mí y a vosotros. A todos.
Es demasiado fácil no tenerlos en cuenta, pero están. Tienen todos los rostros, proyectan todas las miradas, articulan todos los lenguajes, han recorrido todas las veredas, han atravesado el tiempo y su número nadie podría calcular.
Hablar, pues, ante ellos, de pequeñeces, sea mi verdad o la tuya, una opinión o un simple parecer, aunque se revista de absolutidad, es, si se me permitiera la comparanza, como llegar a lo alto del Taillon y dejar allí tirada la colilla. De lesa majestad.
Hablemos de cosa serias. Ni tu tierra es tuya, ni tu idioma te pertenece. Tu sangre, al fin y al cabo, lo que corre por tus venas, es simplemente roja, como la de los demás. Tampoco la moral está supeditada a ti, y la doctrina que dices defender, es un simple momento congelado.
¿Cuáles son las cosas serias, preguntas? Abre los ojos, observa, escucha, levántate de tu poltrona, sal a la calle y písala, habla con las gentes… Constata que el mundo es mucho mayor y variado que tu pequeña parcelita; que somos miles de millones habitándolo y nadie es igual a nadie. Advierte que lo que a ti te parece una simpleza, para otro es inamovible; lo que tú consideras un derecho, puede ser para aquel o aquella una aberración; y lo que vienes practicando desde siempre, el de más allá hace mucho que lo olvidó.
Y si no eres aún capaz de descubrirlo sábete que está al alcance en cualquier informativo: el hambre, la enfermedad, la violencia, la guerra, la injusticia, la discriminación, la trata de seres humanos, la explotación, la intolerancia religiosa, y muchas otras más, puede que sean simples palabras para ti, pero para quienes las padecen son su dura realidad.
Aún así, esa inmensidad de seres que nos observa demuestra que es mucho más lo que nos une que lo que nos puede separar.
Yo estoy dispuesto a sumar. ¿Te vas a quedar restando?

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