Una de mis feligresas más fieles acaba de fallecer. Asidua habitual, con
sitio propio, su imagen menuda y aparentemente quebradiza ha resistido todos
los embates del clima y de la historia.
Ayer fue la última vez que nos acompañó. Ya en silla de ruedas por su
extrema debilidad, aparentemente transpuesta, me sorprendió su viveza en el
momento de comulgar. Ahora mismo me dicen que murió al regresar a casa.
En el entorno de los 87 años, trabajadora jubilada, madre de familia y
artista de renombre, deja motivos para ser recordada en mi ciudad: dos
monumentos y una calle.
La vía pública está en el barrio de La Rubia y es una pequeña entrada sin
salida en los pares de la carretera de Rueda en dirección al Pinar de
Antequera.
El Arco de toros es una escultura en las proximidades del coso
taurino, del año 2007.
El Espíritu y la pluma, representa a Santa Teresa de Jesús, en el barrio
del Cuatro de marzo, del 2009.
También Wikipedia tiene un hueco para ella, que acabo de descubrir.
Y una pequeña indiscreción que no pudo materializar: hacer, dentro de su
“realismo mágico”, un homenaje a la Virgen de Guadalupe para honrarla en la que
fue su parroquia en los últimos treinta años de su vida.
No pudo ser. Tal vez la inspiración le sobraba, pero le faltaron fuerzas.
Descansa en paz, Carmen. No
te lo tendremos en cuenta.
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