Encadenados


Tengo unas fotos aparcadas para alguna ocasión propicia, pero tarda en llegar y mi paciencia se acaba. Así que corto por lo sano y las pongo ahora, vengan o no a cuento.












Sin embargo, el tema es actual y muy viejo al mismo tiempo. Cadenas ha habido, hay y seguirá habiéndolas. Y aquí no valen las réplicas… La experiencia dice.
Es verdad que ya no se usan hierros para atar a las personas, salvo cuando alguien en plan protesta se encadena a la verja de una institución pública o a la pata de su cama.
Sin embargo, sí es real el hecho de estar “atado”, “sujeto” o “dependiente”; o, dicho con ánimo de no parecer machista, son reales las ataduras, las sujeciones y las dependencias. Cada quien piense de dónde, por qué y cómo pende o está sometida su existencia. Si no toda, al menos parte de ella.
Pero puede ocurrir que, antes que reconocer en uno mismo/a tal situación de encadenamiento, le de por mirar a su alrededor para ver cómo está el resto. Siempre encontrará a quien destacar.
No están por casualidad las calles importantes amuralladas de escaparates ofreciendo mercancías de todo tipo. No sólo de pan vive el ser humano, pensamos aunque no lo publiquemos. Un capricho es un capricho, nos decimos para justificarnos. Con mi sueldo no se acabaría todo el hambre del mundo, concluimos cuando ya no hay más argumentos.
Acabo de pescar una frase muy antigua. Dicen que es de Sócrates:
"Me encanta ver tantas cosas que no necesito para ser feliz"










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