Fiarse o no fiarse, ¿es una cuestión?


Nos cruzamos con un caminante, paso rápido, que seguro que ha decidido ir a trabajar andando. Por salud y posiblemente por ahorro. Nos decimos un buenos días breve, y continuamos en direcciones opuestas. No ha habido hoy más encuentros, quizá porque el sol aún no se ha dejado ver. Quién lo diría en un dos de julio.
Entro en el correo y me encuentro con esta máxima de Baltasar Gracián: «La confianza en madre del descuido».
Ahora voy al centro, y me cruzaré con muchas personas, y no nos saludaremos. Pasaremos rozándonos, sin mirarnos, sin hablarnos, sin guardar en la memoria.
Del señor de esta mañana sí me acordaré. Si mañana nos volvemos a encontrar, ojala volvamos a decirnos ¡hola!

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