Que nadie me felicite


Ni me apetece ni creo que haga falta. A partir de esta noche dejo de fumar.
Estoy hasta las narices de que cada vez que voy de consulta con mi médica favorita, o con mi enfermera (también favorita), o me acerco para donar sangre, plaquetas o plasma, y me toman la tensión tengan que repetirlo hasta tres veces para encontrarme a punto de caramelo. De primeras siempre está alta.
No fue siempre así. Al contrario, hipotenso por herencia familiar y por naturaleza propia, hubo un momento en mi vida en que algo quebró, un punto de inflexión, hace exactamente ocho años, y empecé a formar parte del amplio colectivo de los hipertensos. Si no de manera permanente, sí en los momentos clave. Llaman a eso “síndrome de la bata blanca”.
Pude comprobarlo el otro día en que en el hospital, y ante dos doctores en ropa sanitaria de color verde, la máquina de eco cardiogramas me marcó unas cifras “de libro”: 12/8.
Sin embargo, ayer, Toñi y Roberto, en ropa de calle y casi al asalto, requirieron mi permiso para tomarla. Fuera por lo imprevisto, fuera porque acababa de celebrar la eucaristía, di cifras de escándalo. Sólo me dijeron la alta: 16. Quedé profundamente conmocionado.
El caso es que sólo existe un motivo de entre los que se suelen citar como causas concomitantes o desencadenantes: que fumo desde mi primera juventud. A fecha de hoy es tan poco, que en mi modesta y nada culta opinión resulta irrelevante. Pero haciendo caso a quien dice saber sobre este particular, voy a considerarme enfermo de tabaquismo, ya que fumo siquiera un cigarrillo al día.
En este día y a partir de él, 13 del tres del 13, –13313– decido dejar de hacerlo e intentar curar mi enfermedad.
He dicho.

4 comentarios:

  1. Biiiiieeeeeennnnnn, empezarás a cuidarte un poco más.

    Respiraras mejor, encontrarás la comida mas gustosa, serás más libre sin pensar en encender un cigarrillo o medio, a las horas a las que por habito sueles hacerlo. La piernas estarán más ligeras. Engordarás un poco. Tu bolsillo también lo agradecerá. No olerás a tabaco al hablar ni tu casa tampoco.
    Si lo haces bienvenido al club de los NO fumadores.
    Te advierto que cuesta bastante. Pero se consigue. Hace tres años o más que lo dejé y fumaba desde los 16 años, como poco un paquete diario.
    Todavía toso y ....aún tengo ganas de fumar, pero...NOOOOOOOO.

    Buen día 13 del 3 del 2013.
    Adelante, jabato, que tu puedes

    Besos

    La ex sanitaria Anna

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  2. Tu dejar de fumar "el" cigarrillo es una forma testimonial estupenda. Seguro que las cifras de la T.A. se deben a otra historia y no al "tabaquismo", que vaya tontá un cigarrín al día, pero bueno, oye, si tú lo has decidido bien está. Yo lo dejé hace 13 años y no me acuerdo ya ni siquiera de que fumaba lo que fumaba. Estoy encantada pero lo tuyo no es fumar, fumar, lo que se dice fumar.

    Besos campeón.

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  3. Ni toso, ni respiro mal, ni me canso, ni me hacen ruiditos los bronquios… sólo tengo la sensación de estar dormido todo el día. Ni tabaco ni café hacen que mi vida tenga menos brillo. Espero que se pase pronto.

    Gracias Anna por tus ánimos.

    En cuanto pase la prueba por la que me están haciendo pasar espero volver a mis hábitos y costumbres: que mi casa huela a lo que tiene que oler. Esta no es mi casa…

    Besos.

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  4. Mis cifras de T.A. Julia indican que soy atípico, o sea, un bicho raro. Tan pronto marcan 181/89 como se quedan en 141/70. Pero esto ¿qué es?

    No tengo mono de tabaco, tengo sensación de que mi boca no sabe absolutamente a nada, y eso me desconcierta. ¡Soso de mí!

    Besos

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