En el último día




Siento una cosa rara cada vez que un mes se acaba. No me es fácil explicarla; se trata de una mezcla de pena, alivio, desazón, ansia y perplejidad. Desconozco si ese conjunto de sentimientos o sensaciones se pueden englobar en una sola palabra. Si existe, y alguien la conoce, que por favor la nombre.
Razonar ahora el porqué de ese rosario de sentires, si es que mereciera la pena que lo dudo, me llevaría más de un folio, que es lo más que pienso escribir en este momento. De modo que lo dejo así.
Acaba el mes de enero y retengo en la retina la imagen de los jugadores del Racing de Santander, abrazados en el centro del campo de fútbol del Sardinero, plantándose en protesta y reivindicando su dignidad. ¡Chapeau!
Lejos de sentir lástima por ellos, harían falta que todas las divisiones, casi suena a ejército, se sumaran en la protesta adhiriéndose a su reivindicación. Pero no caerá esa breva. Algunos cobran demasiado para ponerse en peligro.
Es verdad que se ven gestos de solidaridad en los últimos tiempos con motivo de la crisis. Suelen ser muy concretos, y bastante interesados. En general.
Particularmente me impresiona el cierre de filas de los abuelos y abuelas que han recogido a toda la familia en el mismo techo y con sus pensiones pagan la comida que ponen en la mesa. También otros gestos de quienes al hacer su compra diaria añaden algo para un vecino o una vecina que anda atropellado.
Nos hacemos lenguas de los comedores sociales y clamamos porque casi un tercio de la población infantil española está pasando hambre. Juramos en español ante los mafiosos que se han llevado los dineros públicos, y a lo más sonreímos cuando a alguien le dan con una pancarta de papel tras las orejas.
Pero de ahí no pasamos. Y Dios quiera que no pasemos, porque, de hacerlo, aquí se armaría la de dios es cristo. Y se me entiende.
Tanto rencor contenido no es sano. Pero mucho más insano sería que saliera incontenido. Como buen gato escaldado, me lo sé, lo conozco.
Vamos a dejar que pase enero y llegue febrerillo el corto; ¿será tal vez por breve menos agobiante?
Lo último del mes: un flamante buga, un cochazo, a la puerta de la nave llevándose alimentos para casa. Poco antes, otro coche, un utilitario, acababa de descargar un buen lote.

1 comentario:

  1. ¡¡¡Qué me dices!!!, el último párrafo me deja noqueada, ¿el mundo al revés?, ¿no es la cosa a la viceversa?, ¿el que tiene más pone más y el que tiene menos (o no tiene) recibe algo?. El buga debe de consumir lo suyo en combustible, y del caro además. A lo peor habría que enseñarle al conductor/a que lo que emplea en llenar el depósito lo debería utilizar para llenar la despensa y dejar para los que no tienen buga, ni coche siquiera, lo que se llevan ellos. ¡Cómo es posible!.
    Yo no les habría permitido eso, ya te lo digo.

    Lo de los futbolistas se veía venir y hay muchos otros clubs que si no hubiera sido por el dinero público que se les ha regalado -
    Valencia y todos sus equipos, por ejemplo- estarían en las mismas. El fútbol es una de las mafias más espantosas que tenemos que soportar y mira con quiénes se codean... gentuza todos ellos. Ahí sí que están TODOS llevándoselo crudito por encima de las posibilidades de TODO el país. Pero los ciudadanos, clase trabajadora, asalariados en general incluidos, tienen tal estupidez en el cuerpo con esto del fútbol que pasan por alto absolutamente todo, aunque el resto del país esté en la miseria, lo importante es el fútbol y que ganen esas millonadas obscenas chavales de menos de 30 años. ¿Y si en vez de pagarles tanto les mandasen a la escuela a aprender las cuatro reglas, por ejemplo?.

    Abomino de este deporte, lo odio.

    Ala, ya me he puesto de malhumor hoy y no porque acabe el mes, -qué más da, Míguel, el tiempo es un todo continuo hasta que el universo decida hacer otra cosa-, si no por que hay otro tema más -la mafia futbolera- que habrá que desmontar en algún momento. Me consume pensar que por lo que no pagan ellos a las arcas públicas, incluida la seguridad social, los que sí hemos cotizado no podremos recibir en justicia lo que hemos aportado tantos, tantísimos años.

    ¡A la mierda el fútbol! .

    He dicho.

    Besos

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