Plantas por doquier


Acabada la faena de regar plantas, caigo en la cuenta de que aquí hay macetas por un tubo. Casi la hora me ha supuesto aportar agua al plato de cada tiesto, de los tantos que tengo en este pequeño mundo del que he de cuidar, porque no hay otro. No hay otro que lo haga.
Entre los que siempre tuve, los que surgieron porque unas plantas se multiplicaron y los que la gente ha ido trayéndome, –sin contar por supuesto el jardín parroquial propiamente dicho–, tengo a mi cargo más o menos… cien.
Están repartidos por todo el complejo, incluida mi casa y aledaños. No hay, única y exclusivamente por razones de espacio, en las salas de catequesis, que son justas de dimensiones para la función que desarrollan. Todo lo demás es lugar apto para contener macetas con plantas vivas. Ni por asomo se me ocurriría tener plantas artificiales, no importa el material en que estuvieran hechas.
Una sola excepción: unos claveles tejidos por mi madre, que los trajo a los principios, cuando ni tiempo de regar tenía.
Así que, sin hacer exhaustiva la lista, ahí van algunos ejemplares:


En el atrio del templo


En el hall del templo
En el presbiterio


En el portal


En la sala de espera


En el despacho parroquial


En las escaleras


En mi casa


Alguien dirá que no están muy lozanas. Puede ser, pero uno hace lo que buenamente sabe y puede. El resto que lo hagan ellas mismas y la madre naturaleza.
Y si surgiera la pregunta del porqué de tanto tiesto, incluso donde ni es habitual ni parecería digno por ser lugar principal y reservado según qué y quién para nada que parezca profano… empiezo a pensar qué podría responder, porque no lo tengo elaborado. Veamos.
Pues no. ¿Por qué habría de razonar tener en cualquier sitio vacío una planta viva? Si en su lugar hubiera un cuadro, o una talla, o un jarrón, nadie preguntaría por qué. En todo caso, si el motivo fuera religioso, entenderían que aquello contribuye a entrar en ambiente, incluso tal vez sirviera como apoyo catequético recordando episodios bíblicos o del santoral. Eso mismo tal vez tuvieran en su mente quienes desde hace siglos llenaron iglesias de santos y santas, cristos y vírgenes, en forma de retablos que ocupaban sin dejar vacíos los muros de los templos.
A parte de que una planta por sí misma es y no necesita mayor razonamiento, sólo se me ocurre añadir que aquí hay plantas porque no tenemos santos y porque además de bonitas, son de balde. ¿No es más que suficiente?



1 comentario:

  1. Más que suficiente, ¿quién podría cuestionar eso?, ahora bien, qué pereza tener tantas obligaciones, yo tengo seis en casa, en el espacio reducido al salón y me sobran casi todas, con un poto y la violeta africana ya me doy por contenta. Veremos como evolucionan las demás que las tengo por herencia. Conozco otra casa, que tanto las de dentro como las de fuera son muchas más que las tuyas y están todas espectaculares, enormes las que tienen que ser grandes, preciosas todas, cuidadas con mano experta por tú ya sabes quién, es un gustazo verlas pero hay que dedicarles tiempo, mucho tiempo.

    Las tuyas no están mal pero me pregunto, cuando te vas ¿quién las riega?.

    Besos

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