Cuando las máquinas llevan la iniciativa


–¡Me has mandado tres veces las mismas fotos! me soltó esta tarde una amiga.
­–¿Yo?
–Sí, tú.
–Pues va a ser que no, respondí.
–¡Anda ya! insistió.
Ven, mira mi mail a ver si ves que te haya mandado algún mensaje en los últimos días.
Pues he recibido de ti tres, anoche, esta mañana y al mediodía.
¡Imposible!
Luego, pensé y caí. –¡Ya está! ¡Los círculos! ¡Si no me hubierais mandado eso de que me tenéis en círculos y que si os añado…!
–¡Pues aceptaste!
–¡Ya! Y qué iba a hacer, ¿negarme?
El caso es que hace un tiempo empecé a recibir mensajes en los que se me invitaba a meter a gente en círculos, porque a mí ya me habían “encirculado”. Y no sabiendo cómo actuar, supongo que acepté. Y ahora cada vez que manipulo mis álbumes de fotos en picasa, automáticamente se envían correos ¡vaya usted a saber dónde!
Esto me ha hecho recordar a una persona de la que casi todo el mundo habrá oído hablar: el cura de Vallecas; Enrique de Castro, no; José María de Llanos, el Padre Llanos.
Llanos tenía por costumbre escribir todo lo que se le ocurriera. Lo hacía a máquina, no sé si a dos dedos o con los cinco de cada mano. Y con papel de calco, para sacar copias. Supongo que eso sería al principio, y que más tarde usaría una vietnamita o alguna multicopista de desecho. Luego lo remitía a un amplio repertorio de amables y fieles lectores, que le pagaban religiosamente su regalo. Así me lo han contado, así lo narro yo.
Personalmente he conocido a una persona que hacía algo semejante. Este no era jesuita, sino marianista. Y algo más joven, pero sólo un poco. El caso es que cada vez que me visitaba o yo le iba a ver, sacaba papeles con documentos de su puño y letra, invitándome a leerlos para luego requerir mi impresión. A mí no me cobraba, pero puede que sí lo hiciera con otras personas lectoras.
Yo escribir, nunca. Hablar, lo justo y ante un público muy concreto. Y jamás solicitar de nadie una valoración. Pero puede que esto de tener blog esté dando esa impresión, y, aunque de modo inconsciente, sea esa la verdad. Es cosa que me estoy empezando a preguntar.
Es verdad que desde anoche he manipulado mis álbumes de picasa, porque no termino de entender en qué consiste la diferencia entre público, bloqueado, con límites, sólo para amigos y sólo para mí, tal y como indica el aparato, cuando sólo pretendía colgar unas fotos para que mi gente las viera y las descargara sin dar tres cuartos al pregonero.
Ahora no sé si las personas afotadas están en el candelero a merced de la población de Australia, por decir algo lejano, o si pinchan y pinchan sin poder acceder a verse retratados porque no están dentro mis círculos.
He cortado por lo sano y he borrado todo lo que se me ha puesto a tiro. Si os llega algún correo diciéndoos que he roto el círculo que nos unía, he sido yo, que he dado a alguna tecla equivocada. Perdonadme, sólo pretendía impedir que esta máquina envíe mensajes en mi nombre sin que yo, que soy el que los firma, lo sepa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario