Sí, de urgencia,
porque me ha pillado el toro. El principio de verano, con temperaturas bajas,
aire y lluvia, me ha imposibilitado atacar a unos insectos pringosos que en
cuanto aparecen lo ponen todo perdido. El pulgón.
Han infectado al rey
del jardín parroquial, el cedro, y lo han dejado lastimosamente apestoso. Nadie
puede resistir bajo su sombra, ahora que precisamente más falta nos hace, so pena de recibir una lluvia de melera. No te puedes sentar, ni pasear, ni sentarte…
A destiempo, pero con
toda la energía que me ha sido posible, le he aplicado una dosis de insecticida.
No ha sido el único
en sufrir el acoso de esos malditos bichejos. También los laureles de la
entrada han sido seriamente dañados. Contra el enemigo no valen cataplasmas.
Fuego a discreción.
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