No es que no haya dos sin tres. Es que cuando las cosas vuelven a su
cauce, el paso necesario e inevitable, la sucesión natural, el orden de todo lo
que existe, implica ir de lo uno a lo otro, y de esto a aquello, de manera que
desaparezcan, o simplemente no ocurran, saltos imprevistos, rupturas incómodas, revoluciones
impertinentes e innovaciones innecesarias. ¿Quién desea una cosa así?
Necesitamos que el suelo no desaparezca bajo nuestros pies; que el aire
siga contaminado, al uso; que el agua continúe con sabor a cloro, la carne mantenga los niveles adecuados
de clembuterol y el pescado de anisakis. De otra manera, moriríamos.
Con la tarde del día de reyes todo vuelve a su ser. Como cantara Serrat,
retorna el señor cura a sus rezos y el último cohete señala que la fiesta se
acabó.
A partir de ahora, las cosas claras: en política, en religión, y los
niños… al cole.
Si en Italia es el propio director de Avvenire, periódico oficial de la
conferencia episcopal de aquella iglesia, quien editorializa contra un Messori
que afirma que papa Francisco está «turbando
la serenità» del «cattolico medio»
porque es «imprevisto ma imprevedibile»,
en España es Ricardo Blázquez el señalado porque importa su discreción y por
tener tiempo para escribir. (¿De dónde lo sacará?).
En este país también «hemos perdido el miedo a perder el puesto de
trabajo», y además la pascua militar ya se celebra como siempre. El ibex 35
cede la referencia 10.000 y el barça entra en barrena. Y lo más significativo:
todos los telediarios han abierto manteniendo en primera la corrupción que no
nos deja ni con el cambio de año. ¿Quieres más normalidad?
Gracias, codorniz, por el detalle. A por la docena, y me hago una rica
tortillita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario