Salía yo tan contento…


Servidor no ha conseguido aún que Gumi y Berto me acompañen así

El paseo vespertino con Berto y Gumi nunca ha sido objeto de relato en este lugar. Sí me he ocupado de contar algunos paseos matutinos por lo que no insisto. Al caer la tarde salgo yo solo con los dos bien atados a mi persona, y nos damos un garbeo por el barrio, que dura entre veinte minutos y media hora, según circunstancias y necesidades.
Acostumbro a llevar las manos libres, que es muy placentero, con ellos sujetos del ramal a mi cintura (canitrekking lo titulan, creo). Así los domino bien y voy como si ná. Aprovecho para sacar el rosario y rezar los misterios del día. Eso el día que me dejan, porque no faltan los saludos y las paradas para echar una parrafada con mi gente.
Hoy, como de costumbre, y antes de ir a la piscina, los saqué a pasear y a que se aliviaran. Y salía contento.
Acababa de quitar las manchas de boli que las nietas de Teresa habían dejado en un banco de la iglesia durante la Eucaristía. ¡Que papón se llevaron la abuela y la madre! Pero es que tres chiquillas son demasiado para ellas, tan dadas a los estudios y la seriedad. Una de las mellizas sacó un lápiz, un rotrin o lo que fuera, del bolso materno y decoró el primer banco de mi izquierda. Tere me pidió socorro al terminar y la dije que ya con calma trataría de borrarlas. Lo conseguí.
También había terminado más o menos satisfecho de haberme explicado al menos pasablemente con el tema de hoy, habida cuenta de la cantidad de chiquillería que hubo en Misa. Más de la mitad del aforo eran menores. Y no salieron demasiado aburridos.
Había dormido buena siesta tras una buena comida. Había ganado Nadal, aunque me perdí el final del partido. La tarde era tranquila y cálida, la luna se veía ya por su mitad creciente y el personal que paseaba me decía hola y adiós como es usual en estos pagos. Me sentía, ya digo y me repito, contento.
Item más. Cómo iría yo, que una pareja que caminaba delante de nosotros unos metros, se paró de repente y se marcaron un morreo de aquellos que nos emborronaban cuando el cine del colegio. Luego, cuando lo dejaron, siguieron caminando hasta perderse en la lejanía.
Decidí cambiar el rosario por el rezo de las vísperas. Y ya que llevaba en el bolsillo mi flamante kindle paperwhite recién estrenado –aprovecho para decir que lo uso también en la liturgia, en lugar de papeles impresos–, lo encendí y busqué. ¿Podría llamarse a esto oración telemática?
Y empecé como de costumbre: “Dios mío, ven en mi auxilio…” Y al recitar el himno, empiezo a inquietarme, en especial al llegar al noveno verso, exactamente el último de la primera estrofa.
Veamos:
Cuando la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo veamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión, sin aburrimiento,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces -siempre, siempre-, entonces
seremos bien lo que seremos.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.
La cosa se repitió otras dos veces, al final de las siguientes estrofas, versos dieciocho y veintisiete. ¿Cómo que sólo “entonces” estaré contento? ¿Es que no puedo estar contento “ahora”?
Pero es que al llegar más abajo leo que “tampoco soy” sino que “entonces seré bien lo que seré”. Verso treinta y uno. O sea que tampoco soy ahora, sólo entonces; ¿cuándo es entonces, pues?
A mí, que no soy demasiado rezador, esta manera de pincharme como que no. Si estoy contento, estoy contento. Y si me encuentro siendo, es que soy, y no hay más zarandajas.
Es verdad que este tipo de himnos y plegarias hay momentos en que parece que te llegan, te tocan y los saboreas. Pero hay otros en que no hay manera. Los recito y ni los siento. Serán muy poéticos, y muy profundos, y hasta altamente teológicos o místicos… Pero me dejan impasible el ademán. No me dicen nada; más bien, “me des-dicen”.
El caso es que hoy he salido de paseo con mis gumitos por el barrio, he rezado vísperas, he pegado la hebra con unos cuantos vecinos, y he marchado disparado para parquesol.
¡Estaba el agua…! ¡Cómo estaba el agua! Y de postre, tres minutos en el yacusi que yo catalogaría de “orgásmicos”.
¡Que me vengan ahora a decir que no he estado contento en esta tarde de domingo!
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Terminada esta explayación personal, veo que en el telediario de la uno sale como noticia un libro que acaban de publicar los de Granada, me refiero al arzobispado de allá, en el que se dice textualmente “cásate y sé sumisa”, y decido no salir de mi estado de contentez. Ni me importa que alguien titule un libro de esa guisa ni que la tele se haga eco escandalizadoramente de tal noticia.


A mí plim.

3 comentarios:

  1. Enrique Martinez te haría un comentario teológico sobre tu lectura de vísperas, yo no entiendo de teología pero te conozco y te quiero desde hace tiempo; te reconozco en lo que TODOS SOMOS y Somos ahora, en este instante, así que “la contentura”, bueno... diré la Alegría -que después me llamarán al orden, je, je- la vivimos en éste instante, no hay que esperar a morir para experimentar lo que ya somos. Los escritos católicos han abusado del Dios separador, del gozo de vivir en plenitud cuando estemos muertos, siempre hablan del mañana, pero el mañana no existe, es ahora cuando se da la experiencia.
    ¡Alegre me encuentro con tu Alegría!.

    De lo otro que pones al final, mejor dejarlo, estropearía la experiencia anterior.

    Por cierto ¡qué foto mas tierna la de la entrada!, aunque mis perritos lo único que saben hacer es disfrutar de sus correrías, ¡cada uno reza a su manera!

    Besos

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  2. ¿También Enrique hace oración telemática? ¿O es el trekking con perritos lo que practica? Me dejas echo un lío.

    Es posible que con Berto consiga algo positivo. A Gumi ya lo he descartado, sólo quiere jugar.

    Besos

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  3. ¿No te he mandado nunca, la lectura que hace Enrique del evangelio desde una visión no-dual?.
    Los martes me llega, ya te reenviaré mañana.

    En cuanto a orar telemáticamente pues...., cada cual puede creer y crear lo que quiera.

    ¿De verdad podrías asegurar que Gumi- jugando- no reza?

    Buenas noches.

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